La hija del lobo feroz

Mi hija

¿Cuál es el primer recuerdo que tienes?

No importa tu respuesta por que lo que hoy es un vago recuerdo, mañana puede ser otro recuerdo olvidado ya que el cerebro se deshace de la información innecesaria.

La mayoría de las personas no recuerdan su primer palabra pronunciada, su primer regalo, su primer regaño, su primer golpe, su primera risa, todo con el tiempo queda en el olvido ya que no es algo útil, y aveces olvidar puede ser bueno, puede ser lo mejor para aquellos que no quieren dejar de vivir del pasado.

La lluvia una vez más caía y esta vez Esmeralda se encontraba sola en casa, sentada en los primeros escalones que daban al siguiente piso, viendo fijamente la puerta principal que estaba a unos metros de ella.

La pequeña sintió como algo se acercó a ella y agachó la mirada para ver a una pequeña rata que no le asustó.

-Señor rata, sé que el señor lobo no se encuentra en casa pero no debería andar tan tranquilamente, en cualquier momento podría llegar y me metería en problemas sí descubre que las alimento.- dijo la niña, no teniéndole miedo al roedor ni el roedor a ella.

En ése momento se encontraba sentada en las escaleras por que estaba emocionada, esperando al señor lobo quien le dijo que le tenía una sorpresa.

-¿Qué crees que me tenga preparado el señor lobo?
¿Será otro peluche?- preguntó, agarrando su oso de peluche que tenía sentado a su lado y lo levantó para verlo.

Ése era el primer juguete que le regalaban y lo atesoraria por el resto de su vida.

-¿Sabe, señor rata? El señor lobo puede ser gruñón, grosero, insensible y muy mandon, pero le estoy agradecida.
Yo no conozco a mi papá, sólo tengo a mi mami, pero sí pudiese elegir, quisiese que el señor lobo sea mi papá.- dijo la pequeña antes de bajar su peluche y abrazarlo levemente.

En verdad estaba muy impactante por el regreso del señor lobo para ver qué le tenía de sorpresa y también por que tenía algo de hambre.

La rata que acompañaba a la pequeña Esmeralda se fue corriendo y ella se puso de pie, para ver como pronto la puerta fue abierta, asomándose el dueño de la casa con un paraguas.

-Señor lobo.

Con alegría, se acercó al hombre que la cuidaba pero este al bajar el paraguas para poder pasar, se hizo a un lado, viéndose una bella mujer rubia de ojos azules que tenía una gran sonrisa amable.

En ése momento Esmeralda se detuvo, viendo como un trueno resplandecia en el nublado cielo, iluminando a ésa mujer.

Terence dejó el paraguas a un lado y se acercó a la pequeña para señalar a ésa mujer.

-Esmeralda, siempre dices lo mucho que quieres a tu madre y... la encontré, puedes volver con ella.- exclamó Terence, con su voz algo apagada.

Sólo por que quería a ésa niña humana, quería que sea felíz con la persona que ella tanto quería.

Era raro pero en ése momento tenía ganas de retractarse y echar a ésa mujer para que Esmeralda no tenga que irse, pero era por el bien de ella.

-Hola, cariño, mami se alegra de verte otra vez, después de tanto tiempo.- dijo la mujer de manera amable mientras sonreía de manera tan inocente y relajante, la digna sonrisa de una madre que ve a la hija que tanto ama después de tanto tiempo.

El rostro de la pequeña se vio pálido y retrocedió, comenzando a sudar.

¿Por qué el señor lobo trajo a ésa mujer?

¿Se portó muy mal y ya no la quería en su casa?

Creyó que el señor lobo la quería y que ella era una niña buena, pero se equivocó.

Acercándose al hombre que estaba en medio de ambas, se ocultó detrás de él y le abrazo la pierna izquierda con su ojo lloroso.

-¿Por qué señor lobo? ¿Por qué quiere que ésa mala mujer me llevé?
¿Hice algo malo? Le pido perdón. 
¿Soy un estorbo? Haré todos los quehaceres que usted quiera.
¿No soporta oír mi voz? Prometo ser como un títere y quedarme todo el día en un rincón, sin decir ni hacer nada para no hacerlo enojar, pero por favor, no dejé que ésa mujer me llevé; cumpla su promesa de hacerme felíz para luego devorarme, éso es mucho más tranquilizante que volver con ella.- exclamó Esmeralda mientras empezaba a llorar, sin poder contenerse.

Todo el mundo olvida su primer recuerdo y otro nuevo se vuelve un primer recuerdo, pero ella no, tenía su primer recuerdo intacto desde los tres años, tenía ése aterrador momento marcandola por el resto de su vida.

-Mocosa, ¿de qué hablas?
Es la mujer con la que tanto ansiabas reunirte, tu madre.- dijo el rubio, desconcertado por la actitud de la niña.

¿Será qué ahora lo quería más a él y ya no quería regresar con su madre?
No lo iba a admitir pero pensar éso le hacían querer sonreír.

La mujer se puso de cuclillas y miró a su hija de manera dulce.

-Esmeralda, sé que quieres al señor Terence ya que te cuidó por tanto tiempo, pero es hora de que regreses con tu madre; ven a mis brazos, pequeña.- dijo la rubia, abriendo sus brazos para recibir a su hija.

Esmeralda se aferró con más fuerzas a la pierna del hombre quien fruncio el ceño y miró a ésa sonriente mujer.

Esmeralda no actuaría de ésa manera jamás, no con la madre que tanto dice querer.

-Disculpe, señora Heidi, pero, ¿me podría decir el verdadero nombre de Esmeralda?- preguntó el hombre.

Al oír ésa pregunta, la mujer pareció quedar con el rostro pálido mientras otro estruendo se oía de afuera.

-¿De qué habla?
Esmeralda es su nombre.- dijo la mujer mientras veía al serio hombre con una sonrisa.

Terence fruncio más el ceño y apoyo una mano en la cabeza de Esmeralda que no quería soltarlo.

-No es verdad, ése nombre se lo puse yo.- dijo el ojiazul con seriedad.

La mujer, sin borrar su sonrisa se puso de pie y miró al hombre directamente.

-Yo la di a luz, yo soy su madre.- dijo la rubia.

Terence entendió todo y dio un suspiro profundo.

Esmeralda no llamaba mamá a ésa mujer por que no la veía como tal y le tenía miedo por algo terrible que le hizo.



#1194 en Fantasía

En el texto hay: familia, lobo, padre e hija

Editado: 18.06.2021

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