Prologo.
En un mundo donde la tecnología es prioridad, algunos desayunan, almuerzan y cenan con ella… Depende del usuario, las usan a su favor, otros para destruirse ellos mismos, es verdad se aprenden muchas cosas en línea. Alina no es mucho de tecnología, pero por este sistema empezó la cita con el gran amor de su vida, Edward. Las citas virtuales abundan, tanto que desconocemos el límite; este tipo de aplicación vende mucho estereotipo y el pendejo de la otra parte de la pantalla se va creando un mundo ilusorio, y más para los que buscan escapar de la soledad. Así pensaba Alina con respecto a las citas a ciegas. Y aunque este hilo se va desenrollando solito, es mejor vivir la experiencia, que observarla.
Capítulo I.
Abro hilo…
¿Es posible encontrar el amor en una red?
La historia de Alina y Edward, quizá sea una historia más del montón, en este tipo de casos específicos. Sin embargo, te aseguro que es única para ellos.
Alina Moncada vive en el sur de Chile, es Ing. Ambiental… Mientras que Edward Fernández vive en Italia, ya lleva residenciado allí 10 años; Es chef en un reconocido restaurante. Ellos se conocían desde tercer año de secundaria en el mismo colegio, pero en diferente curso. Para ese entonces eran unos niños, “esa edad de adolescencia en donde el nerviosismo era la mayor limitante ante ese chico o chica que te gusta”. Apenas se saludaron y un par de miraditas en esa época, de ahí no paso… No tenían contacto obviamente, hasta que Edward la contacto por una red social, allí intercambiaron números, y así se desarrolla la historia.
—Alina es una chica taciturna, le encanta la lectura, no obstante lleva una vida social aceptable, lleva 8 meses sin una relación sentimental seria, y ama su trabajo, en una empresa de la localidad. Vive en un cómodo departamento, le gusta vivir sola, aprecia su soledad. Es muy atractiva y admiradores no le falta. Pero desde que Edward apareció “en su vida” solamente piensa en él. Le atrae bastante a pesar de que no se conocen bien, está consciente de que Edward tiene un hijo de 10 años y es un hombre separado. Pero eso a ella no le importa, al contrario, le encantaba la idea de que ya tuviera un hijo, porque ella no es del típico pensamiento de formar una familia, aunque a veces se cuestiona ella misma y lo pone en duda. Pues le gustan los niños, pero no se veía como tal en esa faceta de madre. Pero quien soy yo para cuestionar al destino. Decía.
—Edward es un chico un poco más extrovertido, no mucho, pero es más abierto que Alina; y un poco mujeriego. No es muy guapo, pero Alina ve algo en él… Que no sabe que es. Son de esos amores que te ponen a dudar, pues no sabes nada en concreto de la otra persona; es lo que le pone picante a la situación.
Ambos se escribían, cuando sus tiempos lo permitían, la diferencia horaria resulta ser limitante hasta en eso. Como a veces, pasaban semanas e incluso meses, que no había ningún tipo de mensaje. Es en donde Alina se desesperaba, y a veces caía en la tentación y le escribía. Llevaban en ese juego un año, ese intercambio de mensajes, notas de voz y fotos. Para cuadrar una videollamada, no se ponían de acuerdo con el horario; una vez intentaron cuadrar, pero Edward saco una excusa y no se dio. No sé si eran nervios, tal vez fue eso, supongo yo. Se preguntaba Alina.
Edward le mandaba mensajes bonitos a Alina, también mensajes atrevidos, pero Alina trataba de evadirlos en lo posible, aunque le gustaban. Ese tipo de mensajes calientes, la ponía a pensar que él solo la quería como objeto sexual, cosa que le chocaba porque ella buscaba algo más. Ella misma se decía, ok. Está bien me gustaría conocerlo, y si se dan las cosas chévere, y si no se dan… Pues también está bien, no pasa nada. Se pasa la página y chao contigo.
— ¡Buenos días, Alina!
Buenos días, Ing. Óscar.
¿Ya me tienes el informe?
¡Sí! lo deje en su escritorio…
Gracias.
Ese informe fue un tormento para mí, Sergio… fue muy tedioso y extenso, espero que le den visto bueno. No te preocupes por eso Alina, eres excelente en tu trabajo. Así es amiga, deberíamos de salir este fin de semana para quitar cargas, dijo Ariana.
Sí, yo me apunto dijo Sergio…
¡Anímate, Alina!
Sí, está bien.
Perfecto cuadraré con otros amigos, dijo Ariana entusiasmada.
Alina, antes que te vayas pasa por mi oficina.
Si, Ing. Óscar.
Alina miró con los ojos para arriba a Sergio, diciendo entre dientes ¿qué querrá?
Sergio se encogió de hombros.
¿Ing., me necesitaba?
Muchas felicidades, es un informe muy completo, a pesar de que no lo he terminado.
Muchas gracias…
Por favor mañana tómate el día, y ve al lago Tinquilco y traes una muestra de agua. Me pidieron que la evaluara; llévate el equipo que necesites.
Está bien jefe, hasta luego.
—Mi amor, ¿me extrañas? Si… ¿Y tú? — ¿Mucho o poco? —un poquito, dijo Alina.
Edward: ¿Cómo?
Está bien, lo confieso, te extraño mucho…
No sé Edward por qué pienso tanto en ti…
Yo también amor.
No parece… a veces te pierdes, y no escribes. Me pones a dudar.
Amor, el cambio de horario… y créeme te quiero mucho, no te imaginas cuánto.
Al otro día Alina fue al lago a hacer las respectivas pruebas.
¡Hola, Alina! Que sorpresa, que haces por acá. —estoy tomando unas muestras, cosas de trabajo, tú sabes cómo es la cosa Marco. Me alegra verte… hablamos más tarde por teléfono. Ahora voy apurado; si claro Marco, cuando quieras me llamas. Ok, adiós.
Felicidades, colega… ¡Ya supimos que su informe fue un éxito total! Gracias muchachos, los quiero.
Ariana, amiga… Hace rato me encontré a Marco, y lo vi tan apuesto. —cuenta, cuéntame. No, no pudimos hablar, me dijo que me llamaba en la noche. Amiga si te corteja acéptalo. ¿Qué más quieres? Marco es guapo, tiene su propio negocio, es ingeniero mecánico… Bueno pues, ni mandado hacer, es perfecto para ti.