Hoy vuelvo a casa, después de cuatro años lejos de mi familia al fin vuelvo a mi hogar. Mis padres me regalaron mi propio departamento luego de salir de la universidad y estoy tan agradecida por eso, sería muy difícil aun vivir con ellos.
Al llegar a casa de mis padres Sebastián me recibe con un gran abrazo, extrañaba tanto a mi hermano pequeño.
— enano estas gigante.
— hay no soy un enano Ari, tengo catorce años — dice mientras pone los ojos en blanco.
— ¿supongo que ya tienes novia? — pregunto mientras me rio — ¿nuestros padres están en la oficina?
— no, aun no tengo novia y si, nuestros padres están en la oficina
Lo miro queriendo preguntar por Aurora, pero me contengo, el me mira extrañado y responde mi pregunta silenciosa.
— Aurora está en casa de su novio, es un tío bien majo, te caerá bien.
— mmmmm, bueno iré a dejar las cosas a mi departamento ¿quieres acompañarme? Y después podríamos ir a buscar a nuestros papás e ir a comer juntos.
— sí, déjame ponerme las zapatillas — corre a su habitación y busco las llaves de mi auto.
Cuando llegamos a mi departamento todo está muy ordenado, me encanta todo o que mi madre ha hecho.
— me encanta — dice Sebastián — ¿puedo venir a quedarme aquí unos días? Prometo portarme bien
— obvio que puedes venir cuando quieras, mi casa es tu casa enano.
Dejamos mis maletas y vamos a la oficina, al llegar todo el mundo está feliz de vernos, recibo algunos abrazos y felicitaciones por terminar mi carrera.
Subo al piso donde están las oficinas rezando por no ver a Emilio o Aurora.
— ¿sabías que el novio de Aurora sabe andar en moto? El otro día me llevo a pasear en su motocicleta.
— no, no lo sabía. — por supuesto lo sabía, Emilio aprendió a los dieciséis andar en motocicleta. — ¿Por qué dijiste que debería conocerlo? ¿Acaso no lo hago?
Antes que responda en ascensor llega a la planta de arriba, vamos directamente a la oficina de mi padre y golpeamos la puerta mientras asomo la cabeza.
— ¿hola? ¿papá? — miro la oficina y está vacía
Me dirijo hasta la secretaria que salta del susto al verme.
— Ariana, que gusto verte querida ¿Cuándo llegaste?
— hola, hace unas horas. ¿están mis padres?
— si querida, están en la salsa de reuniones, pero ve seguro estarán muy felices de verte.
— gracias. — caminamos hasta la sala de reuniones mientras mi corazón late cada vez más fuerte.
Sebastián entra primero y mis padres le preguntan si paso algo.
— ¿seba que haces aquí? ¿Cómo llegaste cariño, debiste llamar?
— estoy bien, Ari me trajo.
Entro a la habitación y todo el mundo se pone de pie para abrazarme. La última persona que se acerca a mi es Emilio, su cara es un poema, mi hermana no está en ningún lado.
— Ari… — susurra mientras me abraza — joder no sabes cuánto te he extrañado.
Besa mi cabeza mientras me abraza más fuerte, trato de salirme de su agarre, pero él me sostiene más fuerte.
— está bien, la vas a asfixiar – dice mi papá en tono de broma — ya se pondrán al día más tarde.
Emilio me suelta mirando a todos a su alrededor.
— Había venido para que fuéramos a comer todos juntos, pensé que Aurora estaría aquí, pero podemos llamarla y decirle que se una.
— no creo que sea posible, Aurora anda en una reunión fuera de la ciudad.
Mi padre da por terminada la reunión y le pide a Emilio que se encargue de las ultimas cosas y nos alcance abajo para ir todos a comer.
Mi madre me mira con suplica mientras le digo que no importa, esto es lo que debo hacer. Superar y seguir.
Al llegar al restaurante, nos sentamos y Emilio queda a mi lado, no me ha quitado los ojos de encima, debo admitir que está más guapo que la última vez que lo vi. Su cabello está más largo, tiene una pequeña barba y sus ojos están más expresivos que de costumbre, su cuerpo, uff su cuerpo es un pecado al parecer se ha estado ejercitando. Sus manos están marcadas a tal grado de sus venas sobresalen, sus manos siempre han sido mi parte favorita de su cuerpo, recuerdos de cómo se sienten en mi cuerpo llegan a mi cabeza. Subo los ojos hasta su boca y una pequeña sonrisa aparece en sus labios, rápidamente aparto la mirada.
Mis padres hablan alegremente con mi hermano pequeño mientras Emilio y yo solo respondemos con monosílabos, me preguntan algunas cosas y sobre como esta Rhys, les digo que esta todo bien y que seguiremos en contacto, gracias al cielo no dicen que es o era mi novio. Emilio no deja de mirarme y hace que mis piernas tiemblen, mi cuerpo no aguanta más me disculpo y decido ir al baño.
Me miro al espejo y veo mis mejillas sonrojadas de deseo y vergüenza, mojo mi cara y trato de calmarme, cuando salgo del baño Emilio está en el pasillo esperándome.
— ¿Qué estás haciendo aquí? Alguien podría vernos — digo asustada
— te extrañe mucho Ari, no sabes la falta que me hacías — él me abraza y besa mi cabeza igual como lo hizo antes
—Emilio… — digo susurrando — por favor, déjame ir.
— no puedo, no ahora. Te deje ir antes y no puedo volver hacerlo — él toma mi cara entre sus manos mientras sus labios se acercan a los míos.
— por favor, te estoy suplicando. No me hagas esto.
— hay algo que debo decirte, algo que debí decirte hace mucho tiempo.
— no ahora, solo déjame estar con mis padres. ¿podemos hablar luego? Puedes venir a mi departamento.
— ¿de verdad? ¿Me darás la oportunidad de por fin hablar?
— lo prometo, hablaremos.
Camino hasta la mesa y los ojos de mi madre están puestos en mí, asiento con la cabeza tratando de decirle que estoy bien, que todo está bien. Emilio vuelve unos momentos después.
Volvemos a la oficina y cada uno toma su camino, Sebastián me pide que lo lleve a la práctica de futbol y acepto con gusto con tal de salir lo más pronto de aquí.
Antes de subir al ascensor Emilio me detiene.
— ¿nos regalas unos segundos a solas campeón? Me gustaría preguntarle algo a tu hermana.