La hija del lobo feroz

Aullido

"Querida mamá del señor lobo, mucho gusto en conocerla; yo soy Esmeralda, bueno... de hecho es mi mami quien escribe la carta ya que yo no sé escribir.

Mi mami es la mejor del mundo y me dio la idea de escribir cartas para usted, a pesar de que el señor lobo dijo que no lo haga por ser una pérdida de tiempo y por el hecho de que no puedo mandar ninguna ya que no sé donde se encuentra, pero... lo siento, me desvíe del tema ya que estoy emocionada por ser la primer carta que le escribo a la mamá del señor lobo.

¿Cómo se encuentra usted?

Yo estoy muy bien, gracias al cuidado de mi mami y el señor lobo.

Seguramente se debe preguntar quién soy, qué hago con el señor lobo y por qué me llamó como usted.

Verá, el señor lobo me encontró hace un tiempo y me llevo con él, con el propósito de comerme, pero cambio de opinión y decidió cuidarme, dándome un nombre como el de la persona que más quiere, usted.

Actualmente, él dice que soy su hija y en el fondo espera que lo llamé "papá", pero siento un poco de vergüenza y quiero que me lo pida directamente.

Quiero darle las gracias por cuidar al señor lobo y espero que cuando nos vemos me dé muchos, muchos regalos.

Soy muy feliz con mi vida ahora a pesar de que no sé como expresarme aporpiadamente, pero soy feliz gracias al señor lobo y mi mami.

¿La puedo llamar abuela cuando la vea?

Sé que puede ser egoísta de mi parte, pero quiero que mi familia siga creciendo para ser todavía mucho más feliz.

Hoy, mi mami convenció al señor lobo para salir a un día de picnic y celebrar algo llamado "mi cumpleaños".

No sé muy bien que sea y no me gusta salir, pero si es con mi mami y el señor lobo, sé que seré feliz, sé que todo saldrá bien..."

Por el bosque, la pequeña Esmeralda corría lo más rápido que podía, respirando agitada, asustada y odiando ése día más que a nada, mientras la perseguían.

Se estuvo divirtiendo, su mami y el señor lobo estaban peleando por una porción de pastel que ella comió mientras ellos discutían, y de la nada el hombre se puso de pie, dando la orden de que huyan.

Ellas no lo entendieron y se quedaron a preguntar que sucedía, hasta que fue demasiado tarde.

Un grupo de hombres, leñadores y un par de soldados, los atacaron, defendiendo el lobo con forma humanoide a ambas para que huyan.

Ruby, sin discutir más, la alzó en brazos y huyó, para ver la niña como el señor lobo luchaba con ésos humanos, mientras a lo lejos se acercaba ésa mujer malvada con un grupo y los seguía a ellas.

La pelirroja, para ganar tiempo, dejo a Esmeralda y le ordeno huir mientras ella distraia a ésa gente mala, y así fue.

Ahora la pequeña corría, con lágrimas en su ojo, cansada, preocupada por su familia y aterrada por caer en las manos de ésa mujer.

-¡¿Cómo es posible que no puedan cazar a una niña?!

El gritó de ésa mujer se oyó y Esmeralda sacó fuerzas de donde ya no tenía para correr más rápido.

El pueblo estaba a la vista, las personas eran amables y la ayudarían contra ésas malas personas.

Sus piernas, pequeñas pero veloces, se movían con agilidad, evadiendo los árboles hasta llegar al pueblo.

Por fin, llegó; ahora sólo debía pedir ayuda al encontrar a alguien.

No, éso quizás tarde, así que no le quedaba de otra.

Aun agotada y corriendo, reunió mucho aire en sus pulmones.

-¡Ayuda, por favor, ayuda!- se puso a gritar por ayuda, mientras su velocidad disminuía por el cansancio.

Su piernas, ya no daban más, empezó a perder las fuerzas y el equilibrio, antes de caer y rodar un poco por la tierra.

-¡Maldita mocosa!

Esmeralda volteó para ver como ésa mujer levantaba un arco a pesar de ya no estar tan lejos y lanzarba una flecha en su dirección.

Con fuerzas, cerró sus ojos, asustada pero lista.

Quizás, la culpa de todo éso ers de ella y si ella ya no estaba, todo ése desastre se acabaría y el señor lobo y su mami podrían ser felices, ¿verdad?

-Ah.

La niña, no sintió nada, más que un leve quejido.

¿Por qué no le paso nada?

Con algo de miedo, empezó a abrir sus ojos y al ver una silueta delante de ella, abrió sus ojos al máximo.

-¡Señor lobo!

Delante de la pequeña, Terence, usó su cuerpo de escudo, recibiendo la flecha.

Ni siquiera lo pensó, sólo fue corriendo a buscar a ésa fastidiosa niña humana y al ver que su vida corría peligro, se movió lo más rápido que pudo para llegar a tiempo y protegerla.

-Ah... ah...

El hombre, que no apartaba la mirada de la pequeña, cayó de rodillas, sintiendo frío por ésa flecha que le atravesaba.

-¡Señor lobo, señor lobo! ¡No! ¡¿Por qué lo hizo?!

Sin poder dejar de llorar, Esmeralda se puso de rodillas, apoyando sus manos sobre el pecho del hombre, rozando la flecha.

El rubio, empezó a sentirse cansado, sin nada de fuerzas, pero aun así, con lo que le quedaba, levantó una mano y la apoyo sobre la cabeza de la pequeña.

-Ah... mocosa... no... llores, te ves más fea de... lo que eres.- susurro el ojiazul mientras sonreía débilmente.

Él, el lobo más fuerte de todos, dando su vida por el de una pequeña e insignificante humana, ¿quién lo diría?

Pero aún así, si llegaba a tener la oportunidad, cosa que seguramente ya no podría, repetiría éso una y mil veces.

-Ah... so... sonríe, sé... feliz.- susurro el hombre antes de perder la conciencia y caer sobre la pequeña.

Esmeralda, fue derrumbada por el cuerpo del hombre inconsciente y se sintió asustada como nunca antes.

No, éso no podía acabar así, no podía acabar ahora que estaba aprendiendo a ser feliz con su familia.

-¡Señor lobo!... ¡Sniff!... ¡por favor, levantese!... ¡Sniff!... ¡levantese y dígame mocosa, griteme, regañeme, diga que sólo soy comida, pero por favor, vuelva a abrir los ojos y levantese!- gritó la rubia mientras abrazaba al hombre con fuerzas, pero no recibió respuesta.



#1194 en Fantasía

En el texto hay: familia, lobo, padre e hija

Editado: 18.06.2021

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