A I L E E N
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La feria era enorme con una gran carpa donde se mostraban show con personas haciendo acrobacias y diversas actuaciones que personas normales sin entrenamiento no podrían realizar. Vimos el espectáculo completo y tras salir de allí montamos las diversas atracciones de la feria, algunas fueron divertidas, otras me dieron miedo. Algo que me levanto mucho el ánimo fue ver a Ylenia tan contenta, desde que tuvo ese incidente en el liceo con su cola de sirena no había podido volver al mundo mortal y sé que extrañaba esto.
—Tierra llamando a Aileen —un chasquido frente a mis ojos me hizo reaccionar, parpadeando, miró a Emma que estaba frente a mí agitando sus manos frente a mis ojos —¿Rubia escuchaste algo de lo que dije? —pregunta la castaña con una sonrisa.
—Lo siento, pero no, ¿qué decías? —respondo acomodando mi cabello hacia atrás y me llevo un puñado de algodón dulce a la boca. Esta cosa era deliciosa, un gusto dulce que se te deshacía en la boca, no había probado una cosa así antes.
—¿Que si querías entrar conmigo a la casa de los sustos? —repite la interrogante Emma, ya habíamos subido al tren de los sustos, pero una casa me parecía mucho más llamativa.
—Sí, me encantaría —respondo con una sonrisa. Mi amiga no perdió el tiempo y me tomó del brazo y me arrastró por la feria hasta que paramos frente a una casa enorme, vieja y sucia. En las ventanas salían espectros que deberían ser terroríficos, pero no lo eran, daban risa.
—Dos entradas por favor —pide Emma en la casilla a un chico con la cara pálida de pintura, con los ojos pintados de negro y labios cubiertos de labial roja. El chico nos entrega dos boletos, recibe el pago de mi amiga y luego desaparece. La puerta se abre haciendo un chirrido espantoso.
Nos adentramos en la casa, todo estaba muy oscuro, apenas veíamos por las pequeñas luces rojas y de otros colores que parpadeaban, dejando lapsos de apagones donde eran aprovechados para hacer aparecer carteles con fantasmas o brujas que gritaban y te sacaban un susto. Telarañas falsas por todos lados te pegaban en la cara y arañas de tamaños ridículos te caían en la cabeza. Junto a Emma avanzamos tomadas de las manos, el chirrido de una puerta abriéndose nos sobresalta y caminamos hasta el fondo del pasillo, del techo cayó una mujer con un vestido de novia y tijeras en su vientre. Emma gritó tan fuerte que tuve que cubrir mis oídos, solté su mano viéndola correr despavorida por el pasillo, dejándome completamente sola con un cadáver de papel maché colgando del techo.
—¡Emma espérame! —grité corriendo por el mismo lugar por donde ella se fue, pero entre la oscuridad y los cortes de luces y fantasmas de papel apareciendo cada tanto la perdí.
¿Ahora como se supone que salga de aquí?
Corro por un pasillo llevándome por delante telarañas y otras cosas viscosas que se resbalan por mi cuerpo sin pegarse en mi ropa. Continuo mi camino hasta que un hombre con capa negra y roja se cruza en mi camino dándome un susto de muerte. Abrió su boca enseñándome colmillos falsos y de su boca caía lo que parecía ser sangre.
—Una apetitosa presa para Drácula —habló con voz ronca y profunda el hombre arrancándome un grito y comencé a correr de nuevo huyendo en dirección contraria a la del monstruo. Con los apagones de luces me choqué contra una pared y me caí hacia atrás por el rebote del choque, sentía que todo me daba vueltas.
—Auch —logró articular desde el suelo frotando la parte posterior de mi cabeza, me di un fuerte golpe contra el concreto.
—¿Aileen? —La pared hablo, mire hacia arriba encontrando que aquella pared parlante era Damián. Me había chocado con él y no con una pared, esto no podía estar pasándome.
—Da... Damián —gimoteo intentando levantarme del suelo, esto era lo más humillante que me ha pasado y no podía ser peor.
—¿Te encuentras bien princesa Aileen? —pregunta, esté intentando ayudarme, pero como si temiera que lo rechacé alejo su mano y me vio ponerme en pie acomodando mi ropa.
—Sí, yo perdí a mi amiga, no sé por donde salir —respondo con un nudo en la garganta, mis ojos picaban, tenía muchas lágrimas acumuladas, pero no sabía si era por el susto o porque ver a Damián aún me afectaba.
—Tranquila princesa Aileen, sé cómo salir de aquí si quieres te puedo guiar —afirmó el castaño. Sus palabras me dolieron, por segunda vez me había llamado de aquella manera tan formal y fría, nunca me había disgustado tanto el protocolo real como ahora. Damián comenzó a caminar por los pasillos y lo seguí con la esperanza de encontrar a Emma y poder huir juntas de esta casa de los horrores juntas. —La casa de los sustos, nunca imagine encontrarte aquí, nunca te gustaron las películas de terror —pronunció el chico. Iba a responder, pero se me cruzó enfrente una mujer con pintura verde en su rostro, una gran nariz con una verruga enorme en la punta de esta. Esta mujer vestida de negro soltó una risa que podría ser comparable a la de mi hermano Ares cuando hace alguna maldad. Grité asustada y me pegué como chicle al brazo de Damián, a él no parece incomodarlo, estaba apretando su extremidad a tal punto que llegará a lastimarlo.
—Fue idea de Emma y Apolión me dijo una vez que este lugar es divertido, debí olvidar que la definición de diversión para mi primo es diferente a la mía —confesé soltando su brazo al notar que llevaba demasiado tiempo apretándolo —Perdón por apretar tu brazo.
—Entiendo lo de Apolión, pero... ¿Quién es Emma? —Su pregunta hizo que el ambiente tenso se disipara un poco, la tensión que tenía acumulada por los sustos que estaba teniendo. Temía que en cualquier momento empezará a despedir rayos a todo lo que me estaba aterrando.