La hija de Zeus y Hera [1.2]

Capítulo 30| Ronda de Shots

A I L E E N⚡️⚡️⚡️

A I L E E N
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La sorpresa que le dimos a Ylenia fue todo un éxito, mi prima se puso muy feliz por lo que le preparamos en secreto y la ayudó a cambiarse para unirse a nosotros en la fiesta. Una vez regresamos al salón la dejé con su novio para irme a beber, los hijos de Dioniso estaban preparando cócteles deliciosos, me tomé dos antes de probar una cerveza. Baile con Alida y Calisto, me reí de tonterías mientras continuaba tomando cerveza y alguna que otra bebida que me ofrecían mis amigos. Hasta que mi cerveza se acabó y regresé a la barra en busca de otra, Apolión me observaba con desaprobación, pero le pidió al barman que sirviera una ronda de shots para ambos. Puse sal en mi palma que lamí rápido con mi lengua, chocamos los vasos y bebimos el contenido de un trago y dejando el vaso sobre la barra mordimos un limón pasando el amargo trago. Pedimos una segunda ronda y se nos unieron dos hijas de Hestia, los cuatro tomamos otra ronda de shots y me levanté de mi butaca para ir a bailar.

La música a mi alrededor es buena y todo mi cuerpo siente la necesidad de moverse al compás de esta, tomando del brazo a Apolión nos lleve a la pista de baile. Las luces se apagaron dejando paso a las de colores y más personas se unieron a bailar con el sonido de la buena música. Escuchó mi risa al ver los sexis pasos de mi primo que intenta hacer el tonto, el ambiente es animado y por un segundo olvido que estaba triste y porque quería olvidar que el mundo existía. Cerrando los ojos dejé que mi cuerpo se moviera al ritmo de la música, cada nota entrando por mis tímpanos era hipnotizante y me movía como una cobra ante el sonido de una flauta. Era casi mágico y el hechizo se vio roto cuando sentí unas manos sobre mi cintura, abrí los ojos asustada. Apolión estaba hablando con Adara y aun con miedo gire para ver quien me estaba tocando y toda la alegría que había sentido antes se evaporó.

Delante de mí quebrando cada estructura de mi alma se encontraba Damián, no pude decir nada, mi cerebro aún estaba procesando que él estaba frente a mí. Con sus manos sobre mi cintura, lo observé inclinarse hacia adelante, su aliento choco contra mi oreja.

—Lo siento —susurro con un tono triste, pero ese gesto no hablando en lo más mínimo mi corazón y todo lo que estaba sintiendo me hizo empujarlo para alejarlo de mí. No tolero que me esté tocando, que siquiera esté cerca de mí respirando el mismo aire, o que me mire con esos ojos celestes que tanto me hacían suspirar. Un simple lo siento no va a arreglar nada, ni hará que me olvidé de las noches en vela que pasé llorando.

—¿Eso es todo lo que tienes para decirme? —interrogó con mi respiración volviéndose agitada, mi pecho subía y bajaba muy deprisa, el sonido de la música seguía, pero yo me sentía como en una burbuja donde nada más que yo y Damián estabas compartiendo.

—Déjame explicarte rayito —suplico queriendo tomar mis manos, me aleje negando con la cabeza, no quiero que me toque. Damián alzó su mirada hacia mí con tristeza, pude ver que mi rechazo lo lastimo, pero jamás entenderá que todo lo que él hizo me hizo sufrir demasiado. Le dejé conocerme de una manera en la que no volveré a repetir con nadie, me vio como realmente era y cuando le entregué mi corazón, desapareció. Desgarrándome el alma en el proceso, sufriendo porque mi peor pesadilla se había vuelto realidad.

—Te odio por arruinar mi vida —reprocho con las lágrimas empañando mis ojos, nunca le había dicho a nadie que lo odiaba, siempre me pareció una palabra demasiado fuerte y destructiva. Pero oírlas salir de mi boca hacia una de las personas por la cual había sufrido tanto me hizo sentirme peor, porque no solo lo lastimaba a él, sino que a mí por sentirme mal al decirle eso porque todavía lo amo. Sin dejar que el me respondiera me giré sobre mis talones esquivando personas hasta que logré abrirme paso a la barra. Le pedí al cantinero la bebida más fuerte que tuviera y me la bebí tratando de tranquilizarme, no puedo hacer una escena en el cumpleaños de mi prima.

La noche transcurrió rápido, al igual que la cantidad de cerveza que llevaba bebiendo. Los shot ya ni siquiera me quemaban la garganta. Mi prima me tomó del brazo para qué bailará con ella, lo cual acepté. Camine con pasos torpes, pero aun así me podía mantener en pie. Las luces de colores me hicieron entrar en una nube donde los colores se disiparon al igual que los rostros. Un momento los veía y al otro eran una mancha borrosa. Deje que mi cuerpo se moviera al ritmo de la música, pasó alguien con una cerveza y se la arrebató bebiendo el contenido de un solo trago. Tenía ganas de ir al baño, pero mi cuerpo se tambaleaba de un lado a otro. Helen junto con Apolión aparecieron frente a mí, se ven tan lindos.

—Hola —comento arrastrando la última sílaba de la palabra, me tiré en los brazos de Apolión que me recibió con torpeza.

—Vamos princesa que mañana tendrás una fuerte resaca —contestó mi primo. Sin mucho esfuerzo me puso en pie y me intentó sacar de la pista.

—No, quiero hacer pipí —afirmó abrazando el torso de mi primo para recargarme sobre él.

—Te llevaré al baño entonces —desvió su camino al que creo es el baño de chicas.

—No puedes entrar, quédate fuera enseguida, salgo primito lindo —aseguro apretando sus mejillas. Me gire, pero el repentino movimiento me causó un mareo, tome estabilidad cambiando tambaleante hacia el baño. La puerta parecía estar lejana, o eso pensaba porque la puerta se movió y me terminé chocando con ella. ¿Las puertas se mueven solas? —Estoy bien, la puerta se me atravesó —conteste a las personas que me estaban viendo raro. ¿Nunca vieron a las puertas moverse?




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