la hija del eclipse

Refugio Prohibido

El bosque estaba envuelto en una neblina plateada que parecía danzar con la luz del eclipse. Selene y Riven avanzaban entre los árboles, conscientes de que cada sombra podía ocultar un peligro. Sin embargo, un sentimiento extraño acompañaba a Selene: por primera vez desde que comenzó todo, sentía un lugar donde podría aprender a controlar su poder.

—Aquí es —dijo Riven, deteniéndose frente a una entrada oculta entre rocas y raíces—. Nadie debería estar aquí, y eso incluye al mundo exterior. Este refugio es prohibido para todos, excepto para los guardianes como yo y aquellos que poseen la Marca.

Selene frunció el ceño, intrigada y a la vez cautelosa. —¿Por qué prohibido? —preguntó. Su mirada recorría la entrada, que parecía esconder secretos antiguos.

—Porque aquí descansan los conocimientos de los antiguos pactos, y los objetos que podrían destruir o fortalecer la luz y la sombra. Solo aquellos que controlen su poder pueden entrar —explicó Riven, su voz grave y firme, pero con un toque de respeto hacia lo que él mismo parecía reverenciar—. Y tú estás lista para aprender, Selene.

Ella respiró hondo y dio un paso dentro del refugio. Las paredes estaban cubiertas de símbolos que brillaban tenuemente con un resplandor plateado y violeta. Cada inscripción parecía contar una historia, una advertencia y una promesa a la vez. La energía del lugar la envolvió, despertando sensaciones que nunca antes había experimentado: miedo, curiosidad, poder y algo que se parecía mucho a esperanza.

—Primero, debes sentir tu poder —dijo Riven, extendiendo las manos—. No solo controlarlo, sino comprenderlo. La luz y la sombra no son opuestas, Selene. Son complementarias. Y tu habilidad consiste en equilibrarlas.

Selene cerró los ojos, respirando profundamente. Sintió cómo la luz plateada de la Marca del Eclipse se mezclaba con la sombra que aún permanecía dentro de ella. Un torbellino de energía giraba en su interior, y por primera vez, pudo dirigirlo con intención.

—¡Excelente! —exclamó Riven, sonriendo con orgullo—. Ya estás aprendiendo a dominarlo. Pero esto es solo el inicio. El verdadero peligro llegará cuando otros descubran tu poder y la Marca comience a atraerlos.

Ella abrió los ojos, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. La magnitud de su responsabilidad comenzaba a calar en ella: no solo debía protegerse, sino también entender su papel en un mundo que estaba más allá de su comprensión.

Riven se acercó, sus ojos violeta reflejando la luz de los símbolos del refugio. —Selene… hay algo más que debes saber. Tu linaje no es común. No eres solo la Hija del Eclipse. Eres descendiente de una línea antigua que ha protegido el equilibrio desde hace generaciones. Tu poder viene de ellos, y eso significa que tienes aliados… y enemigos.

El corazón de Selene latió con fuerza. Cada palabra de Riven abría un abanico de posibilidades, y a la vez de peligros. Sentía miedo, pero también determinación. Bajo su guía, estaba lista para enfrentar cualquier amenaza.

—Entonces debo aprender rápido —dijo ella, con voz firme—. No puedo permitir que otros se aprovechen de mí ni que destruyan lo que debo proteger.

Riven asintió, colocando una mano sobre su hombro. —Exacto. Y yo estaré contigo en cada paso. Pero recuerda, Selene… el poder sin control puede ser más destructivo que cualquier enemigo.

La Marca del Eclipse brillaba con fuerza en su brazo, reflejando la luz de los símbolos del refugio. Selene comprendió, por primera vez, que su camino no sería fácil, pero que cada entrenamiento, cada batalla y cada desafío la acercaría a su destino.

Mientras la luna eclipsada iluminaba el refugio, Selene Auren sintió una mezcla de miedo, excitación y un vínculo inquebrantable con Riven. Sabía que bajo el eclipse, todo estaba por comenzar, y que ella estaba lista para enfrentarlo.




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