Dos meses... dos lindo meses, bueno en parte. Me ha ido todo bien con Anthony pero con mi hermano, las cosa se han salido de control un poco.
Esta semana me ha tocado el turno de tarde y parte de la noche, mi salida es a las once de la noche, Anthony me dijo que me cambiaría, pero le dije que no. Porque pensaría que soy unas de sus favoritas y... Ya se imaginan lo que pasa.
No he podido controlar a mi hermano, la otra vez llego borracho. Le rogué que no lo vuelva hacer y me prometió que lo olvidaría.
Tengo miedo de que vuelva a recaer, sería volver al pasado. Algo que en verdad no quiero saber
Me encuentro en el local, miro mi reloj de muñequera y son las nueves de noche, tengo un mal presentimiento. Quiero salir de este lugar.
—Layla ¿Estas bien?— miro a un lado y veo que es Edgar.
—Si es que... Estoy algo preocupada— digo tratando de sonar fuerte.
—Te pasa algo, cuéntame capaz te puedo ayudar— contarles mis preocupaciones es como contarle, mi pasado. Lo miro y sonrió.
No he hablado con él desde la noche en la playa, ahora me siento un poco incomoda estar alado de él. El otro día Emily me confeso que se siente atraída a él, trato de haberle bien de ella, pero no me pone mucha atención. Como quisiera que ellos se unan, serian una hermosa pareja.
—Gracias, pero en verdad estoy bien. Es algo sin sentido.
—Bueno, pero sabes que estoy aquí para lo que seas— sonrió y, me da un abrazo.
Dejo la ropa doblada y me voy a los vestuarios. Veo a Scarlet que está ayudando a una clienta.
Les dijo una cosa ella no me cae nada bien, he escuchado rumores que ella es una... Bueno ya se imaginan lo que quiero decir.
Ella me ve, y me relájala una sonrisa falsa. También yo.
—Layla, al fin que te veo en el turno de la noche— me dice, recojo unas prendas que están en closet.
—He estado casi una semana— digo moviendo un poco la cabeza.
—Ah... A veces soy un poco despistada— me dice y sonríe— Sabes que el jefe, se ve increíble, cuando tengo tiempo hablo con él. Es un hombre que no solo te lo comes con la mirada.
A esta si la mato, trato de tranquilizarme. Me conozco, cuando exploto tengo ganas de matar alguien.
No sé qué responderle, aprieto los dientes. Los celos me carcomen y la respiración se me acorta.
—Si— es lo único que digo. Cojo la ropa y salgo, sino alguien será lastimado hoy.
. . .
Al fin ya estamos cerrando, dejamos todo en orden. Mañana es mi día libre y lo pasare con mi hermano.
Pero antes hablare muy claro con Anthony, ahora que lo pienso ¿Sospechara algo Scarlet?
Me quito la idea de la cabeza, voy a los vestuarios. Recojo las cosas y me cambio de ropa. Tengo una angustia horrible, espero que no sea nada malo.
Llego a mi auto me subo y lo pongo en marcha. Me paro en un semáforo, me percato que el piso del copiloto hay un sobre manila.
El mismo que encontré en el garaje, pero no lo he podido revisar. La luz cambia y conduzco hasta un lugar donde lo pueda parquear y verlo con tranquilidad.
Me desabrocho el cinturón y lo recojo. Aun esta sellado, le rasgo en la parte de arriba, meto la mano y saco algunos papeles.
Los reviso y son facturas de compra-ventas, de las casas de Los Ángeles, Boston. También de dos autos, espera... son las casas y los carros que mis padres tenían, que mis tía las vendió.
Pero no están al nombre de ellos sino de Ramiro Duort, pero ¿quién es él? Un recuerdo me llega a la mente, tenemos problemas con la mafia.
Pero nada me cuadra, reviso las dirección y concuerda con las que teníamos y los modelos del auto. Busco si esta la Miami y de este auto, pero no están.
El corazón me late demasiado fuerte, saco mi celular de la cartera y buscó en Google el nombre de Ramiro Duort.
Mafioso, buscado en tres países por lavado de dinero. Traficar drogas y venta de propiedades ajenas.
Entonces por eso mi tía vendió todo, ella sabía porque mis padres murieron y nunca me lo digo. Una lágrima recorre mi mejilla después otra y otra. Lloro, nadie me detiene.
Me tranquilizó y paro de llorar, ya no puedo volver al pasado. ¡¿Cómo mis padres se metieron a ese mundo?! Tiene que haber una explicación, algo aquí no me cuadra.
Respiro, tengo una angustia que me presiona el pecho. Pero algo me dice que algo malo le paso a mi hermano.
Me pongo de nuevo el cinturón, prendo el carro y conduzco hasta la casa. Dejo el carro afuera, no tengo ganas de meterlo. Bajo deprisa cogiendo mis cosas y el sobre manila. Tengo que guardarlo nadie se puede enterar de esto.
Entro a la casa, comienzo a llamar a mi hermano pero no hay señal de él. El corazón me late deprisa, no es lo que estoy pensando capaz está dormido. Dejo mi maleta en el mueble.
Subo a mi habitación, abro mi armario y saco la tapa falsa. Guardó el sobre dentro y vuelvo a poner la tapa.
Corro, al cuarto de mi hermano. Abro la puerta... No esta. Dios ¿dónde estará?
Escucho que mi celular suena, pego un brinco. Llevo mi mano al corazón, ¡Que susto!
Bajo la escalera y llego. Cojo el teléfono.
—Buenas.