Nene abandono todo pensamiento sobre Ranmaru en el momento que Kambei la invito a avanzar hacia el interior de la casa. Volvía a encontrarse en la sala donde antes se había reunido con Hideyoshi. En esta ocasión estaba el solo, con los utensilios de tomar el té preparados. La invito a pasar con un movimiento de la mano y ella, se sentó frente a él.
- Tengo la impresión de que sabes algo del asesinato del emperador – dijo Hideyoshi cogiendo un cuenco y volcando el té en su interior.
Noto como en los ojos de la joven una pizca de temor cruzo su mirada, pero rápidamente lo disimulo quitándole el cuenco y vertiendo agua para empezar a mezclarlo. Con un suspiro cogió el agitador y comenzó a realizar la mezcla. Al principio fue enérgicamente, a los pocos segundos, los movimientos eran más suaves. Hideyoshi se acomodó y espero a que ella terminara. Permitió que cogiera su taza y volcara un poco del líquido en ella. Luego hizo lo mismo en la suya y espero. Su interlocutor levanto su taza, saludo y bebió. Nene lo imito rápidamente.
- No voy a andarme por las ramas – dijo ella molesta – no sé nada y tampoco me importa. Ese hombre odiaba a mi padre. Lo que le ha pasado es lo que…
- Cuidado Nene – la cortó Hideyoshi – aunque este muerto, era el emperador.
- ¿Para qué me has llamado? Creo que has dejado clara tu posición de no ayudarme.
- Por supuesto que no – Hideyoshi sonrió ante la cara de incredulidad de la joven – estas bajo mi protección. No voy a permitir que nada te pase.
La joven volvió a tomar un poco de té y se quedó pensativa mirando la nada. ¿Podía confiar en el? Ya la habían traicionado antes y el hecho de verlo con Tokugawa no le contentaba ni le ayudaba. Le intrigaba ese hombre que, siendo aliado de su padre, no movió un dedo para ayudarlo. No confiaba en él.
- Tengo una propuesta para ti – dijo de repente Hideyoshi – Cásate conmigo.
Nene casi se atraganta con el té y su acompañante no pudo evitar soltar una carcajada cuando tuvo que ayudarla por un exceso de tos. La joven lo miro totalmente alucinada y turbada. ¿Lo estaba diciendo en serio? Sabía que le encantaba gastar bromas, pero esto era un tema realmente serio.
- Me has acusado de querer quedarme los territorios de tu padre. Ahora mismo eres la legítima heredera. Si ambicionara el poder de Nobunaga, solo tendría que desposarte con o sin tu consentimiento. Seria tu salvador, pues de otro modo, estas condenada.
- ¿Por qué casarnos y no adoptarme? ¿Qué buscas realmente? ¿Una persona que te este eternamente agradecida y en la que puedas confiar? ¿Un heredero con la sangre de ambos clanes? ¿Realmente serias capaz de tratarme de esa manera cuando siempre te he considerado como un padre y he venido a ti en busca de ayuda?
- No.
Sus miradas se encontraron y después de unos segundos, Nene bajo la mirada. Por un momento pudo volver a ver a la niña inocente que había sido, pero que Mitsuhide se había encargado de destruir. Él no iba a permitir que siguiera haciéndole daño. La protegería, aunque las decisiones que podría tomar no le gustaran a ella.
- Nene…
- No me casare contigo. Sabes que no puedo hacerlo y tú tampoco lo quieres. Tengo un propósito y no parare hasta conseguirlo. No me importa lo demás.
La residencia de Katsuei bullía de actividad, como si fuera un hormiguero. Los pocos sirvientes que tenía aguardaban órdenes mientras cuchicheaban en los rincones. Centinelas vigilaban la puerta de entrada, alejando a los curiosos. Cuando Tsuneoki se presentó, le anunciaron que Oichi se encontraba en el lugar y que tenían órdenes de llevarlo ante ella, si decidía pasar por allí.
El joven había estado dándole vueltas a una de las conversaciones que había tenido con Hideyoshi y además, necesitaba organizar sus ideas para poder continuar y descubrir la verdad. La actitud de Mitsuhide le intrigaba. ¿Por qué había hecho todo esto? ¿Qué buscaba sino era poder? ¿Una venganza personal contra Nobunaga? ¿Qué podría haber pasado para llegar a esto? Después de escuchar a Hideyoshi estaba seguro de que ocultaba información. Algo que no querían que supiera y que era el desencadenante de toda esta locura. Había algo más que la búsqueda de poder. Le había entregado Owari a Tadamasa y también debía estar al tanto del fallecimiento del emperador. Por lo tanto, podría haber marchado sobre la capital, aun con todos los generales allí y no lo había hecho. Estaba claro que el poder no lo movía, así que el desencadenante era personal. Algo no cuadraba y estaba dispuesto a averiguar el que. Pidió permiso para ver a Oichi. A parte de estar esperándolo, sabía que no se negaría pues seguramente querría escuchar noticias de Nene.
