La hija del lobo feroz

Padres

Un lobo solitario y amargado, temido por todos y autoproclamado como el rey de los lobos, el guardián de ésas tierras que muchos otros lobos querían poseer.

Las relaciones eran una pérdida de tiempo, tener el más mínimo afecto por alguien, no era nada más que una abertura hacía la debilidad.

Dormir, pelear, cazar, proteger su territorio y disfrutar de su paz era todo lo que él necesitaba, todo lo que quería, hasta que la conoció a ella.

Fue en un día de tormenta, estando la noche cerca y él explorando su territorio para asegurarse de que ningún invasor haga de las suyas, que la conoció a ella.

Ésa niña no tenía vida en su mirada, parecía ser pequeña para su edad, posiblemente por mala alimentación, apestaba y no le tuvo miedo, fue la primer humana que no le tuvo miedo ni se inmutó por verlo en su forma de bestia, sólo le extendió una flor y le pidió que acabé con ella.

Quizás, muy en el fondo sentía curiosidad por ésa raza que supuestamente es la dominante a pesar de ser superados en fuerza y velocidad por muchos, pero no quiso acabar con la vida de ésa cría humana.

La sensación de no tener ganas de vivir, él la conocía, después de todo, sus padres, su pueblo, lo hicieron a un lado por no ser de sangre pura como ellos, siendo dejado a su suerte para morir, pero una bruja lo ayudó a él y años después a otro niño que consideró como a un hermano.

No tenía emoción alguna, sólo despreciaba a los humanos y más por ser la principal causa de guerras y destrucción, pero muy en el fondo, ver a ésa niña así, le hicieron recordar su pasado y la quiso ayudar.

Su plan era cuidarla hasta que ella sea capaz de valerse por cuenta propia, nada más, pero aún en su oscuro corazón, un pequeño rayo de luz apareció y la quiso, proclamadola como a su hija, pero ahora... ahora todo ése pequeño mundo que había construido con Esmeralda se estaba derrumbando por la aparición de ésa mujer a la que ella llamaba como a su verdadera madre.

Terence veía como madre e hija se abrazaban y lloraban, felices por su reencuentro.

Sí fuese el del pasado, le diría a ésa mujer que ahora Esmeralda es de su propiedad y no se la daría, pero ya no es así y sólo quería que ésa mocosa poco expresiva sea felíz.

La rubia, abrió su ojo y vio al hombre que lucía triste.

Debía resistirse, no debía hacer una broma y decir que se iría con su madre o el señor lobo no le volvería a hablar.

Separándose de la mujer, Esmeralda se acercó a Terence y le agarró de la mano, haciendo que él la vea con dolor.

-Señor lobo, le quiero presentar a mi mami.- dijo la pequeña, acercando al hombre a la mujer que limpiaba sus lágrimas y quedaba algo confundida.

¿Esmeralda llamó a ése hombre como señor lobo?

-Mami, el es el señor lobo, puede tener cara de pocos amigos, es un gruñón y puede ser muy grosero, pero es muy amable.- dijo la rubia.

Terence, sin dejar de mirar a la niña, apretó levemente la mano de ella y sonrió débilmente.

Esmeralda, al sentir como su mano fue tomada, levantó la mirada para ver al hombre y luego fruncio el ceño.

-Señor lobo, ella es mi mami, así que no se enamoré de ella porque ella sólo me quiere a mí.- exclamó la pequeña con seriedad.

Terence borró su sonrisa, frunciendo el ceño y la mujer rió levemente.

Bueno, al menos, gracias a Esmeralda ahora las cosas se calmaron.

El hombre, levantó la mirada para ver a ésa humana pelirroja, con seriedad.

-Seré directo con usted...

Agarrando a Esmeralda, el lobo con forma humanoide la alzó y sonrió de manera torcida mientras veía a ésa mujer.

-Ahora está cría humana es hija mía, así que no dejaré que la aparte de mi lado.- exclamó el rubio, firme en su decisión.

Ya lo decidió, no dejaría que ésa mujer se lleve a su hija y no le daría importancia a lo que ellas piensen.

Sí se hablando, pero no dejaría que ésas emociones lo dominen y haría lo que quiere.

La pelirroja lo miró con confusión y ladeo la cabeza.

-¿Llevarla? ¿A dónde?
Esmeralda lo quiere y yo no tengo condiciones para cuidarla, así que no podría separarlos.
Claro, espero que el contrato como su empleada sea algo permanente hasta que Esmeralda sea una mujer y se pueda cuidar ella misma.
No los voy a separar pero tampoco me separé de ella y permítame estar a su lado, como empleada en está casa.- dijo la mujer, de manera tranquila.

Terence, quedó con los ojos abiertos al máximo y su boca levemente abierta.

¿Así de fácil?

Ahora entendía el porque de ser una niña tan rara de Esmeralda, su figura materna era rara.

-Muy bien, señora Ruby...

-Señorita.- corrigió la mujer.

-Lo que sea.- gruño Terence, con fastidio.

¿Era realmente necesario para ésa mujer corregir algo tan inútil?

-Espero que nos llevemos bien y... seamos buenos padres para Esmeralda.- dijo el rubio, extendiendo su mano izquierda para estrecharla con la mujer.

La pelirroja, levantó una ceja al oír éso, haciendo que el hombre se dé cuenta de lo que dijo.

-¡No me refiero como a sus padres, siendo una pareja, me refiero a...

-¡Pff! Descuide, lo entiendo.- dijo la mujer, divertida por ver a ése serio hombre, ser tan diferente al tener a Esmeralda a su lado.

-Señor lobo, no le daré a mi mami.- dijo Esmeralda con seriedad.

Y el rubio, sintiendo sus mejillas arder, desvió la mirada.

Ya se estaba arrepintiendo de dejar que ésas dos ahora vivan con él.

Bueno... el silencio era agradable, pero aveces algo de rudio no estaba tan mal.

-¿Por cierto? ¿Usted es mitad lobo?
Éso explicaría porque Esmeralda se lleva bien con usted y no le teme.- dijo la mujer con una sonrisa, como sí éso fuese algo normal.

Terence se sorprendió, quedando algo en shock.

-S-sí... soy mitad lobo, pero estoy exiliado por no ser pur...



#1167 en Fantasía

En el texto hay: familia, lobo, padre e hija

Editado: 18.06.2021

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