La Hija del Diablo

29. Aquí termina todo

Ámbar

 

—¿Daveth?

Sacudí su cuerpo con cuidado y esperé a que reaccionara, pero no se movió. No sé en qué momento había ocurrido, pero el estar demasiado ocupada intentando localizar a los niños hizo que no me diera cuenta de que Daveth había utilizado mis piernas como almohada.

Peiné su cabello suelto hacia atrás para apartarlo del rostro y volví a sacudir su cuerpo con cuidado. Esta vez frunció el ceño y soltó un resoplido que sonó más a gruñido. Me daba pena despertarlo siendo que era una de las veces que más calmado y cómodo se le veía durmiendo.

—Daveth —insistí—. Sé que me estás escuchando, levántate.

—¡Ignis, si no te hace caso déjamelo a mí! —gritó Jasir algo alejado de nosotros.

Daveth formó una mueca de disgusto en cuanto escuchó a su mejor amigo y abrió los ojos. Hizo contacto visual conmigo al instante, y durante unos segundos ninguno de los dos dijo nada.

—No tienes buena cara.

—No he dormido en toda la noche.

Frunció el ceño, claramente descontento. Antes de que abriera la boca se la tapé con la mano.

—Ahórrate el sermón y levántate, se me han dormido las piernas.

Al darse cuenta de que continuaba apoyado en mí, se incorporó enseguida y bostezó mientras se ataba parte de su cabello en un moño bajo. Me acerqué a Yannick y a Yelisa y les ayudé a repartir los pocos alimentos que quedaban.

Me quedé quieta cuando el grupo de caza se acercó a los caballos. La añoranza se abrió camino por mi pecho cuando no vi ningún pelaje blanco. Los ojos comenzaron a escocerme al volver a caer en la cruda realidad. Luna ya no estaba.

—Empezamos a tener hambre —comentó Yannick, devolviéndome a la realidad. Pestañeé un par de veces antes de mirarlo, y descubrí que me observaba con gesto preocupado—. Sé que no puedes hacer nada, pero espero que seas consciente de cómo puede afectar el hambre en las personas.

—Por eso quiero ir rápido —expliqué apagando el fuego que quedaba de las hogueras—. Si vamos lo suficientemente rápido llegaremos hasta los niños en día y medio.

Me miró con sorpresa, como si sus cálculos fallaran.

—Esos monstruos nos llevaban mucha más ventaja.

—Lo sé. —Asentí—. Me estoy encargando de eliminar esa ventaja —dije dándole un apretón en su hombro—. Descuida.

No había podido despegar la mirada de Daveth. Apenas habían pasado cinco minutos desde que lo había despertado y no se había movido de su sitio. Continuaba sentado en el suelo, con la mirada perdida. En cuanto aparecí a su lado volvió en sí y me miró.

—¿Va todo bien? —pregunté con algo de inquietud.

Arrugó el ceño, como si ni siquiera él supiese la respuesta. Tras unos segundos, dijo:

—He soñado con esa noche.

Los músculos de mi cuerpo se tensaron al instante, él se dio cuenta. Aunque le había dicho a Daveth la verdad y le había pedido perdón, continuaba atormentándome el hecho de no haber podido salvar a aquella pobre chica. ¿La vida de Daveth habría sido mejor si hubiera logrado hacer algo? ¿Estaría acaso en ese viaje si esa noche nunca hubiera ocurrido?

—Creo...que he conseguido recordar más cosas. Lleva años siendo un recuerdo borroso y con poca concordancia, pero creo que recuerdo algo más.

Me agaché a su lado, atenta a él. Sus ojos oscuros me analizaron antes de continuar.

—No estoy seguro, pero creo que hubo un lobo. He soñado con él. No sé cómo ocurrió, pero me ayudó a llevar el cuerpo de Deline durante una buena parte del trayecto. —Se quedó callado y después soltó una risa cansada. Se tapó el rostro con las manos—. Mierda, es una jodida locura, ¿verdad?

Tragué saliva. Disimulé mis nervios y esperé hasta que Daveth me volvió a mirar. En su mirada estaba reflejada la inseguridad, el miedo de que no le creyera. Todo sería más fácil si me sintiera con la suficiente fuerza como para decirle absolutamente toda la verdad, pero no quería añadir más problemas. Ya bastante les había costado que me aceptaran como una bruja, no sería fácil explicarles qué otra clase de criaturas existían en el mundo.

—En realidad, te creo. —Sonreí—. No creo que estés loco.

—Tiene que sonar raro incluso para ti. —Suspiró—. Si pudiera recordar absolutamente todo lo que ocurrió, si el recuerdo pudiera volverse más visible y claro...

—Es un trauma, Daveth. Por eso no lo recuerdas, porque tu mente te protege de él. Necesitarías ayuda.

—Ayuda —musitó.

—Sí. —Asentí y me puse de pie—. Ayuda psicológica. Estoy segura de que no tenéis nada como eso en Judyk.

—Pero en la Tierra sí, ¿verdad?

Eso me hizo pensar en algo. Mis labios comenzaron a curvarse ante mi idea, aunque ni siquiera sabía si podría conseguirlo. Mi poder, el que había heredado del hermano menor de Ania, me permitía viajar entre mundos. Si aprendiera a usarlo...

Ayudé a Daveth a levantarse, y cuando quise apartar mi mano él la agarró con fuerza. La estiró y la colocó con la palma hacia arriba. Después pasó su dedo pulgar por la marca que tenía en esa zona.

—¿Qué es esto?

Intenté zafarme de su agarre, pero lo único que conseguí fue que Daveth agarrara mi muñeca con más fuerza y que clavara sus ojos oscuros sobre mí. Me paralicé por completo, porque sabía lo que me diría.

—Te he hecho una pregunta —formuló con voz grave—. ¿Qué es esto?

—Es una quemadura.

—¿Una quemadura que forma un símbolo perfecto? No me jodas, Ignis.

—Noto el ambiente un poco tenso —canturreó Jasir en cuanto apareció a nuestro lado.

Aproveché su presencia para, esta vez sí, de un tirón zafarme del agarre de Daveth. Apreté el brazo contra mi pecho. Daveth tensó su mandíbula porque sabía que no le había contado toda la verdad.

—¿Vas a responderme?

—¿Entonces llego en mal momento?

—Cállate —le pidió Daveth en un siseo, ni siquiera le miró.

Jasir formó una mueca pero no se marchó, sino que sumó su mirada a la tensión del momento. Con ambos mirándome las palabras se me quedaron atascadas en la garganta.



#14695 en Fantasía

En el texto hay: amorymiedo, brujasmagia

Editado: 30.01.2023

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