Entro en la casa acompañado por un soldado y uno de los sirvientes, que iba contando la última de sus desgracias: le habían negado un permiso para ir a visitar a un familiar. Tsuneoki se detuvo cuando vio pasar a Katsuei por un patio central, en dirección a la salida. Algo importante debía haber pasado, pues no reparo en su presencia. ¿Dónde iba el general? ¿No le habían avisado de su llegada?
Oichi caminaba hacia el con paso lento y algo parecía distinto en ella. Iba ricamente vestida, con un precioso kimono rojo, pero la notaba extraña. Tsuneoki se sentía perturbado por su aspecto tranquilo y su extrema palidez. La mujer espero a que llegara a su altura para invitarlo a pasar a una pequeña habitación. Entro después del joven y dio orden de que no fueran molestados.
- Nene… ¿Esta bien?
- ¿Ahora te preocupas por ella? Ha sido acusada de asesinato por Katsuei.
- Sin duda se trata de un malentendido. Tal y como ella dijo, un asesino entro y acabo con la vida de la muchacha. Una tragedia.
- ¿Dónde está ese asesino?
- No lo sé, pero sin duda mi esposo abrirá una investigación cuando vuelva….
- No voy a permitir que la sacrifiquéis en este estúpido juego de poder – dijo Tsuneoki molesto.
- Tan fiel a ella como siempre. Me alegro que mi sobrina cuente con dos chicos tan leales a ella. Por supuesto, hago referencia a Ranmaru. Sé que aunque Tadamasa lo retiene, el siempre será fiel a Nene – Oichi sonrió ante el silencio del joven – Si Mitsuhide hubiera decidido matarla, ya estaría muerta.
- Confirmas entonces que habéis estado tramando un complot contra Nobunaga.
- Me dijeron que no se derramaría sangre. No puedo permitirme seguir viendo como cae el clan Oda.
- ¿Ahora sientes remordimientos? Los Oda ya han caído. Solo quedáis vosotras dos. Ya es un poco tarde, ¿no crees?
- Apenas tengo tiempo para enmendar mis errores – susurro y una expresión de dolor atravesó su rostro al intentar levantarse. Con delicadeza, se llevó una mano al estómago y cerró los ojos. A los pocos segundos los abrió – si te digo el motivo de todo esto, ¿le pedirías a Nene que me perdonara?
- Hare lo que pueda.
- Ayúdame – Oichi alargo una mano y el joven se apresuró a levantarla. Un ligero aroma dulzón brotaba de la hermana de Nobunaga, pero no supo identificar que era. Ella rápidamente se separó y se dirigió a un biombo de garzas – sígueme.
Se encaminaron por un pasillo oculto tras un biombo, que conducía a una puerta. Tsuneoki pudo comprobar que algo ocurría, pues hasta llegar a la puerta, tuvo que detener su marcha en dos ocasiones. Al abrir la puerta, encontraron una estancia con una mesa baja y una serie de libros sobre ella. Oichi se detuvo en el umbral mientras el joven se acercaba a los libros.
- Son mis diarios y en su interior, está la correspondencia con mi hermano. Quiero que…
Oichi palideció súbitamente, hizo una mueca de dolor y grito. Tsuneoki apenas tuvo tiempo de cogerla antes de que cayera al suelo. El joven volvió a atravesar el pasillo con ella en brazos a la estancia donde habían hablado, allí había más espacio para respirar. La deposito con suavidad en el suelo y pidió a gritos que alguien fuera en su ayuda.
Llamo a Oichi varias veces para que recuperara la consciencia, pero solo recibió un gemido por respuesta y un hilo de sangre corrió por sus labios. Ahora recordaba que era ese olor dulzón. Unos hongos muy venenosos producían ese olor al mezclarlos con el té. La respiración de Oichi era cada vez más ruidosa, parecía el jadeo de un perro. Un sirviente apareció y después de ver que ocurría, salió gritando.
- Si te encuentran aquí…. Te acusaran…. Vete – susurro Oichi – coge los diarios… huye.
- Ha sido Katsuei, por eso salía con tanta prisa. No puedo dejarte así.
- Aquí acaba mi viaje. Me reuniré con Nobunaga y rogare por su perdón – Oichi intento mover su mano hacia el obi, pero le fue imposible. Tsuneoki lo hizo por ella y saco una carta – dásela a Nene. Es importante que ella sepa por qué ha pasado todo esto. Márchate, por favor. Ella… está en peligro.
