La hija de Zeus y Hera [1.2]

Capítulo 29| Sonríe rayito

A I L E E N⚡️⚡️⚡️

 

A I L E E N
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Dos días tardó en despertar Artemis, las heridas de su cuerpo no fueron tan graves, pero sí necesitaba descansar. No recordaba mucho sobre la pelea con Alysa, lo que me ayudó a preguntarle sobre lo que sabía de Damián, pues aseguró haberlo visto con vida y con un poco de insistencia logré que me diera la información. Lo descubrió hablando con Penny en el campamento, pero como no quería que lo supiera procuro guardar el secreto. El castaño siguió insistiendo en que me amaba y lo dejé en manos de Agatha para que le quite el hechizo de la poción. No quise comentar con nadie lo de Damián, me costaba asimilar que él estuviera vivo y no se atreviera a decírmelo. Pero los rumores se esparcieron rápido, todos estaban enterados del engaño de Damián y me miraban esperando a que me derrumbara. Por esta razón me refugié en visitar a mis abuelos en el tártaro, ellos estaban contentos con vernos mientras no fueran nuestros padres. La abuela Rea nos cocina siempre que vamos de visitas y nos demostraba mucho cariño, es como una típica abuela humana, pero con un temperamento fuerte cuando se enoja.

Trate de mantenerme ocupada con todo lo que me mantuviera sin pensar en Damián, es por eso que me puse a organizar la fiesta de cumpleaños sorpresa de mi prima. Preparamos todo mientras ella festejaba con los semidioses en el campamento media sangre. Esta noche me divertiré, no dejaré que lo que paso con Damián me siga condicionando a no ser feliz y me olvidaré de todo lo malo que ha pasado estos últimos meses.

Me analicé en el espejo de mi armario, traía puesto un vestido negro transparente que deja ver mi ropa interior negra y muchas piedras cubriendo el vestido. Mi brazo izquierdo es de manga larga y el derecho sin mangas, con un pequeño cuello de tortuga y un corte en mi pierna derecha. Tacones open toe negros, un smokey eyes, con gloss en los labios y mi cabello lacio. Como estaba un poco fresco afuera me puse una chaqueta de cuerno negro, me veía muy diferente a como suelo vestirme para ocasiones especiales y estaba segura de que papá no aprobaría este atuendo, pero él no está en el Olimpo. Sonreí a mí reflejó, era una chica completamente diferente a la chica que me reflejo estos últimos meses, con enormes ojeras y los ojos rojos por llorar. Todo estaba bien hasta que vi en una esquina de mi espejo una foto, mi semblante cambió a uno más serio y retiré ese papel, donde estábamos Damián y yo, tomados de la mano riendo de una tontería.

Recuerdo el día que tomamos esta foto, pasamos la tarde juntos y estando en su habitación los dos solos, él me propuso ser su novia de una manera muy romántica con las estrellas. Mi pecho comenzó a dolerme, en mi garganta se instaló un nudo que me impedía tragar saliva y mis manos temblaron sosteniendo esa foto. Él regresó de la muerte, todo este tiempo estuvo vivo, me vio derrumbarme, pasar el duelo y como intente hacer un hechizo para olvidarlo porque no soportaba el dolor y jamás intentó buscarme. ¿Por qué Damián no quiso parar mi sufrimiento?

Mis ojos comenzaron a arder, estaba aguantando las ganas de llorar y el dolor en mi pecho no hacía más que incrementarse y cada vez me costaba más y más respirar. La foto en mis manos comenzó a temblar, no podía seguir soportando esto, fingir que nada de lo que hizo Damián me dolía y que no me importaba que me haya causado este dolor tan profundo.

En el techo de mi habitación las nubes comenzaron a tornarse de un color oscuro, los rayos y truenos amenazaban con caer. Arrugue la foto en mis manos, aun con el dolor en mi pecho comencé a rasgar pieza por pieza aquel recuerdo y cuando ya no puedo destrozarlo más lo deje caer de mis manos. Un grito brotó de mi garganta porque necesitaba de algún modo quitar todo lo que llevaba adentro, necesito liberar toda esta carga emocional que me está destruyendo. Comencé a llorar, necesitaba soltar todo lo que me había estado guardado durante estos últimos días y dolía aún más saber que aunque ya no era un secreto, él siguiera sin venir a verme.

Llore por Damián, llore por la mentira, llore por todo el dolor que tuve que pasar y toda mi familia me oculto todo, desde mis padres hasta mis hermanos. Ellos sabían cuánto me dolía la muerte de mi novio y aun así decidieron callar. No los entendía. Llore hasta que logré calmarme y con un pañuelo desmaquillante me limpie el rostro, volví a maquillarme y sonreí a mi reflejo. No podía seguir llorando, no me quedan más lágrimas para derramar.

—Esta noche beberé hasta perder la conciencia —hable para mi reflejo —Sonríe rayito, aunque duela finge estar bien, olvida que te sientes mal —ese sería mi mantra estar noche "sonríe rayito". Es lo que me decía mi papá cuando era niña y me lastimaba. Así es como me sentía en estos momentos que estaba lastimada. Había sido traicionada por el que se suponía era mi guardaespaldas y mi amigo, por mi novio, bueno ex—novio. Necesito un trago de lo más fuerte que haya en esta fiesta.

—Aileen —escuche el llamado de mi primo detrás de la puerta de mi vestidor, respire hondo intentando calmarse, aún seguía con pocos espasmos del llanto.

—¡Enseguida salgo! —grité acomodando mi vestido, es realmente algo muy atrevido, pero ya no me importaba, me vestí para mí y mi reflejo aprueba la elección de mi atuendo. Saliendo de mi vestidor abrí la puerta tranquila y casi se me cae encima Apolión. Me reí puesto que se notaba que estaba con la oreja pegada en la puerta intentando escuchar lo que estaba haciendo, o si me había puesto a llorar, últimamente me estaba sobreprotegiendo demasiado.




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