La Historia de Ely

Abel

Era lunes y iniciaba una nueva semana de trabajo con mucha alegría por mi nuevo hogar,    con todo lo del cambio olvidé por un momento la llegada del Sr. Abel,  Los lunes eran muy movidos en la oficina, mucha gente acudía por requerimientos, presupuestos, reuniones y demás,  y la central telefónica  no paraba de sonar, la radio se descompuso y yo tuve que ausentarme de la recepción para atender al  técnico que venía a revisarla……. ¡Uf!…..Que mañana…… cuando llegó la hora de almorzar suspiré aliviada y fui en busca de mis compañeros.

 Jessi ya se había marchado por lo que almorcé solo con Edwin   cuando regresamos  después de nuestra hora de descanso había un caballero sentado en la recepción de unos 32 años, alto, delgado, pelo abundante de color  negro azabache, ojos grandes espectaculares y cejas perfectamente delineadas, creo que estaba ante una imagen maravillosa, sus rasgos no eran usuales, casi podría asegurar que su aspecto eran los de un extranjero. Tenía un color de piel bronceado, vestía Jean y camisa de cuadros manga corta. En su mano izquierda llevaba una esclava dorada y un gran anillo dorado de graduación.

Recuerdo que mentalmente comencé a pellizcarme, ¡hola!.... Tierra llamando a Ely………. baja de donde quiera que estés y por supuesto enfócate en tu trabajo:

── Buenas tardes.    ── Disculpe ya le atendieron?

 ──¿Cómo podemos ayudarle?

En todo mi tiempo allí jamás había atendido un visitante tan apuesto.

Cuando pronunció palabra no podía creerlo, una de las cosas que deja trabajar con una central telefónica es que tu oído se agudiza y comienzas a reconocer e identificar la mayoría de las voces, sobre todo cuando ocurren a diario. Muchas veces no era necesario preguntar de parte de quien o quien le va a hablar………las personas se sorprendían cuando yo les daba los buenos días o buenas tardes y los identificaba de inmediato……. Ya lo comunico Arquitecto Fernández, o como se encuentra hoy Srta. Paredes ya le comunico.   En una oportunidad uno de ellos un proveedor que realmente era  una piedra en el zapato me dijo:   ¡Espero que no uses está habilidad de identificar las voces para negarme a tus jefes!. Que les puedo decir parte prioritaria de este tipo de puesto era saber evadir una llamada a tiempo sin que la otra persona lo notara o se sintiera rechazada.

Pero cuando escuché esta voz pensé………. ¡Oh por Dios!……..…..

 ── ¡Hola Ely!   ¡Dios por fin!,  ¿cómo estás?

 Me saludó como si fuéramos grandes amigos  e intentó darme un beso en la mejilla a lo que yo reaccione apartándome enseguida.

Sentí como si una brisa helada se posara sobre mí, estaba alucinando, me sentí  aturdida e intimidada,  enseguida conecté con mi mente y mis pensamientos y las muchas conversaciones mantenidas con esta persona, Dios que tantas estupideces  le había dicho a este hombre sobre mí, asumiendo que me estaba dirigiendo a una persona muy mayor.

Pero qué barbaridad es esta y que pena la que estoy sintiendo    no es igual imaginar que estás hablando con alguien que podría ser  tu padre a hablar con un….. Un hombre como el que tenía en ese momento  enfrente.  ¿Qué hago ahora?  ¿Qué tantas cosas le dije? 

Sus siguientes palabras me trajeron de vuelta a la realidad:

── ¿Porque rechazaste mi invitación a almorzar?......

¡perdón! ….

──  ¿De qué se supone que va esto?…… no comprendía.

 ── Le pedí a tu compañera Jessenia que te avisara para almorzar juntos porque no pude localizarte.

Oh! …… Ahora entiendo porque Jessi se perdió durante el almuerzo.

Tampoco comprendí porque Jessi no me aviso de esto, en fin tal vez después se lo preguntaría.

 

Como es obvio no tenía respuesta a la invitación y aunque aún seguía fuera de mi  le di la bienvenida y le sugerí llevarlo al   lugar que funcionaría como su oficina.  ­­­­­­­­­­­­­­­­

Horas después y ya a punto de recoger mi bolso para marcharme escucho que suena una llamada interna, levanto el auricular imaginando que alguno de mis jefes requiere una llamada de último momento, pero no,  para mí sorpresa era el Ing, Abel:

── Ely, será que me esperas un momento.

── Podríamos platicar un rato.

── Pues no se, voy de salida, si requiere algo, ¿no puede   esperar para mañana?.

── No, no se trata de trabajo,  ¿qué tienes? ¿Porque no podemos hablar como lo hacíamos antes?

── Temprano te pregunté porque no fuiste a comer con nosotros y simplemente no contestaste.

── Yo no sabía, no estaba al tanto, discúlpeme, creo que hubo un malentendido,  ya le preguntaré a Jessi porque no nos participo.

── Espera, espérame, vamos juntos, te acompaño.

Aunque intentaba evadirlo no tenía mas excusas así que accedí a que me acompañara hasta la parada del bus y a pesar que durante el recorrido por el centro comercial donde se ubicaba la oficina me mantuve en silencio el no hacia otra cosa más que observarme. Jamás en mi vida había visto una sonrisa tan hermosa, tan espontanea, tan limpia, tan inocente, sino es porque en la mayoría de retratos pintan a los ángeles con la tez blanca y el pelo rubio juraría que estaba ante la presencia de uno, solo que este portaba una hermosa cabellera negra.




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