9

La mitad de mi hipótesis ahora estaba resuelta. Aunque, cabe aclarar que la confesión de Dylan sobre su desaparición me había dejado anonadada, pues siempre pensé que se habían ido por trabajo de su padre. Sentí tristeza cuando me expresó aquello, jamás hubiese imaginado que Laker estuviese enfermo. Quizás por no verlo constantemente en aquel entonces supuse una hipótesis diferente, sin embargo, como perdió un año escolar ahora se encontraba en el mismo grado de yo; con diferencias de que él se encontraba en una sección y aula de clases diferente, y tenía un año mayor que yo.

Habían pasado días desde aquella revelación, no hablamos más en aquel bosque turístico ya que no quería agobiarlo con más preguntas.

Había terminado el día de instituto y me encontraba en el autobús escolar, después de algunos minutos finalmente llegué a casa. Me despedí amablemente del conductor; era un anciano muy amable y divertido, realizaba unas increíbles bromas. Me encaminaba hacía la puerta de mi casa cuando una pequeña mano tomo mi antebrazo. Giré mi cabeza hacia atrás y me encontré con la pequeña Sammy Laker.

—Hola Galehidrelle, tengo un mensaje de parte del tímido de mi hermano —rodó los ojos con las últimas palabras que dijo y agregó—: es un bobo, pero es un buen chico. Desea verte en el balcón a las ocho de la noche, y está vez no te dejará en espera, bueno eso es todo ¡adiós!

Antes de contestarle el mensaje, la pequeña Sammy corrió hacia su casa, divisé que alguien observaba detrás del ventanal de la sala de estar de los Laker; una cabellera negra y unos penetrantes ojos azules se encontraban mirando la escena.

Desapareció cuando lo descubrí. Una sonrisa formé con mis labios.

—¡Ahí estaré Dylan Laker! —grité desde el jardín de mi casa.

No esperé respuesta y me adentré a mi hogar.