La hija de Zeus y Hera [1.2]

Capítulo 18| ¿Quién es Damián?

A I L E E N⚡️⚡️⚡️

A I L E E N
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Mi primo Apolión aprovechando un descuido de mi hermana Hestia roba uno de los bizcochos que había preparado para la cena de hoy con tanto trabajo. Esperando a que no se diera cuenta, toma otro y corre hacia mí con los dos bizcochos, siendo seguido por la diosa que se percata de nuestro pequeño robo y viene tras nosotros.

—¡Devuelvan eso, niños! —escuchamos el gritó de Hestia detrás de nosotros, está corriendo y con mi primo apresuramos el paso para que no nos alcance.

—Corre Aileen —viendo que nos podrían atrapas me entrega uno de los bizcochos y nos dividimos en diferentes caminos para despistar, no puede ir por ambos. Mi hermana se detiene mirando ambos caminos y decide seguirme a mí, aumentando su carrera hasta alcanzar tomarme de uno de los brazos sin lastimarme.

—Te tengo —sin mucho esfuerzo me carga en sus brazos y camina conmigo hasta la sala de tronos donde están nuestros padres. Mamá se enfadará conmigo por comer dulces antes de la cena.

—¡Aileen! —escuché un gritó que no era el de mi padre, despertándome del sueño que estaba teniendo.

—Yo no fui —exclamó sobresaltada, cayendo al suelo por la brusquedad con la que me desperté del sueño. Aún algo adormilada me pongo en pie al percatarme de que mi padre no está en el olimpo, no tengo cuatro años sino que diecinueve.

—Buenos días, princesa Aileen, no quise asustarla. Lo siento mucho —la risa de Artemis me hace recordar que alguien me despertó y me ruborizo porque aún estoy en pijama, sin arreglar y en mi privacidad de recién despierta.

—Buen día, Artemis. ¿Qué haces aquí? —Frotando mis sienes, me siento en la cama cubriendo mis piernas con las sábanas, me sentía muy expuesta delante de mi sobrino. El dolor en mi cabeza se incrementó cuando las nubes comenzaron a generar ruidos al chocar entre ellas cargadas de energía.

—¿Estás bien? —preguntó viendo con preocupación, algo que me resultó extraño, más allá de un dolor de cabeza me encontraba bien.

—Si, me encuentro perfecta. ¿Por qué la pregunta? —cuestionó cruzándome de brazos, dejándolos descansar sobre mi pecho.

—Es que como siempre te levantas temprano y hoy no lo hiciste, quise venir a ver si estabas bien. Con todo lo que ha pasado me preocupé —respondió reflejando en sus ojos la preocupación. Por mi parte lo miré por unos segundos antes de aclarar mi garganta para argumentar.

—¿Qué hora es? —pregunto estirando mi cuerpo, mientras suelto un bostezo.

—Son las diez de la mañana —alega viendo la hora en su reloj de muñeca.

—¿Por qué las ninfas no me despertaron? —me estiré en la cama buscando mi celular para verificar si lo que me estaba diciendo era lo cierto. Y muy a mi pesar, si eran las diez de la mañana había perdido mucho tiempo ya durmiendo.

—Les has pedido que no te molesten estas últimas semanas, pero no te preocupes, todavía te da tiempo de visitar la tumba de Damián y seguir trabajando —comenta. Lo miré para entender todo lo que me había dicho, las ninfas por lo general siempre vienen cuando duermo de más no entiendo porque hoy no lo hicieron. Y no terminaba de entender porque debería visitar la tumba de ese tal Damián. ¿Quién es Damián?

—¿La tumba de quién?

—Damián, tu novio —contesta ya dejándome claro que Eris al fin logró meterse nuevamente en el olimpo y tirarle un manzanazo en la cabeza al hijo de la diosa de la sabiduría.

—Pero que tonterías dices Artemis, debo trabajar ya me levanté tarde y para la próxima que me levanten las ninfas una princesa jamás debe ser vista en pijama por nadie de su seguridad —respondo levantándome de la cama para arrastrarlo hasta la puerta fuera de mi habitación, lo empujo hasta que sale cerrando la puerta a su espalda.

—¿Yo con novio?, es más probable que Apolión tenga una hermana a que yo tenga novio.

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Rodeando el estanque de los dioses sonrió al recordar cuando veníamos con mi papá a pasar el día —si no tenía mucho trabajo— y nos poníamos a pescar rayos. Los rayos son peces con grandes cargas eléctricas que nadan en el estanque y se pueden pescar con la mano. Es algo divertido y me da la oportunidad de hablar con mi papá, desde que comenzó la guerra no sé nada de él o de mamá. Solo recibo cartas esporádicas que me mandan, pero no dicen mucho, están ocupados reteniendo a los monstruos antes de que se escapen y comprendo que no podamos hablar tanto. Extrañaba las charlas con mi mamá mientras ella peinaba mi cabello.

Detengo mi andar frente a uno de los bancos donde tomó asiento y veo el agua tan cristalina y serena. Hasta que siento como un flechazo en el corazón rápidamente me paro para mirarme y veo que no tengo nada, suspiró aliviada hasta que veo a Calisto y mi estómago comienza a sentirse revuelto. Jamás había notado las facciones tan perfectas de Calisto, me acerqué a él. Lo tomé de la nuca acercando su boca a la mía uniendo nuestros labios en un beso lento y lleno de pasión, el me correspondió rodeando con sus brazos mi cintura. Un suspiro se escapa de mis labios al verlo a los ojos, él me sonríe y yo le correspondo, qué bello es el amor. Nos abrazamos sonriendo.

—¿Aileen que estás haciendo? —La voz de mi prima Ylenia nos sorprende a ambos y me giró viendo a Ylenia y Apolión viendo con horror.

—Solo estoy aquí con Calisto —contesto abrazando al chico que me sigue sosteniendo de la cintura, me siento embriagada por nuevas sensaciones.




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