La hija del lobo feroz

Reencuentro

Terence buscaba en ése ruidoso pueblo humano, un lugar donde pudiese encontrar alguna niñera para Esmeralda.

Ya había salido hace casi una hora y nada.

Podía preguntarle a algún humano, pero su orgullo se lo impedía.

-Señor Terence.

El lobo con forma humanoide oyó como fue llamado y volteó para ver a aquella mujer que la ayudó a elegir un regaló para Esmeralda la otra vez, regaló que ésa mocosa mal agradecida no había usado hasta ahora.

-Hola... ¿señora de las caperuzas?- saludo el hombre, sin ocultar su fastidio.

No tenía ganas de lidiar con nadie, sobretodo con una humana tan rara como ésa.

-Me llamó Ruby.- se presentó la mujer con una gran sonrisa amable mientras le extendía su mano a Terence, para saludarlo.

-Ah.- dijo el hombre, evadiendola.

La mujer, tuvo un leve tic en el ojo derecho pero no borró su sonrisa y siguió a ése grosero hombre.

-¿Qué busca? Sé que es nuevo en el pueblo, así que yo le puedo dar una ayuda.- exclamó la mujer, haciendo su mano esfuerzo para ser amable pero ése tipo no se la dejaba nada fácil.

-¿Dónde se contratan niñeras?- pregunto el rubio, sin detenerse.

Ya se estaba cansado de buscar una niñera para ésa niña.

¿Y sí la llevaba con él y de paso le enseñaba a eliminar a plagas humanas?

Nah, los niños humanos son muy delicados y luego salen con ésa tontería de "traumas".

-No hay tal lugar, para éso debe ir a la capital.- respondió Ruby, intentando seguirle el ritmo a la velocidad con la que caminaba Terence.

Ése hombre era grosero y maleducado, pero en verdad, necesitaba de su ayuda.

-Sí desea, yo puedo ser niñera.- dijo la mujer, señalandose.

Por primera vez, Terence se detuvo y la miró con seriedad.

-Necesito una niñera, mucama, cocinera y un jardinero.- exclamó el lobo con forma humanoide, mientras se cruzaba de brazos.

La verdad, no necesitaba ésas cosas pero se quería deshacer de ésa humana molesta.

-Entonces, soy su persona ideal.- dijo la mujer, con una inmensa sonrisa, señalando que podía hacer todas ésas cosas.

-¿Por qué quiere tanto el trabajo?- pregunto el ojiazul.

¿Será qué ésa humana se sentía atraída por él?

Lo admitía, era bonita pero seguía siendo una humana rara y muy fastidiosa, así que definitivamente no era su tipo.

-Bueno... estoy buscando a alguien y quiero reunir el dinero suficiente para poder viajar a los alrededores y encontrarla.
Esté ya es el tercer pueblo en el que estoy.- respondió Ruby con sinceridad.

El rubio, la miró fijamente, entendiendo porque lo estaba siguiendo.

Para las personas era el nuevo del pueblo, un padre soltero con una niña, cosa que era algo fácil deducir que querría una niñera.

-¿No le es más fácil reunir dinero en la capital?- pregunto, intentando señalar algo obvio.

No quería contratar a alguien que luego los dejé por darse cuenta de algo tan simple como que en un lugar más grande, le sería más fácil ganar dinero.

-Quizás, y estoy segura de que los nuevos reyes me ayudarían, pero no quiero depender de ellos cuando tienen las cosas difíciles, y además la persona que busco, es... especial y prefiero hacerlo por mi cuenta.- exclamó la pelirroja, con una sonrisa sincera al pensar en ésa persona.

Terence, al ver la sonrisa de ésa mujer, decidió resignarse.

Ser el padre de ésa mocosa rara, lo estaban ablandando.

-Bien, supongo que no tengo de otra ya que debo salir urgentemente.
Le advierto que mi hija no es una niña normal y posiblemente al inició no confíe en usted, ya que soy el único adulto en quien ella confía.- exclamó el rubio, con cierto orgullo.

Aún cuando Esmeralda le tenía miedo a los adultos, desconfiaba muchos de todos y estaba llena de traumas, confiaba en él.

Quizás, ésa tonta niña no es tan tonta.

-Sé tratar con niñas.- dijo Ruby, sonriendo algo divertida por darse cuenta de que ése hombre parecía sentirse orgulloso por ser la única persona de confianza de su hija.

-Ella es diferente.- dijo Terence, dándose media vuelta y regresando a su casa mientras ésa mujer lo seguía.

Esmeralda solamente confía en él y no le hace falta confiar en nadie más, así que ésa mujer debía de conocer su lugar.

Bueno, ella descubriría que Esmeralda no es capaz de confiar en un adulto que no sea él.
.

.
Con Esmeralda.

La pequeña estaba en su habitación, sin poder dormir, jugando con una muñeca de trapo que le regalo una abuela del pueblo, como regalo de bienvenida.

-¿Qué estará haciendo el señor lobo?- pregunto la rubia para sí misma.

Es raro que hubiese estado tan apurado para salir.

¿Será qué estaba por pelear con otros lobos por el territorio, como la otra vez?

-¿Crees qué esté buscando un regalo para mi?- pregunto la pequeña a su muñeca.

Desde el inició, el hombre fue amable a su manera con ella, así que no le sorprendería que ahora esté buscandodo un regaló para ella, por ser una niña buena.

La ojiazul oyó como estaba comenzando a llover levemente y se preocupó un poco.

-Esta empezando a llover, espero que mi regalo no se moje.- exclamó, dando por asumido de que le traerán un regalo.

¿Será ropa, algún juguete o algún collar o pulsera cara como las que usan las princesas?

-¿Sabes? El señor lobo puede ser algo gruñón e infantil, pero así lo quiero.
Sé que él quiere que lo llamé papá, pero no lo haré todavía ya que es divertido hacerlo enojar.- dijo la pequeña a su muñeca antes de abrazarla.

El otro día casi lo llama papá por error, pero al ver la cara de emoción del hombre, cambio sus palabras en el último momento, haciendo que se enojé.

Ser algo traviesa de vez en cuando no era nada malo, ¿verdad?

-Sí no me trae un regaló, no le voy a hablar por días.- susurro mientras fruncia el ceño.



#11532 en Fantasía

En el texto hay: familia, lobo, padre e hija

Editado: 18.06.2021

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