la hija del eclipse

El Ataque Nocturno

La luna eclipsada estaba alta en el cielo, lanzando un resplandor rojo y plateado sobre el refugio. Selene estaba entrenando, concentrada en equilibrar la luz y la sombra dentro de sí misma, cuando un estremecimiento recorrió el suelo. Algo oscuro se movía entre los árboles cercanos, silencioso pero implacable.

—Riven… —susurró, sin apartar la vista de la Marca del Eclipse—. Lo siento… lo siento, lo siento…

—No —interrumpió él, colocándose frente a ella—. Mantén la calma. Siente tu poder. Ellos vendrán, pero no pueden tocarte mientras estés conectada con tu luz y tu sombra.

Un rugido estremeció la noche y, de repente, las sombras se abalanzaron sobre el refugio. Criaturas de ojos rojos y cuerpos que se contorsionaban de manera imposible surgieron de la oscuridad, rodeando la entrada y amenazando con invadir el santuario que los protegía.

Selene levantó las manos y concentró toda su energía. La luz plateada se mezcló con la sombra, formando un escudo protector que brillaba intensamente, haciendo retroceder a las criaturas momentáneamente. Cada movimiento de la luz parecía sincronizado con los pasos de Riven, y juntos formaban un lazo de energía que hacía temblar la tierra a su alrededor.

—¡Selene! —gritó Riven, mientras bloqueaba a una criatura con su propia energía—. Recuerda lo que aprendiste. Controla tu poder, no dejes que te controle a ti.

Ella inhaló profundamente y permitió que la Marca del Eclipse pulsara con fuerza. Su energía se expandió, proyectándose en todas direcciones, y las sombras comenzaron a aullar y retroceder. Cada criatura que caía liberaba un eco que resonaba en su interior, recordándole que su poder era único y que estaba conectada con su linaje.

Una de las sombras más grandes se lanzó hacia ella, y Selene, sintiendo el miedo mezclarse con la determinación, fusionó la luz y la sombra en un solo haz de energía. La criatura fue derribada, desapareciendo en un destello de plata y negro. Riven la sostuvo por la cintura mientras caía de rodillas, agotada pero viva.

—Lo hiciste… otra vez —dijo él, respirando con dificultad, pero con una sonrisa cargada de orgullo y afecto—. Cada vez eres más fuerte.

Selene levantó la vista, encontrando los ojos violeta de Riven. En medio del caos, el vínculo entre ellos se sentía más fuerte que nunca, una mezcla de protección, deseo y confianza que ni la oscuridad podía romper.

—No podría hacerlo sin ti —susurró ella, apoyando su frente contra la de él.

—Y yo sin ti —respondió él, sus labios rozando los de ella por un instante que pareció detener el tiempo—. Pero esto no ha terminado. Vendrán más, Selene. Siempre lo hacen.

Mientras el refugio se recuperaba del ataque y la luna eclipsada continuaba brillando, Selene comprendió que cada batalla la acercaba más a su destino, y que junto a Riven, estaba lista para enfrentarlo todo: enemigos, sombras y hasta el miedo que llevaba dentro.

La noche terminó con un silencio tenso, la marca brillando débilmente en su brazo, y la promesa silenciosa de que la guerra apenas comenzaba. Bajo el eclipse, Selene Auren supo que su poder y su amor por Riven serían las armas más fuertes que tendría en los días venideros.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.