A I L E E N
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Desperté temprano para ir al campamento, quería ver a Damián, y a Ylenia que hacía mucho tiempo no veía. Me puse un vestido blanco simple, acomodé mi cabello para ponerme mi corona, también me puse el collar que me había regalado la diosa Atenea, me parecía muy lindo. Me puse unas sandalias blancas de taco corrido y estaba lista para ir a desayunar. Era la primera vez que yo misma me buscaba mi propia ropa sin ayuda de las ninfas y me arreglaba sin que ellas estuvieran presentes.
Camine por el pasillo silencioso y vacío del olimpo. Antes cuando era una niña lo veía de otra manera, pensaba que ese pasillo me conducía al reino de las hadas que era el jardín privado de Artemisa me dejaba entrar porque era pequeña y le agrado. Morfeo también ayudaba a que viera pequeñas hadas soñando despierta. Cada dios del olimpo por lo menos una vez me cuido, de cada uno de ellos aprendí algo distinto. Había momentos en donde pasaba más tiempo con otros dioses que con mis propios padres, pero jamás salía del confinamiento del olimpo salvo para ir al inframundo.
Cuando mis poderes surgieron estaba bajo el cuidado de Ares mi hermano, este no supo qué hacer conmigo, ya que estaba lanzando rayos a diestra y siniestra. En un momento de desespero me llevó al campamento media sangre yo apenas tenía seis años. Recuerdo que mi hermano le gritaba al director que llamara urgente a un profesor que me ayudara a controlar mis poderes. Ese día lloré porque había quemado más de una vez a mi hermano Ares y sus hijos fueron a verlo en cuanto lo vieron en ese estado pensaron que algo malo le había pasado. Cuando logré controlar mis poderes aparecieron mis padres gritando a los cuatro vientos que donde estaba su bebé. Desde ese día mis papás no me dejaron tanto tiempo sola, se empezaron a ocupar más tiempo de mi para moldearme a ser la hija perfecta o eso al menos es lo que quería mamá.
—Buenos días, mamá y papá —me senté al lado de mamá.
—Buenos días —dijeron al unísono.
—Papá hoy iré al campamento, voy a ver a Ylenia y a un amigo — tomé un sorbo del jugo de naranja que tenía servido.
—¿Un amigo? —Mi padre es una persona muy temperamental, por lo general comete muchos errores estando enojado. Pero cuando se trata de mi es cuando aparece su faceta sobreprotectora. Él intenta tenerme guardada en una cajita de cristal donde nada malo me pueda pasar.
—Se llama Damián va al campamento media sangre él fue el que me salvó de ser el hazmerreír en el campamento tras la bromita de la sangre —tome una tostada para untarle mermelada de manzana.
—¿Es guapo? —preguntó mamá bebiendo su jugo.
—Si es guapo, divertido e inteligente y su sonrisa puede derretir a cualquier chocolate —solté un suspiro contenido pensando en Damián y todas sus cualidades.
—Mi pequeña princesa no puede hablar de un amigo de ese modo —expeto mi papá golpeando su mano contra la mesa, en señal de que estaba reprimiendo su enfado. Al contrario que a mis hermanas o hermanos mi padre no me dio tanta libertad en el amor, sospecho que se debe a que soy la más pequeña.
—Por los dioses, Zeus te recuerdo qué edad teníamos cuando nos casamos Zeus —responde mi madre tirándole un pan de centeno en la cabeza.
—Está bien Hera... hija puedes ir a ver a tu amigo cuantas veces quieras —tomó el pan que mamá le tiró y se dispuso a abrirlo para untarlo de mermelada.
—Puedes traerlo a cenar un día aquí para que lo conozcamos —sugirió mamá sonriendo.
—¿Por qué no lo traes mañana? —esta vez papá parecía ser el interesado en conocer a Damián.
—Está bien veré si puede venir —me levanté de la mesa —Nos vemos luego me voy al campamento —me envolví en un rayo y me fui al campamento.
No había muchos semidioses en la cafetería, pero en una mesa estaban mi prima, su supervisor y Damián hablando. Fui hacia ellos sentándome al lado de mi amigo. Este beso mi frente pasando sus brazos por mis hombros.
—¿Qué me perdí? —mi prima dio un bocado a su sándwich.
—Nada nuevo Ylenia con Damián somos amigos — noté que Damián se tensaba a mi lado. Suspiro, aún no somos nada, pero ya quisiera decir que somos algo más que amigos.
—¿Damián mis padres organizaron una cena esta noche y querían saber si puedes ir? —jugué con la botella vacía que tenía Demian en la mesa
—Ah claro si puedo rayito —beso mi mejilla atrayendo la atención de mi prima y Adonis.
—Creo que ya debo irme —me separé de Damián, sentí un frío al no tener un contacto con su cercanía.
—¿Te irás tan pronto?, si apenas acabo de llegar —mi primo habló atrayendo nuestra atención.
—Apolión —Ylenia se levantó y salió corriendo para abrazar a mi primo.
—Enana —la estrechó contra él abrazándola.
—Yo también quiero un abrazo Apolión —corrí tirándome encima de ellos dos y los tres caímos al piso estallando en carcajadas. Adonis y Damián nos ayudaron a ponernos de pie, la falta de aire nos impedía pararnos.
—¿Qué cuentan de nuevo? —mi primo volvió a la mesa con nosotros. Miré a Damián y este me sonrió malicioso. Esa sonrisa me dijo que una broma estaba planeando para mi primo. —Nosotros dos bueno es difícil decir esto —Damián entrelazo su mano con la mía —Nosotros...
—Estamos esperando un bebé, estoy embarazada —decidí seguirle el juego a Damián y mi prima se puso pálida. Adonis no sabía qué hacer y Apolión bueno él...
—Eso es... —Apolión se levantó y dio un paso —Es una noticia algo precipitada creo que... —se desmayó.