la hija del eclipse

El Legado Oscuro

El refugio estaba en calma, pero Selene sabía que la tranquilidad era solo un respiro antes de la tormenta. La Marca del Eclipse brillaba suavemente en su brazo, recordándole que su poder no descansaba, y que cada sombra acechante estaba esperando el momento perfecto para atacar.

—Riven… siento algo —dijo ella, caminando entre los símbolos antiguos del refugio—. Es… oscuro. Más que cualquier sombra que haya sentido antes.

Él la miró con seriedad. —Es posible que tengas razón —dijo—. Hay un legado en tu linaje que aún no conoces. Algo que algunos quieren recuperar y otros quieren destruir.

Selene frunció el ceño. —¿Qué legado? —preguntó, su voz mezclando curiosidad y temor.

Riven suspiró y se acercó a un mural antiguo que mostraba figuras envueltas en sombras y luz. —Hace generaciones, una de tus antecesoras tuvo un enemigo que logró corromper parte de su poder. Esa corrupción fue sellada, pero su esencia oscura nunca desapareció por completo. Ese enemigo pertenece ahora a otra era, y ha despertado para buscar lo que una vez perdió… y tu Marca lo atrae.

Un escalofrío recorrió la espalda de Selene. —¿Quieres decir que… ese enemigo viene por mí?

—Sí —asintió Riven—. Y no es cualquier enemigo. Es alguien que entiende la luz y la sombra tanto como tú. Que conoce tus puntos débiles y tus fortalezas. Y… —su voz bajó un tono, cargada de gravedad—. Que sabe cómo usar tus emociones en tu contra.

Selene tragó saliva, sintiendo cómo la presión de su destino se hacía tangible. Cada latido de su corazón parecía resonar con la Marca del Eclipse, recordándole que su linaje no solo le daba poder, sino también responsabilidad y riesgo.

—Entonces debo estar preparada —dijo finalmente, con voz firme—. No puedo dejar que este legado oscuro destruya lo que hemos protegido.

Riven la tomó de la mano, acercándola a él. —Y no estarás sola —susurró—. Nadie podría enfrentarte mejor que nosotros juntos. Tu poder y mi conocimiento combinados pueden hacer frente a cualquier sombra… incluso a esta.

Selene sintió un calor intenso recorrer su pecho, mezclando miedo y deseo. La cercanía de Riven le daba fuerza, confianza y algo que no podía nombrar del todo, pero que sabía que sería vital en las batallas venideras.

—Entonces entrenemos —dijo ella, mirando la Marca del Eclipse y los símbolos antiguos a su alrededor—. Cada día, cada movimiento, cada chispa de luz y sombra… todo cuenta.

Riven asintió, con un brillo de orgullo en sus ojos violeta. —Así lo haremos —dijo—. Pero recuerda, Selene… el verdadero peligro no es solo vencerlos. Es no dejar que el legado oscuro destruya lo que eres y lo que amamos.

La luna eclipsada brillaba intensamente, iluminando la escena con un resplandor rojo y plateado. Selene comprendió que su linaje no era solo un regalo, sino también un desafío, y que cada enemigo que se acercara pondría a prueba su fuerza, su corazón y la conexión que compartía con Riven.

—Estoy lista —susurró, mirando a Riven con determinación—. Pase lo que pase, no dejaré que destruyan nuestro mundo.

Él la sostuvo más cerca, sus labios rozando los de ella en un instante de promesa silenciosa. —Nunca lo permitiré —susurró—. Juntos, somos invencibles.

Y mientras las sombras acechaban fuera del refugio, Selene Auren comprendió que su legado no solo definía su poder, sino también el destino que compartiría con Riven: un camino de amor, fuerza y luz enfrentando la oscuridad que amenazaba con devorarlo todo.




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