A pesar de no querer dejarla allí, Tsuneoki obedeció. Al cerrar el biombo escucho gritos en la habitación y sollozos. Ya nada podía hacer por Oichi y se maldijo por ser tan idiota de no haberse dado cuenta antes de lo que ocurría.
Observo el final del pasillo y comprobó que la puerta se encontraba cerrada. No recordaba haberla dejado así. Avanzo hasta ella y antes de abrir la puerta, escucho pasos amortiguados y se preguntó quién podría estar dentro. Entre abrió un poco la puerta y comprobó que había una luz amarillenta en el suelo. Había un brasero encendido, en el cual no había reparado la primera ver y una sombra andaba de un extremo a otro la de estancia. Escucho el crepitar del brasero y cayó en la cuenta de lo que estaba haciendo. Estaba quemando los diarios, así que abrió la puerta de golpe, asustando a la persona que estaba dentro. Se lanzó contra el brasero para apagarlo y la sombra salto por la pequeña ventana. Se asomo y la vio correr por el tejado. Sin pensarlo, salto detrás de ella, pero fue más rápida y la vio perderse entre el gentío de la calle. Regreso a la habitación, pero no había ni rastro del diario. En el brasero solo quedaban cenizas y el resto, se lo había llevado la persona que había huido. No consiguió verlo bien, pero por la forma de moverse, estaba seguro de que se trataba de una mujer.
Nene salió al jardín a tomar un poco de aire. Todavía no se podía creer que Hideyoshi se hubiera planteado un matrimonio con ella y ante su negativa, había lanzado la segunda propuesta: Tsuneoki. ¿Realmente era necesario casarse? ¿Es que la veían incapaz de defenderse ella sola? No quiso escuchar nada más, así que completamente molesta, se marchó de allí. Hideyoshi no la siguió, pero escucho su carcajada y grito que era igual que su padre. Poco tiempo después, se despidió y salió acompañado de Kambei. Por hoy, habían terminado.
Comenzaba a anochecer y se preguntaba donde podrían estar los chicos. Ranmaru debía andar por algún lugar de la casa, pero hacía tiempo que no veía a Tsuneoki. Quería hablar con ellos para conocer cuál era el plan a seguir.
Se acercó al pequeño estanque y se distrajo pensando en Ranmaru. Su última reacción había sido tan repentina, que solo recordarla se sonrojaba. Sin poder evitarlo, lo comparaba con Tsuneoki y comprendió que el vuelco al corazón que Ranmaru había provocado, no lo había sentido con su otro amigo. ¿Qué significaba aquello? Sacudió la cabeza y se dirigió hacia el pozo para coger un poco de agua. Cerro los ojos e intento poner la mente en blanco. El silencio permitió que a sus oídos llegara el croar de una rana que estaba en el estanque y los últimos canticos de los pájaros.
Poco a poco la noche la envolvió con sus sonidos y le devolvió un poco de paz. Respiro profundamente y dejándose caer contra una columna del porche, percibió el sonido de un búho, un sapo y el chapoteo de las carpas en el estanque. Sin embargo, también percibió otro sonido. Continuo apoyada contra la columna y sin abrir los ojos, puso todos sus sentidos alerta e intento detectar quien podría estar acechándola.
Nene se movió en el mismo instante que alguien se abalanzo sobre ella. Dislumbró el brillo de una katana y se movió de nuevo, logrando esquivar el golpe por muy poco. Dio un grito de alarma con la esperanza de que alguien estuviera cerca y pudiera ayudarla. Intento acceder al interior de la casa en busca de Ranmaru pero una flecha le dio en el costado, haciéndola caer al suelo. Cuando intento levantarse, pudo observar que delante de ella estaba Katsuei, amenazándola con la katana.
Ranmaru dejo que los guardias lo empujaran fuera de la casa. Si estaba obligado a luchar, preferiría hacerlo a aire libre. Su hermano había entrado con ellos. Escucho el grito de Nene e intento librarse de los atacantes pero fue en vano. Entre los dos consiguieron reducirlo y maniatarlo. Le resultaba extraño que Tadamasa lo hubiera dejado marcharse así como así. Estaba dispuesto a cualquier cosa para llevarse a Ranmaru con él. Ahora debía actuar con rapidez, pues estaba preocupado por Nene y se preguntaba dónde demonios estaba Tsuneoki. Cuando los guardias lo empujaron se resistió y fue golpeado con el mango de una katana. Tadamasa se volvió hacia él y puso una daga delante de él.
- ¿A dónde me llevas? – exigió saber su hermano – libérame.
- Creo que no voy a hacerlo. He tenido tiempo para pensarlo y te llevare conmigo. Me sentiré mejor si te alejo completamente de Hideyoshi.
