Emilio, cuando apareció en nuestras vidas era solo un niño el cual venía algunas veces a nuestra casa a jugar, tengo pocos recuerdos de él ya que era la más pequeña de los tres, él y Aurora mi hermana mayor tienen solo un año de diferencia, en cambio conmigo son siete. Desde que tengo uso de razón y mis hormonas se comenzaron alborotar siempre sentí un enamoramiento hacia él, obviamente mi hermana sentía lo mismo y siempre se hacía notar.
Pero para Emilio siempre hemos sido sus hermanas pequeñas. Jamás nos ha mirado de forma diferente y no esperaba que eso pasará hasta en la noche cuando cumplí dieciocho años, en la que me beso o más bien yo lo besé, y por eso culpo al alcohol en mi cuerpo.
Estaba borracha y me aproveche de eso, pero jamás espere a que el correspondiera mi beso con tanto deseo. Desde ese día supe que tendría que hacer lo que fuera para que el me viera, no a la niña la cual siempre quiso como una hermana, si no a la mujer en la cual me había convertido.
Mi madre siempre me ha dicho una frase la cual me llega en lo mas profundo :
Uno aprende a amar, no cuando encuentre a la persona perfecta, sino cuando aprenda a creer en la perfección de una persona imperfecta.
Pará mí eso es lo que es Emilio, no necesito que sea perfecto. Amo su imperfección, eso lo hace único e increíble.