Liliana
Cuando Federico abrió los ojos después del disparo de Aurora sentía que no iba a durar mucho la alegría, veía en sus ojos la tranquilidad que vi en los ojos de mi primer amor cuando murió en mis brazos.
Al entrar a su habitación lo veo tratando de abrazar a Sebastián y Ari.
— tengan cuidado con su padre — digo mientras cierro la puerta detrás de mí.
— estoy bien — dice Federico — podrían salir un momento para hablar con su madre.
Los chicos de ponen de pie y salen de la habitación, me acerco hasta la cama de hospital y me acomodo junto a él.
— ¿Cómo estás? — me pregunta besando mis labios.
— muy bien ¿tu como estas? — pregunto mientras tomo su mano entre la mía, se siente muy débil.
— estoy bien, estoy tranquilo y feliz. No puedo creer que seré abuelo.
— ese bebé tendrá él mejor abuelo — él asiente con su cabeza mirando por la ventana.
—Lili — dice mirándome — no voy a resistir, quiero que hagas algo por mí.
— no digas eso por favor, por supuesto que lo vas a lograr. — digo mientras comienzo a llorar apoyada en su hombro
— aun así, quiero que me hagas un favor.
— ¿Qué es lo que quieres?
— quiero que seas feliz, quiero que vuelvas amar y vivir el amor que mereces.
— tu eres ese amor Federico, tu eres todo lo que quiero y necesito.
— pero no estaré aquí por mucho mas tiempo, por eso quiero que me lo prometas, te amo y jamás lo olvides. Eres el amor de vida y lamento tanto todos los errores que cometí. Jamás me perdonare por todo el daño que les he causado. Solo espero que ustedes me perdonen.
— no hay nada que perdonar, te amamos y somos tu familia.
La tristeza que sentía en mi corazón era tan grande que no podía dejar de llorar, cuando nuestros hijos entraron los hizo prometer que me apoyarían y me dejarían ser feliz. Ellos no entendían lo que pasaba, pero yo sí, era solo cosa de horas para que federico muriera.
Esa tarde nos despedimos de él, yo no quería irme de su lado. El miedo que sentía al volver a casa era tan grande como el miedo de perderlo.
— te amo Federico, eres el amor de mi vida. No me dejes por favor. Aun queda mucho por vivir juntos — digo llorando desesperada
— Liliana estoy cansado, mi cuerpo no resistirá más, mi corazón tampoco. Promete que serás feliz, no me iré tranquilo son que lo hagas.
— no quiero, tu eres quien me hace feliz
—florecilla — hace mucho tiempo que no me decía así, un escalofrió recorrió mi cuerpo — florecilla debes prometérmelo.
— Federico por favor, lucha, hazlo por mí, por nuestros hijos y nuestro nieto que viene en camino.
— yo lo cuidare desde donde sea que este, siempre estaré a su lado. Jamás los dejare solos.
Resignado beso sus labios una vez mas y tomo su mano. Lo mire directamente a sus hermosos ojos y le prometí que sería feliz.
—lo hare, prometo que seré feliz.
—promete que volverás amar, pero no me olvides. Donde este estaré esperándote siempre.
—lo prometo, jamás te olvidare… no puedo hacerlo, contigo conocí el verdadero amor y lo que es tener una familia.
Aprieta mi mano una última vez y me deja ir con una sonrisa en los labios.
Antes de salir de la habitación me dice:
— Santiago es un buen candidato, es el único digno de tu amor.
Salgo echa un mar de lágrimas, Santiago me abraza mientras me ayuda a sentarme.
— todo estará bien Lili, pronto estará en casa y volverá a ser todo como antes.
— no, esta vez no será así. Federico mañana ya no estará aquí, lo siento en mi corazón y él también lo sabe. Por eso…
— ¿por eso? — pregunta Santiago tomando mi mano
— me hizo prometerle que sería feliz.
Y así fue, a la mañana siguiente llegamos a visitarlo y no era el mismo del día anterior, ¿aun sonreía? Si, aun lo hacía. Se estaba riendo de algún chiste de Sebastián cuando su corazón dejo de funcionar. Y no hubo nada que hacer, solo dejarlo partir. Quede devastada, el amor de mi vida se había ido para siempre.