la hija del eclipse

La Prueba de la Luz y la Sombra

El refugio estaba silencioso, pero la tensión que flotaba en el aire era palpable. Selene se encontraba en el centro de la cámara principal, rodeada de símbolos antiguos que brillaban con una luz plateada y violeta. Riven la observaba desde un costado, sus ojos violeta atentos a cada gesto, cada respiración, cada chispa de poder que emanaba de ella.

—Hoy enfrentarás tu primera prueba —dijo Riven, con voz grave—. No es solo un entrenamiento. Es un enfrentamiento con tu propia esencia. La luz y la sombra deben equilibrarse dentro de ti, Selene. Si fallas… podrías perder el control.

Selene tragó saliva, intentando concentrarse. El miedo golpeaba su pecho como un martillo, pero también había una determinación que la impulsaba hacia adelante. Sabía que esta prueba no solo medía su fuerza, sino también su capacidad de confiar en Riven y en sí misma.

—Respira —indicó él, acercándose—. Siente tu poder. No lo fuerces, solo déjalo fluir.

Cerrando los ojos, Selene sintió cómo la luz plateada de la Marca del Eclipse se mezclaba con la sombra que llevaba dentro. Era un torbellino de energía que parecía tener vida propia, danzando a su alrededor, rozando sus sentidos y amenazando con desbordarse.

—Ahora —ordenó Riven—. Dirige la energía hacia el centro. Controla cada chispa, cada destello.

Selene extendió las manos, y un halo de luz y sombra comenzó a girar alrededor de ella. Primero inestable, luego más firme. Cada giro equilibraba las fuerzas opuestas, como si la misma luna y la tormenta estuvieran reflejadas en su cuerpo. Sentía que podía tocar la esencia de su poder, pero también que cualquier error podría arrastrarla hacia el abismo.

—Perfecto —susurró Riven, con orgullo en la voz—. Mantén el equilibrio… y recuerda que tu poder es más fuerte cuando confías en ti misma y en lo que sientes.

De repente, las sombras del refugio cobraron vida, formando figuras que imitaban a Selene, cada una representando un aspecto distinto de su poder: miedo, duda, ira, deseo y amor. Las figuras avanzaban, desafiándola a enfrentar aquello que a veces quería ignorar.

—Selene… enfrenta cada una —dijo Riven, acercándose aún más—. No huyas. Ellas son parte de ti.

Selene inspiró profundamente y se lanzó hacia la primera sombra. La tocó con sus manos, y la luz plateada y la sombra oscura se fusionaron, disipando la figura y dejando un eco de calma en su interior. Una a una, enfrentó cada figura: el miedo, la duda, la ira… hasta que la última, la que reflejaba el amor, se acercó lentamente.

Su corazón se aceleró. La figura tenía un brillo similar al de Riven, y al mirarla, Selene comprendió que no era solo su amor lo que debía aceptar, sino la conexión que compartía con él. Con un suspiro, extendió las manos, fusionando luz y sombra, y la figura desapareció en un destello plateado.

—Lo lograste —dijo Riven, acercándose y tomando su rostro entre sus manos—. Has equilibrado la luz y la sombra dentro de ti. Has pasado la prueba.

Selene respiró con dificultad, exhausta, pero con una sensación de triunfo que nunca había experimentado. Sus ojos se encontraron con los de Riven, y un calor intenso recorrió su pecho. No solo había superado la prueba, sino que también había fortalecido el vínculo con él.

—Esto es solo el comienzo —susurró Riven, apoyando su frente contra la de ella—. Pero juntos, podemos enfrentarlo todo.

Selene asintió, dejando que la luz de la Marca del Eclipse se mezclara con la energía de Riven. Bajo el resplandor del refugio y la luna eclipsada, comprendió que su entrenamiento apenas comenzaba, y que el verdadero peligro no vendría de la prueba, sino de aquellos que acechaban desde las sombras del mundo exterior.




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