La Hija del Diablo

28. Un nuevo comienzo

Sobre el anterior capítulo, vengo a resolver unas dudas para aquellas personas que no hayan leído la trilogía principal de El legado (la podéis encontrar en mi perfil). En la últipa parte del anterior capítulo se da a entender que Ignis termina recordando toda su vida pasada, y como tal, también su verdadero nombre que es Ámbar. 

Os pongo en contexto por si no os habéis leído los otros libros. Ámbar es un personaje que salió en los primeros capítulos de la trilogía principal. Era amiga y familia de la protagonista, pero murió. Ese sería el resumen. Si quisiérais saber un poco más os recomiendo que leáis El legado I del prólogo hasta el capítulo 5 y el extra que hay al final de la historia (tened en cuenta que la historia la escribí con 15 años, notaréis una diferencia). 

Ahora que ya he resuelto esta pequeña duda, os dejo con el capítulo. 

 

 

 

 

Daveth

 

Mierda. No era que desconfiara de lo que Ignis podía llegar a hacer ni que dudara de su potencial, pero sentía que debía haber ido con ella. Sabía que tenía lo suficiente para acabar con todo un bosque lleno de esos bichos, pero era imposible no ponerme ansioso o nervioso. No podía permitirme perder a nadie más.

Habían pasado unos cuantos minutos cuando un fuerte temblor nos sacudió a todos. Por inercia todos observamos el terreno, asustados. No fue hasta que una voz femenina gritó que comprendimos la procedencia del desastre.

—¡Fuego!

Me giré tan pronto como pude hacia el foco llameante de aquel bosque. A lo lejos, donde supuse que estaba Ignis eliminando a los tetrógalos, el bosque se encontraba ardiendo.

—¿Qué está haciendo Ignis? —preguntó papá con una pizca de preocupación.

—Dijo que eliminaría a una manada de esos bichos antes de que se acercaran lo suficiente como para rodearnos —respondí sin poder apartar la mirada del fuego.

—Entonces esperemos a que vuelva —aconsejó mi tío.

Miré a mi padre. Sus ojos leyeron los míos con suma facilidad, tanto él como yo suponíamos que algo no iba bien.

—Iré a ver qué pasa —dije corriendo hacia Níger.

—¡¿Es que no eres capaz de despegarte de esa bruja?! —Aquella voz me hizo detenerme en seco—. ¡¿Tan rápido lo has olvidado todo?!

No me había olvidado de nada, ni del asesinato de Deline ni del miedo que durante siglos les habíamos tenido a las brujas. Cosas como esas eran difíciles de dejar atrás. De la misma forma, ya no podría olvidar lo que hubo detrás de aquella noche ni de la muerte que provocó Dawen con sus propias manos.

Me giré hacia él. Quería decirle tantas cosas, gritarle tantas verdades que las palabras se me atascaron en la garganta. Entonces alguien se movió con suma rapidez y Dawen terminó recibiendo otro puñetazo. Era gratificante la de golpes que se estaba llevando últimamente. Papá sacudió su mano al separarse de él.

—De ahora en adelante no me contendrá, Dawen. Si vuelves a dirigirte a mi hijo de esa forma te romperé los dientes.

Se giró hacia mí y en cuanto me acercó me dio una palmadita en el hombro, como si nada hubiese pasado. Yo solo logré ver a Jasir y a mi tío sonriendo como si hubiesen sido ellos los dueños del increíble puñetazo de mi padre.

—Te acompañaré —dijo y no me negué.

En cuanto llegamos a la zona de aquel bosque que estaba ardiendo en llamas mi cuerpo se congeló. Nuestros caballos retrocedieron con miedo. Era curiosa la sensación que me estaba empezando a doblegar, porque mientras mis ojos cedían ante el atrayente poder de las llamas, mi mente no podía pensar en otra cosa que no fuera huir de ese lugar.

—No la veo —dijo papá.

—Tiene que estar allí.

Hice acopio de mi valentía y me bajé de Níger. Me acerqué a mi padre y le tendí las riendas. Él las agarró, confuso.

—¿Qué haces? Ni se te ocurra entrar allí dentro, las llamas se están haciendo cada vez más grandes.

—Pero Ignis está allí.

—Hijo...—su voz sonó suave— sé en lo que estás pensando, y del mismo modo sabes que es una locura.

—Te he dicho que...

—¿No ves que te tiemblan las manos?

Fue como si sus palabras hicieran que mi cerebro fuese consciente de que esa parte de mi anatomía no dejaba de temblar. Agarré mis manos y tragué saliva.

—Hijo, lo que viviste hace años no lo has olvidado todavía. Sé que todavía te persigue y que el fuego sigue aterrándote.

Mi respiración se había acelerado. Las pulsaciones de mi corazón las sentía en mi garganta, en el mismo punto donde se hallaba el nudo que me evitaba hablar. Bajé la mirada a mis pies para evitar seguir mirando el fuego, porque sabía que si lo hacía me congelaría de nuevo.

—Ignis saldrá, de eso has de estar seguro.

—Pero ¿y si no sale?

—Daveth...

—Perdí a Deline, papá. Sabes perfectamente que todavía arrastro el dolor y la culpabilidad de no haber podido hacer nada más por ella.

—¡Eras un crío, por favor! ¡Deja de darle tanta importancia al imbécil de Dawen!

Alcé la mirada hacia mi padre, que con gesto de dolor me observaba.

—Exacto, ya no soy un crío. He crecido, ahora soy más fuerte. Quizá siga siendo un caos para la gente y alguien difícil de comprender, pero si tengo algo que pueda usar para ayudarla, lo usaré.

—Hij...

—Ignis nunca dudó de mí.

Antes de que mi padre le diera tiempo a retenerme, corrí hacia el fuego y salté para esquivarlo. Sus gritos me siguieron hasta que, llegados a un punto, se silenciaron debido a la distancia y al caos de las llamas.

No fue hasta que me detuve para intentar localizar a Ignis entre aquel infierno que procesé lo que acababa de hacer.



#1140 en Fantasía

En el texto hay: amorymiedo, brujasmagia

Editado: 30.01.2023

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