La hija de Zeus y Hera [1.2]

Capítulo 38| Aléjate

A I L E E N⚡️⚡️⚡️

A I L E E N
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Di vueltas con el tenedor sobre la comida, la mirada de Maya me estaba poniendo muy incómoda y no tenía intenciones de verme de otra manera. Estábamos almorzando con los señores Rodríguez, Damián y Adam incluidos en la mesa. No podía probar un bocado porque la hermanastra de Emma parecía querer matarme con la mirada, comenzaba a sospechar que las cosas que me dijo Damián tenían cierta verdad escondida.

—¿No tienes hambre? —preguntó Emma al ver que no había tocado mi comida, ella no había notado que su hermanastra no me quería en la mesa.

—Si, pero no quiero molestar, al parecer a Maya no le agrada que yo esté aquí —respondo con las mejillas calientes observando como todas las miradas pasaron a la rubia oxigenada. Su rostro tomó un color rojo, no quería dejarla en evidencia, pero tampoco quería seguir sintiéndome incómoda.

—Maya deja de mirar a Aileen así, es nuestra invitada por el amor de Dios —la rezongo su mamá y la chica dejó de verme al fin. Escuché la risita ahogada de Emma a mi lado y mi pierna es golpeada por la de Maya. Sé que es ella porque nadie más tiene tacones en esa mesa, a menos que Damián haya decidido ponerse unos. Cansada de esta situación le devolvió el golpe, con más fuerza de la que ella implementó, lo que le ocasionó un pequeño grito que tuvo que ocultar de su familia.

En resumen, el almuerzo fue un completo desastre si le sumamos que Maya no dejo de verme y Damián tampoco. Lo que hizo que la rubia oxigenada se las tomara conmigo y por accidente Maya en su torpeza fue a servirme un poco de agua —que no pedí— terminó derramando todo sobre mí, empapando mi blusa y ropa interior. Terminé pidiéndole un sostén a Emma y una nueva blusa, lo bueno es que teníamos la misma talla. Adam se fue tiempo después y nos dejó ambas para salir a pasear en bicicleta que a decir verdad jamás había montado una de esas antes. Pero Emma me dijo que me enseñaría a usar una de esas cosas.

No fue fácil montar esa cosa sin caerme hacia los costados, me costó mantener el equilibrio y Emma se mostró con una paciencia enorme enseñándome por cerca de media hora antes de soltarme y dejarme andar sola. Esta cosa es divertida, Emma me siguió montando la suya, ella me dirigía y yo la seguía. Hasta que paramos en un parque donde compramos un helado y nos sentamos en las bancas. Dejando las bicicletas a un costado.

—Aileen a ti... ¿Te gusta Adam? —habla de repente mi amiga con una pregunta que me hizo pasar el helado por mi garganta tan rápido que esta me quemo. No entendía el porqué de su pregunta.

—No, ¿estás loca? Adam es mi amigo Emm —reprocho viendo a la castaña, no siento nada más que un cariño fraternal por Adam y estoy segura que él siente lo mismo por mí. Solo podemos ser amigos, nunca podría haber algo más. —¿Por qué la pregunta?

—Fue porque… por nada Aileen, tonterías mías —aclaro la castaña con el color rosa teniendo su rostro pálido, pero su respuesta solo hizo que mi curiosidad aumentara.

—Vamos dime —insistí dándole un leve empujón con mi cuerpo, Emma sonrió suspirando para dejar de mover su cuchara en su helado.

—Que no es nada, Aileen, solo curiosidad —respondió con un tono apagado, girando a ver a las parejas que se encontraban paseando, charlando o pasando tiempo juntos en un pícnic. Fue en ese instante en que me di cuenta de porque mi amiga preguntó eso, a Emma le gusta Adam, por los dioses, ¿cómo es que no me di cuenta antes? El único chico que la hace sonreír es Adam, la lleva a fiestas y ella va solo con él. Por los dioses otra vez Eros metiendo sus flechas entre los mortales.

—Oh Emm te gusta Adam — chillé emocionada. Los labios de Emma comenzaron a temblar, su mirada se apartó de las parejas para ver su helado entre las manos, se notaba que esto la avergonzaba.

—Desde hace un par de meses comencé a sentir cosas por Adam, pero él estaba con su novia y no me quise decirle nada para no arruinar su noviazgo ni nuestra amistad. Pero ahora me da miedo decirle mis sentimientos, sé que todavía ama a Arlie y temo salir lastimada —confiesa viendo en su mano el helado chorreando por sus dedos y segundos después la bocha de helado derretida se cayó hacia adelante manchando la punta de sus zapatos. Le terminó dando el cono a un animalito hambriento que se acercó a comer el helado del suelo y la imite dándole el mío al indefenso perro. —Adam siempre me ha visto como su mejor amiga y no creo que cambie eso, tengo miedo de perderlo.

—Emma no puedes callarte lo que sientes, sé que puede ser difícil, pero si no le dices lo que te pasa te tocará ver a Adam con alguien más y te dolerá mucho. El te entenderá y cuentas conmigo para lo que quieras —la reconforto dándole un abrazo, toda mi vida me han enseñado que no debo meterme en los asuntos mortales, pero mis amigos me necesitan y sé que me arrepentiré de pedirle este favor a cierta persona, pero es el único que puede volver una amistad en algo más y no estoy hablando de Eros. Limpié mi mano con la servilleta del helado y ambas nos volvimos a montar en la bicicleta.

Frenamos en casa de Emma donde tuvimos que guardar las bicicletas en su garaje. Entramos en la casa donde se podía escuchar el sonido de música alta, lo que nos indicaba que Maya estaba en la casa. Me quedé en la sala esperando a que Emma traiga mi camiseta y sostén que su madrastra se ofreció a lavarme. No estuve mucho tiempo sola porque Maya apareció con un modelito algo diferente al que me había acostumbrado a verla. Tenía puesto un vestido rosa pastel holgado que solo se ajustaba en su busto cayendo libre hasta sus rodillas. La rubia oxigenada se acercó a mí con una mirada desafiante.




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