La hija de Zeus y Hera [1.2]

Capítulo 36| Estoy bien

A I L E E N⚡️⚡️⚡️

A I L E E N
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Me prepare para esta noche especial, es mi cumpleaños y no voy a dejar que nada ni nadie apague mi felicidad. Deje que las ninfas me ayudaran a alistarme, peinando mi cabello, maquillándome y me calzaron mis tacones negros. Limpiaron mi corona dejándola lista para que me la colocara, tomándola entre mis manos me vi al espejo, esta brillaba encima de mi cabeza.

Esta corona simboliza tu responsabilidad como princesa en el olimpo, jamás debes caer ante nada, siempre mantenerte firme con la promesa de algún día portar la corona de reina.

Sonreí al recordar las palabras que me dijo mi papá al momento de mi coronación como princesa elegida para ser la siguiente en el trono, un reino debe tener una princesa preparada. Lo extraño tanto. Mi padre nunca me dejó abandonada ni me trató mal jamás, es más, me ve como si fuera una pequeña beba. Teniendo en cuenta la edad de mis hermanos y hermanas si soy una bebé, todos en realidad me tratan como si fuera una, desde que tengo uso de razón. Mi madre desde que nací me preparo para ser una princesa, la mejor de todas, la perfecta hija que cualquier matrimonio mortal o divino envidiara. Por eso es que soy tan detallista, busco la perfección en todo y lo busco siempre porque hace a mi madre sentirse orgullosa de mí. Tal vez por eso me afectó tanto lo que ocurrió con Damián, siempre idealice mi relación perfecta, pero no pude ver que no existe eso. Las relaciones tienen sus altibajos y eso está bien porque la perfección por más que se busque no existe. Soy una princesa, pero no una perfecta, aprendí todo este tiempo que puedo equivocarme sentir o incluso demostrar mis emociones sin avergonzarme. Por qué una princesa perfecta solo existe en cuentos de hadas y yo no soy un cuento, soy real. Tan real como que el sol sale cada mañana iluminado las esperanzas de un nuevo comienzo.

—Estoy lista —anuncié a mis amigas, al igual que yo se habían esmerado en arreglarse y en hacer que mi fiesta sea divertida a pesar de la ausencia de mis padres. Algo que me alegró fue que a través de hechizos de magia antigua logramos traer a Adam y Emma, que se tomaron demasiado bien el hecho de mi descendencia divina.

En la mañana tuve que ir a casa de Emma porque debía darle el collar que le permitiría estar en el olimpo. Camine por la misma vereda donde justo anoche me beso Damián, sentir sus labios de nuevo sobre los míos fue un alivio enorme que se apagó en cuanto nos separamos. Estaba consternada por la situación y al borde de las lágrimas lo abofeteé, girando sobre mis talones me fui en un viaje rayo. Mi actitud no creo que haya sido la mejor, pero no puedo dejar que el venga me bese, así como si nada. Mejor continuaré hablando de lo que pasó con Emma y Adam.

Frenando en la residencia de mi amiga los encontré afuera sentados en la mecedora con un vaso de limonada, al percatarse de mi presencia me saludaron señalando que me apresuré, fui hasta corriendo a sentarme junto a ellos y comenzamos a hablar acerca de la fiesta esta noche. Dentro de la casa comenzó a sonar música fuerte, Emma mencionó que podía ser su hermanastra que no prestemos atención.

—Aileen dinos donde vives así iremos y no tienes que molestar a nadie para que venga a buscarnos —deje mi vaso de limonada en el suelo y mire a mis amigos. Debería decirles la verdad y ahorrarnos un montón de malentendidos o mentirles y llevarlos con un hechizo al olimpo escondiendo nuestro secreto. Son mis amigos, en algún momento tendrán que saber que soy una diosa y que todos los dioses me ayuden, creo que ese momento debe ser ahora.

—Tengo algo que decirles, ustedes no podrán ir a mi casa a menos que yo los lleve y usen estos —sacando los collares de mis bolsillos se los enseño con un nudo en la garganta —¿Conocen la mitología griega?

—Si, me gusta mucho a pesar de que un poquito misoginia tiene moralejas interesantes para filosofar y una de mis diosas favoritas es Hera, siempre protegiendo su matrimonio y vengativa de todas las amantes de su esposo, sin dudas una diosa incomprendida. Pero no entiendo, ¿qué tiene que ver la mitología griega con que no podemos ir a tu casa? —preguntó Emma con intriga, lo que me alegro es que le cae bien mi mamá, será más fácil convencerla de que no soy un monstruo.

—Tiene que ver que los mitos muchas veces esconden verdades y en ocasiones no todo se es contado, los dioses Zeus y Hera son un poco más reales de lo que creen los humanos. Lo que quiero decir es que no soy una chica común, yo soy una princesa... soy la princesa Aileen, heredera al trono del Olimpo, hija de Zeus y Hera. Soy una diosa —confesé viendo a mis amigos, Emma permaneció sin expresión alguna, dejó caer de su mano el vaso. Adam que era el más próximo a mí y acerco su mano tocando mi frente y me miró a los ojos volviendo a tocar mi frente como si fuera a tener fiebre.

—¿Te encuentras bien? —pregunto el castaño mirándome como si estuviera loca. Rodé los ojos ante su ignorancia, sabía que decirles esto de golpe sería difícil, pero de algún modo se los demostraría.

Cerré mis ojos concentrándome en originar una nube entre mis manos, algo sumamente sencillo y cotidiano para mí, pero en ese momento era una clara afirmación de que digo la verdad. Respire profundo concentrando mis energías en hacer esa nube, Emma pego un grito ahogado y abrí mis ojos viendo que en mis manos estaba una nube pequeña. Adam acercó su mano temblando y la toco la nube, se ofendió y empezó a lanzar rayos. Esta pequeña está de mal humor. Emma me miró y se empezó a reír, creo que es un acto reflejo por los nervios.




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