La historia corta de Layla West

O C H O

Trato de articular alguna palabra, pero no me salen... creo que estoy temblando.

Él se ríe fuerte, me suelta y da unos pasos hasta el escritorio.

—No sé qué estás pensando, pero no creo que sea eso—mis mejillas arder. Sera burro.

—No es lo que estaba pensando— ruedo los ojos y resoplo. Trágame tierra.

—Yo decía ir a caminar por la playa, o... — ¿Cuantos años tendrá?

— ¿Qué edad tienes?— pregunto, se me salió. Pero ya lo hice, no hay paso atrás. ¿Creo que ya me lo dijo? Estúpidos nervios ¡me hacen olvidar de todo!

Parece confundido y ¿quién no?, que le cambies de conversación de un momento a otro, hasta yo. Mejor.

—Veintiuno—me responde y arqueo una ceja.

—Veintiuno y eres el administrador de este local...

—Y futuro heredero de esta empresa— lo dice con tanto orgullo, este hombre me hace acordar a los que no sé cómo llamar...digámosle "compañeros".

Ellos se debatían por ser los más ricos, porque sus padres estaban en la cima más alta de la pirámide de la sociedad, que sus apellidos sean conocidos. Algo que a mí no intereso ni un poco.

Claro mis padres no eran dueños de hoteles, ni que tengan el jate más caro, pero así los quería. Yo quería que ellos me vieran graduada, no quería que me heredaran nada.

—Y ¿eso te tiene muy orgulloso?—

—Claro, el apellido "Freeman" es muy valioso aquí, imagínate tú saliendo conmigo, serías la envidia de todos aquí—dice alzando su mentón. Qué pena me da esta clase de gente.

Me río y niego con la cabeza, a este le importa solo el dinero, que su apellido sea respetable.

—De que te ríes— me dice.

Alzo la mirada y le sonrió, creo que muy pronto me va a salir una lágrima. Pestañeo varias veces para que desaparezca.

—No quiero salir con un hombre, que gracias a eso voy a ser la envidia de todo Miami. No, gracias. Personas como tú conozco muchas y no quiero conocer más.

Me doy media vuelta y voy hasta la puerta. Salgo y me apoyo sobre ella.

Suspiro, me llegan tantos recuerdos, que es como si estuvieran bombardeando mi cabeza. Bajo las escaleras y me meto a los vestidores para empleados. Entro al baño y lloro lo más que puedo.

Quiero comenzar una vida nueva, no quiero recordar nada de la vieja. Pero en primer lugar tengo que dejar de llorar. Tengo que ser fuerte, no tengo dejar que nada de esto me afecte.

Me acerco al lavabo y me lavo la cara, salgo de los vestidores y sigo trabajando como si nada me hubiera pasado.

Al fin ya son las cuatro de la tarde, ya me puedo ir a mi casa. Este día ha sido muy extraño. Pero tengo que ser fuerte y combatir todas las adversidades que el destino me ponga.

—Layla, vamos a cambiarnos— me dice Emily.

—Voy— digo.

Término de doblar la última blusa y el dejo en la repisa. Quiero llegar a mi casa a dormir. Poder relajarme y claro... ¡Comer!

Me doy la vuelta, y tropiezo con algo. Alzo la mirada, bueno no es algo, sino alguien... Anthony.

—Disculpa, es que no te vi— digo, tiene sus ojos fijo en mí.

Y ahora qué es lo que quiere.

—No has respondido a mi pregunta de enantes— y que más respuesta quiere que le dé. Mi corazón late muy deprisa, voy a decirle algo pero me interrumpe— Te espero en la playa a las ocho— le voy a repetir la respuesta, pero se marcha.

Le quería decir que no, pero... se me fue de las manos.

— ¿De qué hablabas con el jefe?— escucho una voz detrás de mí, y si alguien escucho nuestra corta platica, soy mujer muerta. Trágame tierra. Cierro los ojos duros y los vuelvo abrir.

Me doy vuelta despacio. Scarlet está ahí. Comienza a jugar con su cabello y me mira de pies a cabeza.

—Nada... que te importe— digo sonando firme. Mis nervios están a la vista, y nadie los quita de ahí.

Camino hasta el vestuario, pero alguien me sostiene el brazo.

—Si sabias que ese hombre es mucho para ti— la miro. Arqueo una ceja. Me suelto de su agarre.

—Si es mucho o poco, a ti no te debe importar— le digo

— ¿Te estas metiendo con el jefe?— se lleva la mano a la boca. Como si estuviera asombrándose.

— ¡¿Qué?! No...—me alejo lo más rápido de ahí.

Yo metiéndome con el dueño. No... ¿Entones que estás haciendo Layla?

Ni yo lo sé. Abro los vestidores para empleados, voy a mi Lockers. Saco mi mochila, me cambio en el baño y salgo.

No veo a Emily por ningún lado, se habrá ido.

—Buscas alguien— escucho atrás mío, me doy vuelta y es Edgar.

—Amm... si a Emily. Le dije que me esperara, pero al parecer se fue— digo rascándome la nuca.

—No la he visto salir, capaz este adentro— tuerzo la boca, se fue sin mí.

Edgar comienza a reírse, lo miro extraño y sonrió.

—De que te ríes

—De esa mueca que haces con la boca, — me siento ridícula— No tranquila se te ve hermosa— me tenso, lleva su mano hasta la mi mejilla y la soba, mi corazón late demasiado rápido se me va a salir.



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En el texto hay: bullying, romance juvenil, romances

Editado: 02.03.2019

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