- Vas a hacer que me odie – Ranmaru miro fijamente a su hermano.
- Tal vez – rio Tadamasa – pero primero te retendré un tiempo. Si desaparecer de escena súbitamente, tendrá una causa para considerarte un traidor. Después de unos días te liberare y, por muy querido que seas, no volverá a confiar en ti.
- Y no me creerá si hablo en tu contra.
- Exacto. Si llegaras a traicionarme, tu interferencia seria en vano. Además, creo que tengo un incentivo para que quieras acompañarme.
Ranmaru vio aparecer por una esquina a Katsuei y delante de él iba Nene maniatada. El joven se revolvió y en un descuido de uno de los guardias consiguió zafarse, corriendo hacia la joven y golpeando a Katsuei, quien no esperaba el golpe. Con la katana del general libero a Nene y se la entrego, para luego dirigirse al otro guardia que quedaba en pie. Este cayó al suelo de un golpe y fue a recoger su arma. Sin embargo, un reflejo metalizo hizo que se girara y vio a Nene junto a su hermano, con la daga pegada al cuello.
- No deseo matarla – apretó la daga contra el cuello de la joven y Ranmaru soltó su arma – ahora, vámonos.
- Maldito seas Tadamasa.
- Lo se hermano, esto también me apena a mí.
Una flecha atravesó el aire lo que distrajo por un momento a todos. Ranmaru corrió hacia su hermano pero Katsuei se interpuso. El brazo de Tadamasa se deslizo alrededor de la garganta de Nene y le alzo la barbilla para dejar aún más expuesto el cuello. Ranmaru no se movió y Tsuneoki salió de su escondite, volviendo a cargar el arco.
- Bien hecho Tsune, pero deberías haberme matado – rio Tadamasa.
Tsuneoki echó a andar hacia ellos pero se detuvo al ver hundirse la daga un poco más en el cuello de la joven. Katsuei apuntaba a Ranmaru con otra katana, por lo que no podía moverse. Nene apretó los dientes al sentir que la hoja cortaba un poco de carne. Se negaba a gritar como su captor deseaba. Luego, súbitamente vio como Katsuei golpeaba con fuerza el hombro de Ranmaru, aquel que tenía herido y no pudo impedir que se le escapase un grito cuando su amigo cayó al suelo aturdido. Ranmaru sintió como se le nublaba la vista y apretó los dientes con fuerza.
- Perdóname Nene – dijo Tadamasa – lamento causar dolor a mi hermano, pero esta es la solución más eficaz. Ahora Tsune, déjanos marchar. Si tratas de impedirlo, me retrasare en mis planes y eso supondría la muerte de ambos. ¿Correrás ese riesgo?
- No.
- Lo imaginaba. Ahora subid al carro, tenemos un largo camino que recorrer.
- No empeores las cosas – dijo Ranmaru.
- Vamos Ranmaru, mira bien a la chica, me entregaría todo lo que le pidiera, si con ello salvara tu vida.
Katsuei lo arrastro hacia el carro y lo golpeo en la cara, haciéndolo caer inconsciente. Con eso se aseguraba que no lo molestaba. Los pensamientos de Tsuneoki iban deprisa. Intentaba pensar como liberar a ambos, pero aquello era imposible. Por lo tanto, decidió abandonar a su amigo y centrarse en el rescate de Nene. La joven se revolvió al ver como Katsuei derribo a Ranmaru y Tsuneoki aprovecho esa oportunidad. Corrió hacia Tadamasa y le golpeo el brazo, consiguiendo que soltara la daga. Lanzo a Nene contra Katsuei que la aprisiono mientras se enfrentaba a Tsuneoki.
Ambos luchaban por hacerse con el arma y aunque las cosas ocurrían con rapidez, Nene parecía que las veía a cámara lenta. La daga se movió en manos de Tadamasa y amenazo con ella a Tsuneoki. Este fue cogió por sorpresa, ya que su contrincante salto sobre el sin previo aviso y sintió que perdía el equilibrio. Se aferró a las muñecas de Tadamasa y forcejeo para quitarle el arma. Sin embargo apuntaba a su corazón y tanto el cómo Nene lanzaron un grito al ver como se hundía la hoja en su cuerpo. Sintió que las fuerzas le abandonabas y que las manos, húmedas de sangre, resbalaban al alejar la daga de su cuerpo. Los cuerpos enzarzados rodaron por el suelo. Consiguió ponerse en pie y vio como Tadamasa volvía al ataque. Consiguió esquivar la daga en el último momento, cayendo al suelo y golpeándose con fuerza contra la tierra apisonada. Lo último que escucho fue el grito aterrado de Nene. Luego, solo una absoluta oscuridad.