La hija de Zeus y Hera [1.2]

Capítulo 31| Emma's coffee

A I L E E N⚡️⚡️⚡️

A I L E E N
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Nos separamos con Alida, ella volvió a la habitación de su novio comiendo cereales y yo continué en dirección al comedor donde quería desayunar y tomar mucho, mucho, pero mucho café. Necesito regresar a la vida, al acercarme al comedor noté que no se escuchaban las voces de los semidioses, por lo general siempre se escuchan los murmullos de todos o el sonido de los cubiertos. Recordé las palabras de la pelirroja, es tarde y quizá ya todos hayan desayunado, de todas formas me acerque hasta el gran comedor para comprobar si había alguien o comida aun. Estaba vacío, sacando mi celular del bolsillo me percaté de que era muy tarde como para pedirle a las hijas de Hestia que me preparen algo. Por lo que decidí ir al mundo mortal a desayunar en alguna pintoresca cafetería donde nadie me conozca y no me miren con pena porque me engañaron. Estar sola me vendría bien.

Envuelta en un rayo viajó al mundo mortal, sin rumbo alguno dejo que mi transporte me lleve a un sitio soleado, alejado un poco de los mortales y cerca de un restaurante tranquilo. Apareciendo en un callejón solitario comencé a caminar por la ciudad, se veía un sitio algo tranquilo y finalmente encontré una lo que buscaba, una cafetería Emma's coffe. Su fachada era de una cafetería de los años cincuenta, con grandes ventanales que mostraban asientos de cuero con mesas pequeñas y luces neón. Frente a la puerta había dos pizarrones con el menú del día y otro colgando en la entrada con una frase divertida. Entrando en el establecimiento una campana aviso de mi llegada, algunos mortales voltearon en mi dirección analizando por unos minutos para posteriormente regresar a lo que estaban haciendo antes. El local estaba casi vacío, pero el aroma a pay de moras me pareció delicioso.

Me senté en la barra esperando a que me atendieran y observe que el lugar era de un ambiente vintage con varios focos de lucesitas colgando del techo y pisos de tablero de color blanco y negro. Me gusta este sitio, espero que la comida sea tan sabrosa como el aroma me está haciendo sentir. Una camarera que estaba en la barra me atendió y le pedí un café cargado y un pay de moras. El sonido de la campanita de la puerta atrajo mi atención. Al local ingresaron una chica y un chico parecían ser una pareja. Volteó a mirar el café y pay que la camarera dejó frente a mí. Bebí un sorbo del café y me sentí un poco mejor.

—¿Resaca? —interrogó la camarera que me había atendido minutos antes, estaba limpiando la barra con un pañuelo y me sonreía de manera amistosa. Su rostro de diamante llamó mi atención, ojos pequeños de color castaño, una nariz corta y labios carnosos. Traía el cabello negro bien atado en una cola de caballo alta y su piel bronceada natural me resulto exótica.

—Sí, es como si la cabeza se me partiera, nunca había tomado tanto alcohol —comente, tomando otro trago del café y pincho un trozo del pay llevándoselo a la boca, sabía delicioso y el malestar pareció abandonarme en ese segundo. Pero regresó rápidamente con un fuerte dolor de cabeza.

—Te puedo dar una aspirina si quieres, ayudará para el dolor de cabeza —aseguró la joven, agachándose un segundo buscó debajo de la barra. Y en un segundo volvió a ponerse de pie, con un paquete de comprimidos de aspirina —Aquí está —aseguro entregándome uno lo cual acepté, bebiendo junto con un vaso de agua el cual la chica me tendió.

—Muchas gracias por la aspirina... —No pude terminar la oración porque desconocía cómo se llamaba, su gafete solo ponía E. Rodríguez.

—Emma —terminó la oración por mí sonriendo. Me resultó gracioso que se llamara igual que el establecimiento, quizá solo era una coincidencia y su nombre le aseguro un lugar en el local. No pudimos seguir charlando porque el cocinero tocó la campana avisando que el pedido de la pareja que ingresó minutos atrás estaba listo.

Volví a pinchar el pay llevando un nuevo pedazo a mi boca, degustando el delicioso sabor de aquel manjar, por los dioses es lo mejor que he probado después de los pay de frutilla de Demi. Bebí un trago de café y cerré los ojos, me estaba sintiendo mucho mejor, esta cafetería se volvió mi lugar favorito en el mundo mortal.

—Princesa Aileen —escuchar aquella voz hizo que mi tenedor se resbalara de mis manos y cayera detrás de la barra, no quise darme vuelta porque conocía al dueño de aquella voz y aún no me sentía preparada para enfrentar la verdad. Estaba muy tensa en mi lugar, un escalofrío me recorrió la espalda y el malestar de la resaca era una tontería comparada a como me sentía en estos momentos. Una mano tocó mi hombro con delicadeza, fue como si temiera que le tire el café a la cara, gire la cabeza despacio viendo por encima de mi hombro a Damián. Un recuerdo fugaz de la noche anterior viene a mi cabeza, su sonrisa, algo que en estos momentos ni siquiera se imagina de ver en su rostro.

—Damián —habló con un hilo de voz, el nudo en mi garganta no me dejaba hablar con claridad y una sensación de miedo crecía en mi pecho. Apreté mis manos clavando mis uñas en mis palmas, quería irme corriendo, pero ya soy una adulta y debo enfrentar la cruda verdad. Él tiene todo el derecho de querer explicarme lo que sucedió y porque me mintió.

—Tenemos que hablar —anuncio las palabras que tanto miedo me daban, temblé en mi sitio asintiendo despacio con la cabeza, tenía muchas ganas de vomitar y la panza comenzó a dolerme mucho. Sin que pueda evitarlo en mis ojos comenzaron a acumularse lágrimas, no me sentía lista para esto. Sé que esto me va a doler.




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