La hija del lobo feroz

Quizás

Una fuerte tormenta había dado inició, el viento era muy violento y el cielo era ilimitado una y otra vez.

En ése punto la luz había cortado y el lobo feroz caminaba por su casa, con expresión seria y hasta algo de fastidio, con una vela que imulinaba levemente su camino.

-Mocosa, fue sólo una broma, esta tormenta no la ocasiona ninguna malvada bruja que va tras las niñas que no quisieron comer todas sus verduras, llegandole de atrás en la oscuridad, rodeandole con sus manos, acariciando sus rostros con sus largas uñas para luego meterlas a una bolsa, llevársela a su casa y comerlas, siendo el viento, los estruendo y los rayos, el camuflaje perfecto para que nadie oiga los gritos de socorro de las niñas.- dijo el hombre, aguantando un poco la risa.

Sólo se lo dijo por que no quiso terminar de comer todas sus verduras, pero casi al instante comenzó ésa tormenta y la luz corto, oyendo como ella se fue corriendo en la oscuridad, diciendo "lo siento, lo siento, lo siento" repetidamente.

-Mocosa, ya sal, yo no soy una bruja y ellas no comen a niños... al menos no las que yo conozco, bueno, una quizás sí lo haga.

El hombre se dio cuenta de que quizás no estaba usando las mejores palabras y guardó silencio mientras la seguía buscando.

De igual modo, con el fuerte ruido de la tormenta, no iba a ser oído.

Su búsqueda para encontrar a ésa niña humana se extendió por casi media hora y nada, no era capaz de encontrarla y se negaba a usar su olfato para encontrar a ésa humana, su orgullo no se lo permitía.

El hombre pasó a su habitación, viendo sí Esmeralda estaba acostada, completamente tapada del miedo, pero no, no había nada.

Algo cansado, se sentó en su cama y dejó la vela en su mesa de luz, mientras movía su pie derecho de manera algo acelerada.

¿Por qué de pronto estaba sintiéndose algo ansioso?

¿No será qué se estaba preocupando por ésa niña molesta que no mostraba señal de vida?

No, era imposible que se preocupe por algo así, era imposible que se preocupe realmente por una cría humana, siendo un orgulloso lobo.

Cerrado sus puños con fuerzas, gruño levemente mientras apoyaba sus codos en sus piernas.

-Mocosa, ¿dónde te metiste?- preguntó en un susurro para el mismo.

Su corazón estaba empezando a acelerarse, como sí estuviese muy nervioso.

¿Y sí por estar huyendo, creyó que ir afuera sería más seguro y ahora estaba pérdida en el bosque con ésa tormenta?

-¡Tsk!

Poniéndose de pie, estaba listo para ir a buscarla toda la noche sí era necesaria para darle un gran sermón y burlarse de ella por ser tan ingenua, pero...

El hombre sintió como algo le agarró de los pies, agachó la mirada para ver que era y palidecio al ver dos manos saliendo de debajo de la cama.

-¡Hi!

De manera para nada masculina, saltó encima de su cama, tocando su pecho acelerado.

¡¿Qué rayos era éso?!

Un momento, ¿a él no le iba a intimidar un fantasma o lo que sea?

Estando listo para bajarse de la cama y sacar a ésa cosa, se detuvo al ver como pronto Esmeralda se asomó tras salir de debajo de la cama, con mirada de arrepentimiento y abrazando a su osito.

-Perdón, yo sólo me quise vengar del señor lobo por querer asustarme y lo terminé preocupando y asustando.- se disculpó la pequeña con mucho arrepentimiento.

El hombre la miró por unos segundos antes de comprender todo, gruñir y acercarse al borde de su cama, para agarrar a la niña y alzarla.

-¡¿Quién estaba preocupado por ti y se asustó?!- preguntó el lobo feroz, mientras sus colmillos empezaban a aparecer.

No estaba preocupado por una mocosa humana, no se había asustado y definitivamente no dejaría que ésa niña dañe su orgullo.

-El señor lobo.- respondió Esmeralda, manteniendo mirada de arrepentimiento.

Un fuerte estruendo se oyó en los cielos mientras el hombre se dejaba caer en su cama, cubriendo su rostro y con ésa niña encima.

Lo admitía, ¿bien? Quizás, sólo quizás, muy en el fondo se empezó a preocupar por ésa tonta niña humana.

La rubia salió de encima del hombre y se acostó a su lado, abrazando su peluche.

-Prometo no hacerle más bromas al señor lobo sí usted tampoco me las hace, ¿sí?- preguntó la pequeña, mostrándole su meñique izquierdo al hombre para hacer una promesa.

El rubio dejó de cubrir su rostro y sonrió al ver que ella quería hacer una tonta e infantil promesa de meñique.

-Quien rompa su promesa, se queda calvo.- dijo el hombre con una sonrisa burlona mientras le extendía el meñique a la pequeña y sellaban ésa promesa.

Quizás no se parecían en muchos y sus personalidades podían chocar aveces, pero estaban aprendiendo cada vez más a convivir sin gritar el hombre a cada cinco segundos.

-Pero miré que hacerme una broma como querer asustarme con una bruja.
No soy una niña pequeña para caer en éso, ya sé que las brujas no existen.- dijo la pequeña, abrazando a su osito mientras se sentía inteligente.

El hombre volteó su cuerpo hacía ella y la miró despreocupado, como sí toda la... humillación que paso hace un rato, no hubiese pasado jamás.

-Claro que las brujas existen, tu abuela es u...

El hombre se calló al darse cuenta lo que acababa de decir mientras la niña lo veía confundida, intentando entender de qué hablaba el hombre hasta que lo hizo.

-¿La mamá del señor lobo es una bruja?- preguntó Esmeralda, fingiendo no oír la palabra "abuela."

Ya hizo pasar mucha vergüenza al hombre, así que no atentaria más a su suerte por ése día y fingiria no oír algunas cosas.

-Sí, y no es mi madre, sólo es una vieja loca que supuestamente me cuidó cuando era niño.- respondió el rubio, con sus ojos cerrados, su ceño fruncido y sus mejillas levemente sonrojadas.

Ésa mocosa humana NO es su hija ni lo sería jamás.
Sólo dijo abuela de manera insultante hacía ésa mujer que lo cuidó en el pasado, cuando no se podía cuidar por sí mismo.



#1194 en Fantasía

En el texto hay: familia, lobo, padre e hija

Editado: 18.06.2021

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