A L Y S A
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Tuve que ducharme más de tres veces para poder sacarme el olor a animal muerto de mi cuerpo y aun así continuaba con la sensación de que todavía apestaba. Eira me las pagará junto con sus hermanas, desde que peleamos no ha dejado de hacerme bromas, se las cobraría una por una y lo que es peor me humillo delante de todo el campamento la muy perra. Me estaba hartando de ser su juguete para no aburrirme, me mantenía a raya por Agatha y principalmente por Artemis, pero la paciencia se comenzaba a acabarse. Envuelta en una toalla salgo del baño, colocando otra en el cabello caminé a mi habitación para cambiarme, pero algunas voces me hicieron detenerme para escuchar.
—Cuida que Alysa no haga ninguna broma a Eira —exige mi hermano Eros con voz firme y tajante, sé que se lo está pidiendo a Anteros porque sabe que no podría hacer nada que lo contradiga. Lástima que escuche su conversación y me voy a vengar de todas las que me hizo esa estúpida de Eira.
—Sí, está bien la cuidaré —balbucea Artemis, mi pobre chico debe estar siendo espantado por el idiota de mi hermano mayor y ni siquiera es para defenderme a mi sino que a esa sucia cazadora.
—Tu recompensa por cuidar de ella será mi ayuda con lo que me pediste —avala el muy traidor, sus palabras me dejan pensando, pero no por mucho, ya que escucho que se acerca a donde me encuentro. Me escabullo a mi habitación para que no se entere de que los escuche.
En mi cuarto fui a mi armario donde saque una falda tableada negra, un top blanco que muestra un poco de piel y un par de sandalias blancas. Seco mi cabello con el secador para luego peinarlo, me maquillo con algo muy sutil y una vez lista salgo como si nada hubiera ocurrido. Camino tranquila a la sala donde sigue mi novio sentado en el sillón mirando televisión, tan inocente.
—¿Te quedaste toda la tarde aquí baby? —indago esperando a que me diga la verdad, no sé qué trato se trae con mi hermano, pero nada bueno debe de ser.
—Sí, estuve hablando con Eros.
—¿Y de qué hablaron? —inquiero. Tenía curiosidad de saber de qué favor hablaban hace un rato.
—Le pedí un favor a Eros, es todo uvita —refuta dando por zanjada la conversación plantando un beso en mi frente, sabe que amo que hagan eso me siento cómoda así. Me acomodo en su pecho abrasándolo por la cintura.
—Qué bueno que tú y mi hermano se entiendan.
—Hola familia —vocifera a viva voz Damián entrando a la cabaña, a veces me pregunto por qué mi madre quiso tener tantos hijos, con lo fácil que es cuidarse y no tener a engendros como el molesto de Damián.
—Hola, Damián —contestó restándole importancia.
— Hola, D —saludo Artemis chocó los puños con mi hermano.
—Oye me entré por Eira ¿qué quieres conocer a Aileen? —inquiere Damián sentándose en uno de los sillones vacíos, estaba prestándole mucha atención a mi novio y aunque no lo parezca yo igual.
—Así es, mi madre me mandará un paquete a través de la princesa Aileen —responde. Por mi parte me separé rompiendo nuestro abrazo para mirarlo desconfiada.
—Pues la princesa vendrá dentro de dos semanas y se quedará en su cabaña, cuando venga te aviso y te llevo donde está ella para que te entregue el paquete —asegura mi hermano levantándose del sillón.
—Avísame cuando tengas que ir —dictaminó sin despegar la mirada de mi novio.
—¿Mi uvita está celosa? —pregunta en tono juguetón el castaño —Si solo tengo ojos para ti tontita, pero para que estés tranquila te avisaré para que me acompañes —afirma apretando mis mejillas.
D A M I Á N
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Hace exactamente una semana que a la princesa Ylenia le rompieron el corazón y con Aileen intentábamos animar a la princesa, un corazón roto es una de las peores sensaciones. Usando el mismo remedio que mis hermanas estaban usando con Agatha le estábamos dando comida, veíamos series en la televisión eh intentábamos hacerla reír para que no se acuerde de que está triste. Para distraerla le conté la broma que le hice a Penélope.
Tenía todo listo para la broma el pegamento en el balde los papeles en sus sitios y los fuegos artificiales listos para perderse. Fui por Penny y como sabía que no vendría si la llamaba le tire un balde con agua fría. Corrí, corrí y corrí como si no hubiese un mañana esquivando cauteloso las trampas, pero mi hermana cayó en cada una de ellas. Primero pisó la roca camuflada con hojas y le cayó miel encima. Estando cegada por la pegajosa a miel camino llevando por delante una cuerda y perdió el equilibrio cayendo al piso donde un montón de papeles de colores la cubrieron. Cuando se levantó se sacó miel y papel de los ojos siguió corriendo, pisando una tercer, trampa que hizo que el balde de pegamento le caiga encima y plumas de colores fueron directo a ella. En ese momento encendí los fuegos artificiales que formaron la siguiente palabra: Damián el mejor bromista de todo el Campamento Media Sangre.