Leopold Gursky empezó a morir el 18 de agosto de 1920.
Murió cuando aprendía a andar.
Murió cuando salía a la pizarra.
Y, una vez, también cuando llevaba una bandeja muy pesada.
Murió cuando ensayaba una firma nueva.
Cuando abría una ventana.
Cuando se lavaba los genitales en el baño.
Murió solo porque lo violentaba llamar por teléfono.
O murió pensando en Alma.
O cuando decidió no pensar.
En realidad, no hay mucho que decir.
Fue un gran escritor.
Se enamoró.
El amor fue su vida.