La historia corta de Layla West

V E I N T I U N O

— ¿Qué quieres decir con eso?— me dice, yo sonrió

—Voy hacerte pagar por cada lágrima que me hiciste derramar. Ya nadie me pisotea, nadie se va sin yo darle su merecido— ella tiembla, creo que nadie se le ha dicho lo que en verdad se merece.

Espero después de la tunda que le voy a dar, se olvide de dañar relaciones.

Me acerco a ella, le doy una cachetada que me hizo que mi mano doliera. Ella ahoga un grito, lleva una mano donde le propine la cachetada.

La rabia me sube y le doy más, hasta que ella cae al piso. Su pelo se suelta y cae a sus lados. Comienza a llorar, pero son lágrimas de cocodrilos.

— ¡Eso llora y siente lo que yo sufrí! No imaginaste las consecuencias pero, yo te enseñara que primero se piensa y luego se actúa.

Me siento ahorcada en ella, la cojo del cabello y le dijo de todo, hasta de lo que se va a morir.

Siento que el brazo me comienza a doler, la rabia me cegaba el dolor, pero ahora lo puedo sentir más fuerte. Mi respiración es rápida, la suelto y me levanto. Mi cabello está hecho un desastre, me lo acomodo.

La miro con odio, con asco. Esta tirada en el piso, con el pelo revuelto llorando. Ella me mira.

—Eres estúpida, te voy a matar...

— ¿Me estas amenazando?— me acerco a ella. Comienza a alejarse— estas equivocada, la que te va a amenazar aquí soy yo. Escúchame bien— le digo entre dientes— si me vuelves hacerme daño, te lo juro que haré tu vida miserable, esto no es solo por mí también es por Emily ¡Escuchaste!— Ella asiente— te has metido con alguien que ha sufrido y que no lo volverá hacer, ni por ti ni por nadie. Atrévete a pasar por mi camino y no vas a vivir para contarlo.

Se la ve asustada, creo que me pasado un poco. Pero conmigo nadie se tiene que meter.

Sus lágrimas empapan sus mejillas, me acomodo la ropa. Me doy media vuelta, me regreso.

—Si yo me entero de que le fuiste con el chismecito con alguien—la apunto con mi dedo índice— vendré de nuevo y tu castigo será peor— asiente.

Me marcho de su apartamento, me da cólera estar cerca de ella. Llegó al ascensor, marco planta baja. Me quite un gran peso enzima.

Creo que me había acordado del bullying que me hacían en el colegio, la muerte de mi hermano y lo que nos hizo a mí y a Anthony. Toda esa rabia me consumió, sino es por el dolor en brazo, estuviera en la cárcel ahora.

Salgo de ese lugar, paro un taxi. Le doy mi dirección de mi casa. Ahora solo me falta una cosa. Hablar con él.

Tengo pensado hacerlo en el primer lugar donde nos besamos, donde recibí mi primer beso.

Pero creo que mañana, ahora me duele el brazo y estoy muy cansada.

Cuando llego a casa, me doy un baño. Me visto con un short turquesa y una blusa blanca.

Extraño mi auto, después del choque el seguro me dijo que lo iban arreglar, pero no he podido a dar unas firmas que necesitan.

Emily llega con comida, lasaña con arroz verde. Mi favorito.

Nos sentamos a ver películas. Decidimos por una, Milagro del cielo. Lloramos gran parte de ella, es linda se trata de que una niña sufre de un enfermad que los doctores no le dan cura, pero ella se cae dentro de un árbol. Al despertar ella se recupera milagrosamente.

Nos vemos a las caras con mi amiga, y nos reímos. Al vernos llorar. Bebemos agua y nos secamos las lágrimas.

— ¿Te gusto?— me pregunta.

—La adore, es hermosa. Viéndola pude ver que la vida te da segundas oportunidades y que tienes que aprovecharlas. Eso voy hacer yo— le digo, nos abrazamos.

Las rejas suena, Emily se levanta. Ve por la cortina, me mira.

—Es Anthony— suspiro — amiga tienes que perdonarlo— dice volviendo al mueble, se sienta en frente mío.

Miro a los lados, tengo que hacerlo. Sé que el no hizo nada y está sufriendo por una tontería, él fue mi apoyo cuando yo más lo necesite. No voy a dejar que se valla lo único bueno que me ha pasado en la vida.

Me levanto del sofá.

— ¿A dónde vas? — me pregunta. La miro y sonrió

—Voy hablar con el— ella sonríe.

Camino hacia la puerta, la abro y lo veo que esta agarrado de la reja, con la cabeza agachada. Está sufriendo. Me duele verlo así.

Camino despacio hasta el, si el que me sienta. Veo que está aferrándose a las rejas. Sus dedos se están poniendo blanco de lo que aprieta.

Le toco los dedos, el alza la cabeza enseguida. Tiene unas inmensas ojeras de bajos de eso hermosos ojos. Están rojos de tanto llorar y está más delgado. Me duele, se me parte el corazón.

—Layla... Por favor escúchame yo...

—Anthony te creo— él se sorprende, se para recto. Veo que en sus ojos tiene un brillo.

—Es lo mejor que escuchado en estos días. No he podido dormir, no me concentrarme en el trabajo, pensando que nunca me ibas a creer... Te extraño Layla, te necesito, tus abrazos tus beso todo de ti.

Eso me llega hasta dentro de mi alma, siento como los pedazos vuelen a su sitio. Como si me dará fuerza.

—Te amo, y nunca lo dejare de hacerlo. Eres lo mejor que me ha pasado en esta vida. Y te dije una vez, jamás saldré de tu vida—prosigue. Una lágrima rueda, por sus mejillas. Para ser sincera nunca he visto llorar a un hombre, aparte de mi hermano.



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En el texto hay: bullying, romance juvenil, romances

Editado: 02.03.2019

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