Nene estaba tan distraída, que era incapaz de concentrarse en la lectura. Se encontraba en una sala con Oichi. Esta, se dedicaba al bordado, mientras su sobrina estaba apoyada en la puerta del jardín simulando que leía. ¿Cómo había podido enfadarse tanto con Tsuneoki, que le había dicho que estaba pensando en casarse con él? ¿Es que se había vuelto loca? Y por si fuera poco, había correspondido su beso. Nene estaba segura de que no podía hacerlo peor.
Suspiro y se puso a juguetear con un trozo de papel que tenía a su lado. Debía arreglar las cosas y decirle que todo había sido un malentendido. Que estaba confusa por lo ocurrido y por la conversación con Oichi. No pensaba con claridad en ese momento. Después del beso, había salido corriendo completamente avergonzada y sin darle tiempo a preguntarle todo lo que quería saber. Sin embargo, le intrigaba su amigo. Le sorprendió que no se echara a reír en ese momento y por el contrario simplemente la besara. ¿Es que había sido incapaz de ver los sentimientos de Tsuneoki todos estos años? Razón de más para hablar con él.
Nene – la voz de Oichi la saco de sus pensamientos ¿Qué te ocurre muchacha? Es la quinta vez que suspiras.
Lo siento – Nene dejo el papel y regreso al libro.
Hacía años que no veía una grulla de papel – Oichi señalo a su lado – has mejorado mucho.
La joven sonrió en agradecimiento y miro la grulla. Hacía mucho tiempo que no se entretenía con ellas. Solamente cuando necesitaba calmarse usaba la papiroflexia. La primera vez que vio una y se interesó por ellas, fue unos días después de caer muy enferma, cuando tenía ocho años. La grulla de papel aparecido en la puerta de su habitación y nadie sabía quién la podría haberla dejado allí. Estas siguieron apareciendo todos los días hasta que se recuperó.
Las grullas de papel se hacen para desear salud, felicidad y prosperidad – Dijo Nobunaga cuando la niña se hubo recuperado y le pregunto – quien quiera que lo haya hecho, se preocupa por ti.
¿Entonces… sirven para los amigos? – pregunto la niña – sé que Tsuneoki y Ranmaru han estado preocupados todo este tiempo. Quiero agradecérselo.
Las grullas de papel también se usan para expresar otros deseos – continuo Nobunaga – se regalan cuando nace un hijo, cuando una pareja se casa, cuando alguien enferma o simplemente, se puede regalar a alguien que es importante para ti o alguien a quien quieres.
¡Enséñame a hacerlas! – pidió ella ¡le daré una a cada uno!
Nene disimulo una sonrisa cuando recordó las caras de sus amigos al ver las grullas. Fueron las primeras que hizo y, estaban bastante arrugadas por doblar tantas veces el papel. Con el tiempo, le fueron saliendo mejor y también se volvió un hábito para relajarse.
Una doncella entro en la habitación y anunció que todo estaba preparado. Nene la miro intrigada y luego, clavo la mirada en su tía, que se había levantado.
Vamos a despedirnos – dijo saliendo por la puerta.
Nene medito unos segundos esas palabras, se levantó corriendo y salió detrás de su tía. ¿Despedirse? ¿Es que iban a dejarla allí? Sabía que Tsuneoki se iría, pero jamás imagino esto. Al llegar a la entrada principal del castillo, vieron que Shibata había congregado una pequeña comitiva que la acompañaría en el viaje. La idea principal era ir a caballo, pero Tsuneoki ofreció otra. A caballo tardarían más tiempo, pero si bajaban hasta el lago y lo atravesaban, tardaría solo un día y medio en llegar a la capital. La idea le gusto al daimio y la acepto.
La joven buscaba a Tsuneoki entre la multitud. Este se encontraba subido a un caballo, cerca de la puerta. Algunas doncellas intentaban captar la atención de los jóvenes soldados, sin conseguir su objetivo.
Oichi se quedara al mando del castillo en mi ausencia – grito Shibata. Luego, miro a su esposa, quien inclino la cabeza – regresare pronto.
Nene estudiaba a su amigo. En ningún momento desvió la mirada hacia las mujeres y se limitaba a pasar revista a las tropas para disimular. Cuando Shibata atravesó la puerta de salida, lo siguió sin mirar atrás.
¡Alto! – grito Nene. Bajos las escaleras, atravesó el patio y a la multitud y avanzo hacia Tsuneoki. Shibata se giró en el caballo y la miro sorprendido. La joven tenía el descaro de hacer que un daimio detuviera su marcha. Ella no le prestó atención y se enfrentó a su amigo ¿Dónde crees que vas Tsuneoki?
El joven lanzo un suspiro e inclino la cabeza hacia Shibata en señal de disculpa. El daimio hizo una mueca de disconformidad, pero dio media vuelta y siguió avanzando. Una vez que el pequeño ejército hubo salido, Tsuneoki bajo del caballo y se enfrentó a Nene.
¿Te has vuelto loca? ¿Cómo se te ocurre detenerlo?
¿Dónde vas? – la joven ignoro a su amigo ¿me vas a dejar aquí? ¿Sola?
Hideyoshi me ha convocado en Kyoto. Tengo que ir y es peligroso que tú vayas. Ya te lo he dicho, aquí estarás a salvo.
¿Y si no lo estoy? – Nene lo miro suplicante – déjame ir contigo.