La hija del daimyo

Capítulo 2

Aquella mañana el campamento amaneció completamente empapado. La tarde anterior había comenzado a llover y tuvieron que detener la escaramuza. Aun así, se había producido numerosas bajas en ambos ejércitos. El torrente de agua que caía era tan fuerte, que dieron la orden de retirada. Durante la noche, el agua continúo cayendo sin descanso.

Tsuneoki salió de su tienda más temprano de lo normal. Por alguna extraña razón, no había sido capaz de conciliar el sueño. Se preguntaba si aquello era una mala señal hacia la cruzada que estaban llevando a cabo.  El joven se dirigió a la tienda de su general, pero este no se encontraba allí. ¿Dónde podría estar? Mientras el campamento empezaba a despertarse, decidió recorrer los alrededores.

Se encontraba en el ejército que Nobunaga había enviado para controlar la provincia de Bitchu, en la parte oeste del país. Aquella tarea había sido encomendada a uno de los generales más leales, Toyotomi Hideyoshi. Este, hacía tres años que estaba embarcado en el proyecto, aunque Tsuneoki solo lo había acompañado durante los últimos dos meses. Lo habían enviado para ayudar en la caída del castillo de Takamatsu, el último punto que quedaba por conquistar de la provincia. En su interior se encontraba e daimio Shimizu Muneharu, aliado del clan Mori y enemigo de Nobunaga.

Una fina lluvia lo obligo a volver al campamento. Para cuando entro en su tienda, volvía a llover copiosamente. Comenzó a cambiarse de ropa, cuando un soldado le aviso de que Hideyoshi quería verlo.

Con paso ligero se dirigió a la tienda de su superior y entro. Después de una inclinación a modo de saludo, se sentó frente a Hideyoshi. Este era un hombre bajo y muy delgado. Además, su cara recordaba a un mono y por ello, Nobunaga siempre lo llamaba así. Sin embargo, no había que dejarse engañar por su aspecto. Tsuneoki sabía que tenía un don innato para la manipulación y era capaz de ver las intenciones de los otros hombres. Quizás por eso, había ascendido tan rápido. Minutos después de su llegada, entro Kanbei, subordinado de Hideyoshi y amigo de confianza. También era muy delgado y cojeaba de una pierna. Aunque durante unos minutos reino el silencio y solo se escuchó el sonido de la lluvia, Kanbei rompió el silencio.

  • He examinado a nuestras tropas y un nuevo ataque sería demasiado arriesgado. Tenemos que esperar los refuerzos de Nobunaga.
  • Shimizu no lo va a permitir – dijo Hideyoshi – en cuanto esta lluvia amaine, volverá a atacar.
  • Esta mañana he podido espiar a las tropas enemigas – respondió Kanbei – su ejército está muy mermado. Se están refugiando en el castillo, por lo que no atacaran.
  • Lo que nos lleva a un asedio largo y tedioso – concluyo Hideyoshi volviendo a caer la habitación en silencio. El general observo la lona donde caían las gotas de lluvia – esta estación de lluvias me deprime. Tsuneoki, ¿alguna idea?

El joven permaneció unos minutos en silencio. Hacía días que una idea rondaba su cabeza, pero no había terminado de darle forma. Por ese motivo, no había dicho nada al general. Tsuneoki miro a Hideyoshi y luego a la puerta, temiendo ser escuchado por los soldados. No sabía si algún espía podía estar escondido.

  • Estamos completamente solos – dijo Hideyoshi – los soldados tenían orden de dejarnos solos en cuanto Kanbei entrara.
  • Parece que el joven tiene un plan – Kanbei parecía animado – escuchémoslo.
  • Durante los últimos días he observado donde se encuentra situado el castillo y la geografía que lo rodea. Solo tengo una vaga idea y podría ser arriesgado.
  • Si no tomamos este castillo, es como si hubiéramos sido derrotados – dijo Kanbei – oigamos ese plan. No tenemos nada que perder.
  • El castillo Takamatsu está en una llanura y sobre un terreno fangoso. Además, está rodeado de montañas y por estas discurren diferentes ríos. No sería difícil desviarlos para inundar el lugar.
  • He oído de asedios a castillos con fuego que han tenido éxito, pero nunca con agua – dijo Kanbei.
  • En crónicas militares antiguas, he leído que nuestro país ideo algo parecido cuando los chinos intentaron conquistar esta tierra – intervino Hideyoshi que había estado callado, meditando la idea – se llenaron con agua depósitos que se liberarían, inundado a las tropas enemigas y frenando su avance. Sin embargo, los chinos se retiraron antes y no se pudo probar su eficacia.
  • Si llevamos a cabo este plan no sabemos si tendremos éxito – Kanbei no parecía muy convencido.
  • Pero si tenemos éxito, será una grandiosa victoria – Hideyoshi miro a Tsuneoki y supo que su plan había sido aceptado – eres realmente brillante para la edad que tienes. Ve junto al soldado que confecciona los mapas. Poneos a trabajar inmediatamente. Tenemos que hacer diques de contención hasta que lleguen los refuerzos.

Tsuneoki regreso al anochecer. Estaba cansado de dar órdenes y ayudar a los campesinos que Hideyoshi había contratado para la construcción de los diques. Cuando se dirigía a su tienda, en la entrada había un muchacho que lo espera nervioso. El joven tenía la ropa manchada de barro y sangre, así como el pelo revuelto. Lo reconoció como uno de los pajes de Ranmaru y le ordeno que entrara en la tienda. No tuvo tiempo de preguntar qué le había pasado cuando este, le extendió una carta.




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