La Hija del Jefe

Capítulo 5

El lunes en la mañana mi madre me pide que la acompañe a la oficina por unos documentos, al salir del ascensor lo primero que veo es a Aurora con Emilio abrazados riendo, un dolor agudo se produce en mi pecho mientras lo miro. Mi madre me da la mano y me regala una sonrisa tranquilizadora. 
Mi madre, aun no me siento capaz de contarle lo que ha pasado. No lo encuentro necesario tampoco al menos no ahora. 

— buenos días — dice mi madre pasando por su lado — Aurora necesito hablar contigo un momento. 
Mi hermana se va con nuestra madre mientras yo sigo mi camino hasta la oficina de mi padre, Emilio toma mi mano y me detengo. 

— Ariana ¿estás bien? 

— perfectamente ¿Por qué debería estar mal? 

— pensé que íbamos hablar ayer, no me llamaste 

— ya no tengo nada más que decir Emilio, creo que quedo bien claro a quien escogiste. 

— no entiendo que es lo que estás diciendo, podrías ser más clara. 

— la escogiste a ella — digo apuntando la puerta por donde entro Aurora. — está más que claro para mí. Pasaste la noche con ella un día después de que yo me entre a ti, ¿tampoco es lo que valgo para ti? 

— eso no es cierto, ¿Quién te dijo eso? Jamás he pasado la noche con ella, si la bese, pero fue un error. 

— ¿la besaste? — pregunto gritando — te atreviste hacerlo después de mí. 

— fue un error Ari, te juro que no quería hacerlo 

— fue un error al igual que yo, cometes un error tras otro. Eres patético. — lo golpeo en la cara y corro hasta el baño. 

El entra segundos después cerrando la puerta tras él, toma mi cara y me besa apasionadamente. Correspondo su beso mientras me toma entre sus brazos y paso mis piernas por su espalda. 
Nos besamos como si nuestras bocas se conocieran tan bien y se extrañaran la una a la otra. 

— ¿vamos a casa? Por favor Ari, hablemos.  

— no puedo, vine hablar con mi papá. No puedo simplemente irme y dejarlo aquí.  

— cuando termines con eso, vamos hablar por favor. Te juro que no tengo nada con Aurora.  

— te pedí que fueras por mí y dijiste que no.  

— no, te equivocas dije que no podía decirte que te amaba. Y no puedo hacerlo Ariana eso sería admitir que lo que estoy haciendo está mal.  

— hablaremos, después de hablar con mi padre iré a tu oficina.  

— te estaré esperando. — me besa la última vez y sale del baño.  
Me arreglo el cabello y me dirijo hasta la oficina de mi padre, ahí ya está mi mamá y Aurora quien me mira con mala cara.  

— ¿Dónde estabas? Llevamos esperándote al menos diez minutos.  

— Aurora, no es forma de hablarle a tu hermana. Cariño toma asiento. — dice mi padre mientras toma una silla.  

— nos hizo venir hasta acá papá, mínimo que no nos deje esperando.  

— estaba en el baño, ¿acaso no puedo tener ganas de ir? O debo pedirte permiso para eso.  
Jamás le había respondido a mi hermana así. Todos me miran sorprendidos.  

— bueno papá, mamá, querida hermana — digo mientras me pongo de pie — he decidió que no iré a otra ciudad a la universidad, voy a quedarme aquí. Junto a mis amigas.  

— Ariana — dice mi papá levantándose — ¿Estas bromeando? No he gastado un montón de dinero en matrícula para que quieras quedarte aquí.  

— Cariño, ¿estas segura de lo que quieres?  

— sí, no sé. Hasta hace unos días lo estaba, ustedes me ponen nerviosa.  
Salgo de la oficina de mi padre y camino hasta el lugar de trabajo de Emilio.  

— Estoy libre ahora, si quieres nos vamos. — le digo a Emilio y salgo a tomar el ascensor.  
Emilio me sigue en silencio hasta su auto y lo desbloquea para que me suba. Lo hago rápidamente para que mis padres no me alcancen.  

— ¿Estás bien? Te vez perturbada.  

— Les dije a mis padres que no iría a la universidad que ellos habían escogido.  

— ¿imagino que no estuvieron de acuerdo con eso?  

— mi padre me grito, y mi madre solo pregunto si estaba segura.  

— ¿lo estás? Estas segura de querer quedarte. 

— no, hasta hace unos días lo estaba — le digo mirándolo directamente a sus ojos — ahora no sé qué es lo que quiero, al parecer ya no hay nada que me haga querer quedarme.  

— lo siento, jamás quise hacerte daño.

Llegamos a su departamento y me siento en el sofá esperando a que él haga lo mismo.

— Ari…

— ya no hay nada que decir, cometí un error y tú también. Ya está olvidado, quiero olvidarlo.

— te quiero, pero no de la forma en la que quieres que lo haga.

— lo sé y lo entiendo, pero antes de irme quiero ser besada por ti una última vez.

Agarro su cara y lo beso, el beso se vuelve caliente en cosa de segundos y se siento a horcajadas sobre él, solo me basta unos segundos para darme cuenta que esta tan excitado como yo. Recorre su cuerpo con mis manos mientras él me sujeta más fuerte sobre su miembro, mi cuerpo comienza a colapsar mientras echo mi cabeza hacía atrás y aprovecha de besar mi cuello.

— eres exquisita, produces cosas en mí que ninguna mujer nunca había logrado.

— me alegra saber que no seré la única que no podrá olvidar.

Comenzamos a desvestirnos al mismo tiempo como si fuera una carrera olímpica, nos tomamos las manos y corremos a su habitación.

Todo es cosa de besos y manos, lo tiro sobre su cama y me subo encima montándolo salvajemente. Se resiste un momento mientras mi entrada se ajusta a su miembro y de una rápida embestida está dentro mío. Jadeo en respuesta mientras sigo moviéndome cada vez más rápido, me recorre los pechos con sus manos mientras tratamos de besarnos. Esta vez no es delicado, es salvaje, fuerte sin remordimiento. Ya no tiene miedo de romperme y yo tampoco, solo quiero escucharlo gruñir cada vez que me muevo sobre él.

Colapsamos juntos sobre la cama, él recorre con sus dedos mi espalda mientras trato de calmar mi respiración haciendo círculos perezosos sobre ella.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.