A I L E E N
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—Damián debes ir a tu cabaña, colgaron una foto gigante en la que apareces dándote un baño y todo el campamento está yendo a verla —informa un chico a Damián, el descendiente del amor no dijo nada sorprendido.
—Gracias por avisar —respondo por Damián al ver cómo su rostro se comenzó a pintar de un color rojizo oscuro asemejándose mucho al tono de un ladrillo viejo.
—Mataré a Penny, esta debe ser su famosa venganza —gruñó el castaño golpeando con su puño cerrado en la mesa. Me sobresalté por su actitud, Ylenia y Adonis también saltaron viendo al descendiente de Afrodita ponerse en pie y caminar a grandes zancadas fuera de la cafetería. Los tres que nos quedamos en la mesa nos miramos antes de salir corriendo detrás del castaño, ahora estaba trotando hasta su cabaña donde un público considerable de adolescentes estaba viendo y riendo de la fotografía gigante de Damián. Entre las personas que se estaban riendo pude ver a Alysa junto a Apolión apretando sus estómagos para contener la risa, pero no les iba muy bien y Agatha parecía que en cualquier momento se desmayaría o comenzaría a gritar histérica.
—¿Te gustó? —interroga Penny con arrogancia caminando con los brazos tras su espalda, como si lo que acabara de hacer fuera robarle un dulce y no tal humillación pública. Damián que echaba humo por las orejas. Me acerqué a este tomando su antebrazo, no se movió, tampoco me miró, pero los músculos de su espalda se aflojaron y parecía estar un poco más calmado. Al menos ya no quería matarla.
—Me vengaré —le advierte a su hermana que negaba con la cabeza riendo, no entendía qué estaba pasando, pero si Penny seguía con ese juego pronto Damián no se podría controlar y la iba a matar. Que sea una princesa no quiere decir que no me haya peleado con mis hermanos cuando mis padres no nos ven, en más de una ocasión he mordido a mi hermano Ares y le arranqué algún que otro cabello dorado a Apolo. En mi defensa ellos dos son unos pesados.
—No será posible eso, hermanito. ¿No escucharse la nueva regla? —interroga la castaña apoyando una mano en su pecho en un fingido gesto de aflicción.
—¡Todos los hijos de Afrodita entren en la cabaña ahora! —gritó el director. Quise disimularlo, pero me resultaba gracioso verlo tan enfadado, era como si en cualquier momento estallara de rabia y todos en el campamento saliéramos volando por los aires. Como lo ordenó el director los hijos de Afrodita ingresaron a la cabaña, los demás campistas se dispersaron al ver que la diversión ya pasó. Con mis primos también entramos en la cabaña con la excusa de que somos los hijos de los tres grandes y debemos estar enterados de todo.
—Expliquen, ¿qué es eso que está allí fuera? —el hombre caminaba de un lado a otro en la sala, su imponente altura de dos metros resultaba intimidante y aún más cuando las venas de su cuello se marcaban en color negro por su ira contenida. Sus ojos negros como el carbón no se despegaban de los hermanos, que muy valientes le mantenían la mirada.
—Una foto —contestó Alysa. Su tono demostraba que se estaba aburriendo, el director la miró severo, pero ella ni siquiera se inmutó continuo de brazos cruzados esperando a que le digan que se podía ir.
—Ya sé que es una foto, el punto es ¿quién puso esa foto allí? —cuestiona ahora deteniendo su andar y mirando aún más frívolo a los hermanos Passion. Eros ajeno a lo que hacían sus hermanos o los regaños del director se había sentado en un banco de la isla de la cocina comiendo palomitas junto a Apolión que también disfrutaba del show. Los hermanos se miraron entre ellos, las chicas volvieron su mirada al frente, pero Damián con una sonrisa malvada señaló a Penny. De inmediato la mirada del director se posó en la castaña y esta se giró a su hermano que continuaba señalándola.
—Traidor —le tiró a Damián un almohadón por haberla delatado.
—Venganza hermanita.
—No, no, no y no más bromas, la próxima broma que ocurra en esta cabaña quedan todos suspendidos limpiando los baños de la cafetería —amenazó el director señalándolos a todos con su dedo acusador. Apolión se comenzó a reír por lo bajo y yo lo miré mal para que dejara de hacer eso.
—Pero... —se comenzó a quejar el castaño afectado siendo interrumpido por el director que estaba rojo de la furia.
—Pero nada Damián. Hacen una más y limpian el baño de la cafetería. Quedan advertidos —el director salió de la cabaña dando un portazo. Apolión no aguanto más y se echó a reír. Mi prima se contagió y después le siguió Helen, Alysa, Penny, Adara, Eros y Agatha. Por más que intente controlarme no pude y también comencé a reír causando que los gestos de Damián se suavicen y también se ría.
La noche llegó rápido al igual que Damián no quiso venir solo. Una porque no quería enfrentar a mi papá y lo otro es porque no quería que mi papá supiera que sabe viajar solo al Olimpo si se entera de que me visitó un mes entero sin que él se dé cuenta lo mata. Por eso ahora me encontraba frente a la cabaña de Damián analizando si tocar la puerta o llamarlo desde la ventana. Creo que desde la ventana sería mejor para no molestar a nadie. Tome unas piedras del suelo pequeñas y comenzar a arrojarlas a la ventana de Damián. Él se asomó por esta confusión mirando a todas direcciones. Tuve que tirarle una piedra en la cara para qué mirará hacia abajo.
—¡Romeo he venido a llevarte conmigo! —grité una línea de diálogo de la historia de Romeo y Julieta adaptándola a nosotros. Me reí cuando Damián siguió mi juego poniéndose a gritar.