La hija de Zeus y Hera [1.2]

Capítulo 27| Por mi causa

A I L E E N⚡️⚡️⚡️

A I L E E N
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Abandone el gran salón muy enfadada con Artemis, de mis manos desprendía energía, si llegaba a tocar a alguien más mi poder podría matarlo sin siquiera quererlo. Fui directo a mi oficina, encerrándome dentro, escuche varios rayos en el olimpo y apreté mis manos a tal punto en que mis uñas se enterraron en mis palmas. Tengo que controlarme antes de que este enojo se termine convirtiendo en una enorme tormenta eléctrica. Se supone que Artemis es mi amigo, porque no me apoya en eso, estamos hablando de ir a ver a mi abuelo y tengo el derecho a conocerlo. Comienzo a creer que debería ser un poquito más como mis padres, ellos toman una decisión y nadie puede cuestionarlos porque si no sufrirán su ira.

—Vamos Aileen contrólate —apoyando mis palmas sobre mi tocador, mire mi reflejo en el espejo. Mis ojos grises estaban muy oscuros, mi corona estaba brillando con los rayos sobre mi cabeza, el rodete la sostenía bien y descansando sobre mi cuello, mi colgante estaba mostrando una tormenta eléctrica. Cerré mis párpados respirando hondo, dejando mi mente en blanco, trate de que el enfado abandone mi cuerpo, aunque a Artemis no le agrade mi plan, iré de todas formas al tártaro. Un trueno resonó cerca de mi ventana, debo controlarme, mente en blanco, pensamientos positivos, respirar y exhalar con calma. Apoyé una de mis manos sobre mi corazón y otra en mi abdomen, apretando sin mucha presión y comencé a contar hasta diez. —Una princesa jamás pierde la compostura —susurro abriendo los ojos, el reflejo en mi espejo me mostró mis ojos gris azulado, mi corona y dije volvieron a la normalidad y todo en el olimpo se calmó.

Necesito una distracción, por lo que busqué mi tablilla de tareas y comencé a leerla buscando algo con que mantener mi mente ocupada. Tengo que revisar el trabajo de los semidioses, que nadie esté peleando con nadie y que todo sea una armonía perfecta para que nada se salga de control o todo se vuelva un caos. Caos, Alida no se había vuelto a acercar al olimpo, ni siquiera tuvimos informes de que podría estar haciendo y en verdad me preocupa porque quiero aclarar muchas cosas con ella. Pedirle disculpas en nombre de mi padre y si se puede llegar a ser amigas, nunca me cayó mal y aunque me hizo daño sé que ella se siente peor. Pero ahora no podía pensar en eso, tengo trabajo por hacer, me encaminé a mi puerta cuando del otro lado estaba a punto de tocar mi prima Ylenia.

—Vamos a ver al abuelo Cronos, Apolión descubrió una forma de verlo sin correr riesgo nosotros —me informa con alegría mi prima levantando su mochila lista para la aventura.

—Debo prepararme, esperen —sin mediar más palabras, corrí por mi mochila, amuletos de protección y algunas pociones que nos servirán por si las cosas se complican. Entre en mi armario buscando algo más cómodo para ir y quitarme este vestido y mi corona. Me puse un brazalete, escudo y una peineta que se convierte en espada cuando lo necesitaba. En el tártaro no solo estarán mis abuelos y los otros titanes, sino que también muchos de los hermanos de mi papá que no lo quieren tanto debido a que el los encerró. También guardo algunos rayos conmigo, nunca se sabe cómo van a reaccionar con nuestra llegada.

Salgo de mi habitación encontrando a mi prima con su tridente en mano, en su muñeca su brazalete escudo, vestida con ropa cómoda. Mi primo a su lado tenía su casco puesto su anillo escudo y su espada estaba al costado de su cintura. Estábamos más que listos para irnos, Apolión sacó un libro antiguo y recito un cántico en un griego antiguo. Se abrió un portal dejándonos ver al otro lado un enorme portón cerrado por una gruesa cadena. Atravesamos el portal y este se cerró tras nosotros, dejándonos frente a esa enorme entrada de oro descuidada. Nos acercamos a las cadenas, no tenía idea de cómo las abriremos hasta que note tres símbolos grabados en el candado.

—Mmm... miren esto —llamo a mis primos para enseñarles los símbolos, había un trueno, un tridente y un casco. La puerta debemos abrirla los tres juntos, es una medida de seguridad para que ninguno de los tres grandes se traicione y libere a Cronos. Deben estar los tres para poder abrirla —Debemos utilizar nuestros poderes para abrir, esa es la llave —afirmó viendo a mis primos que se repararon con sus dones y girando de nuevo a ver el candado hice lo propio. Cerré mis ojos y sentí los rayos, salir de mis manos golpeando las cadenas y luego se unió el agua de Ylenia y el fuego de Apolión. Las cadenas desaparecieron para abrir el gran portón. Sonreí y cuidadosamente entramos al gran jardín del Tártaro, detrás de nosotros se cerró el portón y la cadena volvió a aparecer.

—La barrera de seguridad —comentó Apolión encogiéndose de hombros, y miró en todas las direcciones a detalle inspeccionando el área en donde nos encontrábamos.

Era tal y como lo había visto cuando estuve dormida, hasta el perfume es el mismo, era como si ya hubiera estado aquí antes, pero es imposible de lo contrario lo recordaría. Seguimos caminando con sigilo para no llamar tanto la atención, no sabíamos que podía pasar. Avanzamos por más de quince minutos dirigidas por Apolión, hasta que llegamos a lo que parecía una estancia de té. Enfrente de nosotros una gigantesca titánide apareció, rostro en forma de corazón, cejas redondeadas fina, ojos caídos de color esmeralda, una nariz griega y labios carnosos de un color rosa natural. Su largo cabello negro caía por su espalda en un estilo surfero con algunas trenzas decoradas con pequeñas flores. Un cuerpo con forma de pera, enfundada en un bellísimo vestido blanco de seda y encaje con escote profundo y mangas. Podría reconocerla con los ojos cerrados, es Rea, mi abuela, la única de las titánides que tiene al menos dos o tres cuadros en el olimpo. Mi padre y sus hermanos decidieron honrarla porque ella fue una víctima de su marido.




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