La historia corta de Layla West

V E I N T E

—Por eso no cometas el mismo error, ella no quiere que nadie sea feliz— se limpia las lágrimas, suspira. No quiero verlo casado Anthony, que no sea conmigo.

—Voy a pensarlo, pero primero tengo que salir de este lugar, y recuperarme— digo.

—Esa es mi amiga— me abraza y sonreímos. Edgar entra y le trae un café a Emily.

Conversamos, por horas. Me duele pensar que Anthony está afuera sufriendo sin tener la culpa, pero primero tengo que hacer algunas cosas antes de perdonarlo.

Edgar, me está invitando a salir después que salga del hospital. Le digo que no respetuosamente, le comento la verdad. El agacha la cabeza y entiende.

. . .

Pasando los días, me dan de alta. Cuando voy a pagar, me dicen que el señor Anthony Freeman ha cancelado todo.

No me sorprende saber eso. Salgo del hospital, Emily me lleva a mi casa. Me comenta que su jefe le dio una semana de vacaciones, ya sabrán el porqué.

Lo primero que hago al llegar es darme un largo y placentero baño. Emily me informa lo que tengo que hacer para seguir con mi dieta.

La semana pasa en un cerrar de ojo, mi celular no ha dejado de sonar. Me llegan mensaje a diario, y todo eso tiene un nombre es, Anthony.

Si lo voy a perdonar pero quiero un poco más tiempo.

—Sabes donde vive Scarlet— le digo, estamos mirando la televisión. Técnicamente ella se ha mudado a mi casa, me ayuda con la comida y la limpieza aun no puedo mover el brazo derecho bien.

—Sí, pero no te lo voy a decir— dice mirando fijo al televisor— para que cometas una locura mejor no te la doy.

Tengo que sacarle es información sea como sea. No me voy a quedar con las ganas de decirle unas cuantas cosas en su cara.

. . .

Me entere por la boca de Edgar que despidieron a Scarlet. También le quise sacar la información de donde vive ella, pero me ha dado la misma respuesta que Emily.

Estoy sentada en el mueble, no aguantó. Me pongo de pies y subo a mi cuarto, buscó en las cosas de mi amiga.

Sé que está mal pero no me quedare con las ganas decirle a esa perra cuanto la odio, que conmigo no va poder. Que ella gano la batalla, pero yo ganaré la guerra.

En una maleta, busco sus papeles. Encuentro una billetera, hay encuentro una carta, que tiene remitente Scarlet. La abro.

Querida Emily.

Te tengo que confesarte algo de tu noviecito, pero por este modo no te lo quiero decir. Quiero ver tu cara cuando te lo diga, ¡Quiero verte sufrir!

Así que te cito a mi casa.

Dirección: SE 2ND AVE/ US—1 S.

Ven te espero a las tres de la tarde.

Att: la victoriosa Scarlet.

En verdad que esta mujer está loca, copio la dirección en un papel aparte y dejo todo en su lugar.

Me cambio de ropa, me pongo unos vaqueros azules, una blusa negro y unos vans blanco.

Cojo mi cartera guardo el papelito y el celular. Bajo las escaleras me aproximo a la puerta, cojo las llaves y salgo.

Reviso a los lados que no esté nadie. Que no esté Anthony.

Salgo, hago parar un taxi. Le enseño la dirección. Y me lleva.

Antes me dejaba que la gente me haga daño, que digas cosas feas de mí y yo como estúpida me dejaba. Pero esa Layla cambio, ya no es la misma. Ella se ha hecho más fuerte, y ya no se deja de nadie.

Ella va a pagar por todas las lágrimas que derrame por su culpa, no dejare que destruya mi futuro. Primero tendrá que pasar por mi cadáver si es posible.

El chofer del taxi me indica que hemos llegado, le pago la carrera. Me bajo del auto, veo que es un condominio.

Es azul, tiene seis pisos. ¿Dónde vivirá ella? Si llegue aquí tendré que averiguarlo, así que me toque tocar timbre por timbre, para saberlo.

Me acerco y veo al portero. Capaz él sepa.

—Buenas tardes— digo con una sonrisa.

—Buenas tardes señorita, en ¿que la puedo ayudar?— es un hombre de edad, se ve que es buena persona.

—Es mi amiga Scarlet— lo que tengo que hacer para buscar a esa perra— me digo que venga pero, se olvidó decime su piso y el departamento.

—Sí, la señorita Scarlet vive en el tercer piso, apartamento 34— dice amablemente, me da pena mentirle pero ella solita se lo busco.

—Gracias fue de una gran ayuda— sonrió.

Camino hasta el ascensor entro, presiono el número tres. Cuando llega, las puertas se abren y busco el número del apartamento.

Lo veo que es al final del pasillo. Ahora ella se va a dar cuenta quien es Layla West. Toco la puerta.

— ¿Quién es?— escucho su asquerosa voz del otro lado de la puerta.

No le pienso responder, sino jamás me abrirá.

La puerta se abre, ella me mira. Sus ojos se abren tanto. Lleva puesto un short y una blusa tira del color rojo, tiene un moño alto hecho un ovillo.

La empujo, entro y cierro la puerta. Ella está asustada, pero veo que cambia se pone firme y sonríe.

— ¿Qué haces en mi casa?— miro alredor, su apartamento es pequeño, pero todo está en orden. La mayoría de cosas es de color rojo.

—Vine a decirte que ganaste la batalla— ella sonríe, se lleva las manos a la cintura quedando con o jarra— pero no la guerra.



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En el texto hay: bullying, romance juvenil, romances

Editado: 02.03.2019

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