Cinco años después.
Toronto — Canadá.
Hoy es el gran día, hoy me casó. Estos últimos años fueron los mejores, lo he compartido con el mejor hombre del mundo que hoy se convertirá en mi esposo.
Estoy en el cuarto de mi suegra, ella me ayudó a organizar esta boda. Cuando le dijimos que nos íbamos a casar, creo que se lo contó a medio Toronto.
También recuerdo como me propuso casamiento, estábamos en Francia — París.
Nos detuvimos para sacarnos algunas fotos, con la Torre Eiffel. Estamos muy felices, hoy cumplimos cuatro años de noviazgo.
Veo sus hermosos ojos que tanto me enamoran, él le da color a mi vida.
De pronto pone una rodilla en el suelo y me mira, llevo mi mano a mi boca. Dios quiero llorar. Saca una cajita azul del bolsillo del abrigo.
—Layla West, estos años has sido increíble contigo. Eres la mujer de mi vida, sin ti creo que vida sería fatal y por eso te preguntó ¿Te casarías conmigo?— abre la cajita y veo un anillo, tiene un diamante solitario.
Sonrió, y me salta las lágrimas pero de felicidad como decirle no a este hombre.
Asiento.
—Si... Si... Quiero casarme contigo Anthony Freeman— se levanta le ofrezco mi mano y me coloca el anillo.
Me abraza, me besa. Me da vuelta en el mismo sitio. Soy la mujer más feliz de todos París, no mejor del todo el mundo.
Recordar esos momento, me hacen feliz. Sonrió como una muchacha enamorada.
—Querida, y esa hermosa sonrisa ¿Por qué es?— la miro y sonrió más, me está ayudando con mi vestido de novia. Lo mande hacer a mi gusto. Es sencillo, tiene un escote en forma de corazón. En la parte de arriba tiene perlas, la falda es larga de color hueso, lo sé es simple pero así me gusta.
Mi suegra, es una mujer alta, de cabellos rubios ojos verdes.
—Porque mi día no puede ser más perfecto, me voy a casar con el hombre que amo— ella sonríe y me da un fuerte abrazo.
—Querida yo que alegre, de que mi hijo se case con una mujer hermosa, inteligente y lo más importante que lo ame.
Una lágrima me salta, ella la limpia. Se me va a salir el maquillaje.
—No llores, o el maquillaje se te va a correr— sonríe. La puerta se abre y entra la hermanita de Anthony. Es una niña hermosa, cabellos rubios ojos verdes igual de que su padre. Yo quiero hijos algún día.
—Layla vamos, ya se hace tarde. Mi papá y mi hermano ya se fueron a la iglesia—la abrazo.
—Miranda, la novia siempre tiene que llegar un poquito tarde. Así es la regla— tiene una carita de no comprender nada. Sonrió.
Cuando ya estoy lista, me ponen el velo. Salimos de la mansión y vamos directo a la limusina blanca que nos espera afuera.
Nuestro destino es la Iglesia The Faithful Remnant Spanish Pentecostal, tengo un poco de nervios.
Llegamos, Miranda es la encargada de tirar las flores, un sobrino de Anthony es el encargado de llevar los anillos. Conocer a su familia me dio mucha emoción, es grande y me dijeron que desde ahora en adelante ellos son la mía.
El encargado de llevarme antes el altar es Edgar, es lo más cercano a una familia que he tenido. El y Emily se casaron hace un año, se los ve tan bien junto, ella es feliz de nuevo.
De Scarlet, no sé nada. Después de nuestro enfrentamiento no he sabido nada de ella, esperó que este bien.
La enfermera Ross también la invite, ahora vive en Canadá pero en Vancouver, ahí conoció al que ahora es su esposo. Me da gusto que todos tengan sus nuevas vidas. De mi tía supe que dejo la vida que tenía y planea visitar todo el mundo, jamás la voy a perdonar lo que dijo de mi hermano.
Siempre me siento acompañada, y sé que son mis padres y mi hermano. Sé que ellos están felices.
— ¿Entramos?— me dice Edgar, dándome el brazo. Lo agarro— Estas hermosa— sonrió.
Los nervios me carcomen, esto me hace recordar nuestra primera cita, mi primer beso.
La música nupcial comienza a sonar, todos se pone de pies. Suspiro, el sobrino de Anthony entra, luego Miranda tirando pétalos en el piso.
Comienzo caminar hasta el altar, lo veo Anthony con un smoking negro, una camisa blanca y una pajarita negra. Este guapo, sonrió. El me regala su hermosa sonrisa. Amo a ese hombre.
Llegamos, Edgar me entrega se dan un gran abrazo. Me coge las manos me da un beso en la mejilla y me dice al oído.
—Esta bellísima— me sonrojo.
Después de un gran discurso llega la parte más importante.
— Anthony Freeman ¿Aceptas recibir a Layla West como esposa, y prometes serle fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, y, así, amarla y respetarla todos los días de tu vida? — dice el sacerdote.
—Acepto— dice Anthony, sin balbuceo. El niño le entrega la almohadita donde esta los anillo, recoge uno. Toma mi mano y me lo pone.
Suspiro, lo veo a los ojos.
—Layla West ¿Aceptas recibir a Anthony Freeman, como esposo, y prometes serle fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, y, así, amarle y respetarle todos los días de tu vida?