D A M I Á N
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Aileen desapareció delante de mis ojos cuando aquella chica apareció de la nada y la golpeó. Sin entender que acababa de pasar corrí hacia donde hasta hace un segundo había estado mi princesa, pero solo encontré su corona en el suelo. Levantándola del suelo me puse a pensar que hacer para encontrar a Aileen, listo para ir por los príncipes aparece otra chica de aproximadamente unos veinte años de edad. Es alta, con el cabello negro hasta la altura de su cintura, vestida con un vestido griego azul oscuro que realzaba su silueta esbelta.
—¿Eres Damián? —me pregunta con una voz dulce, tan suave como la melodía del viento, por un segundo me pareció hechizante y no pude mentirle.
—Si —hablé con algo de temor, últimamente me cruzo con puras locas que solo quieren dañar a mi princesa del rayo.
—Entonces debes venir conmigo —la chica tomó mi mano y una luz nos cubrió a ambos. Cerré mis ojos temiendo lo peor y cuando dejé de sentir la mano de la chica sobre la mía abrí mis ojos viendo que estábamos en un bosque. Un enorme y extenso bosque todo era muy oscuro, apenas se podía ver por la poca luz que dejaban pasar los árboles. Con la mirada recorrí el sitio y encontré a Aileen tirada en el suelo y a unos metros lejos de ella estaba la chica que la golpeó. Corrí hasta llegar a mi princesa del rayo se veía pálida, sus labios rosas estaban de un color casi blanco, su cabello rubio parecía perder el brillo, es como si se estuviera debilitando poco a poco, como si su energía se acabará.
—Aileen —hablé bajo moviendo su rostro con cuidado, pero ella no parecía reaccionar a mi llamado. —Princesa...
—Agotó su energía, si no la llevas al olimpo ahora será mejor que te despidas de la princesa, mi hermana utilizó un hechizo para acabar con su vida. Ella está absorbiendo su energía vital —la joven se quitó un collar que traía y lo colocó sobre el pecho de Aileen, este comenzó a brillar obligándome a cerrar los ojos por unos segundos. Al poder abrirlos de nuevo vi como el cabello de Aileen volvió a tener su color natural, pero no parecía mejorar del todo. La morena cayó de rodillas frente a nosotros y se puso muy pálida casi que de inmediato, tomando el mismo aspecto que mi princesa. —Eso será suficiente para que soporte el viaje al olimpo, debes irte ahora. Intentaré sacarle a mi hermana lo que le robo a la princesa, debes irte —hablo jadeante quitando su collar de encima de mi princesa y volviendo a colocarlo en su cuello.
—Gracias —sin esperar a que me responda me puse de pie cargando a mi princesa en mis brazos y cerré mis ojos para transportarnos al olimpo. Cuando abrí los ojos miré a Aileen y su cabello volvió a opacarse, de inmediato comencé a correr a la enfermería —¡Ayuda, necesito ayuda! —grito con desespero entrando en una habitación enorme donde cuidan a los heridos.
Rápidamente, Asclepio¹ se acercó a mí quitándome de los brazos a Aileen y se la llevó a la camilla donde sus hijas Laso² y Aceso³ lo ayudaban. Intenté acercarme, pero una de las ninfas me sacó diciéndome que no podía estar allí dentro, que solo estaría estorbando el trabajo de los dioses. Cerrando la puerta en mi cara grité que me dejaran estar con ella, pero mis ruegos no fueron escuchados por ellos, al contrario, atrajeron a otros semidioses que fueron en busca de Ylenia y los demás. Al cabo de unos minutos estábamos todos esperando frente a las puertas de la enfermería donde nadie salía. Apolión caminaba de un lado a otro, Ylenia estaba abrazada a Adonis que la consolaba susurrando cosas en su oído. Alida abrazaba a su novio mientras lloraba escondiéndose en el pecho de Calisto. Demi estaba apoyada en la pared mirando un punto fijo en el suelo. Adam estaba sentado en el suelo abrazando sus rodillas sin decir palabra alguna. También estaban mis hermanas Agatha y Alysa con Artemis, ambos muy preocupados por mi princesa. Nadie se atrevía a decir nada lo cual apreciaba, no quería gastar tiempo dando explicaciones cuando lo único que quería era ver que Aileen se encontraba bien.
Un grito desgarrador se escuchó provenir de la habitación, alterándonos a todos y comenzamos a aporrear la puerta exigiendo explicaciones que nadie salía a darnos.
El olimpo tembló en el momento en que un rayo cayó detrás de nosotros, nos giramos viendo cómo de esa luz cegadora comenzaban a distinguirse las figuras de los reyes del olimpo, Zeus y Hera. Otro grito desgarrador se escuchó del otro lado de la puerta y Zeus cerró sus ojos tomando la mano de su esposa. Caminaron hasta la puerta donde los dejamos pasar y estas se abrieron. En un intento desesperado por saber que pasaba logre ver a mi princesa del rayo en la camilla llorando y sufriendo descargas eléctricas. Tenía un poco más de color en su piel, no estaba tan pálida, pero ella luchaba por zafarse del agarre de Asclepio. Las puertas se cerraron dejándonos a todos con la duda de que estaba pasando.
—¡Me duele! —escuchamos que gritó Aileen. Cerré mis ojos deslizándome en la pared desesperado por querer que todo ese dolor se pase a mí en lugar de que lo siga sufriendo Aileen.
Por los pasillos escuchamos unos pasos algo lentos y un jadeo cansado Ylenia se separó de su prometido para ir en dirección de ese sonido en medio del pasillo. Liberando un grito ahogado de horror la vemos correr hasta perderse en la oscuridad del corredor. Adonis fue rápido tras de ella, al cabo de unos minutos aparecieron con Emma que se veía todavía muy débil, golpeada y un poco confundida. Adam corrió hacia ella, rodeándola con sus brazos y apenas apretándola para darle un abrazo.