La Historia de Ely

Dudas en ascenso

 

Literal sentía que mi cabeza iba a reventar de tantos cabezazos que me daba intentando tomar la mejor decisión para ambos, podría estar tirando mi futuro por la borda si me retiraba de esta empresa y decidía apoyar a David,  o tal vez mi futuro estaba en otra región a millas  de distancia……….. que era lo correcto…………….. Cada noche realizaba mis plegarias  a Dios y suplicaba por una señal o un momento de lucidez tal que me ayudara a decidir adecuadamente.

 

Los días seguían su curso y no se vislumbraba un buen panorama en la oficina, al parecer todos estaban cómodos, solo les importaba que el trabajo se efectuara y no quien lo efectuara y no veíamos gratificación alguna ni palmaditas en el hombro, así que más temprano que tarde la otra coordinadora se reunió con sus analistas y prepararon una renuncia en colectivo, cuando me  propusieron que me uniera a sus planes yo me negué rotundamente  a ejercer tal presión y llamé a solas a la coordinadora.

Creo que esta era la señal que estaba esperando para tomar mi decisión así que le participé que tenía pensado marcharme de la organización así que le sugerí esperar un poco ya que tal vez con mi partida ella fácilmente podía ser la candidata a cubrir la jefatura pendiente.

En fracción de minutos estaba frente a la computadora elaborando  mi carta de renuncia y con el teléfono a mano marcándole a mi esposo para sorprenderlo con la noticia.

 

Por supuesto que los gritos de euforia y alegría al otro lado de la línea  no se hicieron esperar, David preguntaba una y otra vez con un dejo de incredulidad si estaba totalmente segura.

Todo pasó tan rápido,  en pocos días David gestionó todo en la oficina, preparó sus maletas para la partida y en el momento de despedirnos sentí que mi corazón se partía en mil pedazos, nunca nos habíamos separados en seis años, era muy doloroso, aunque solo fuera por un corto tiempo mientras yo culminaba mi aviso previo en la empresa y aunque la esperanza de reencontrarnos pronto estaba allí…… sentía un temor o quizás un palpito extraño de que a partir de ese momento las cosas no volverían a ser iguales y que nuestras vidas cambiarían radicalmente.

 

David me llamaba dos o tres veces al día y al culminar la noche,  intentaba hablar con  Alejandro  en la medida que el niño iba comprendiendo, a veces se desataba en llanto y me era casi imposible consolarlo, decía que nos extrañaba demasiado, que no veía la hora en que culminara mi tiempo en la oficina para volver a estar juntos…… estos momentos eran insoportables, yo tampoco veía la hora en que se acabaran.

Ejerció tanta presión en mí que terminé por marcharme de la empresa sin culminar mi preaviso,  él personalmente se aseguró de que así fuera puesto que un buen día se presentó en casa de sus padres buscándonos con boletos  de Ferry incluidos  para Alejandro y para mí.

 

De la nada pase de estar en mi hogar a estar hospedada por unos días en unos chalets vacacionales. Posteriormente nos instalamos en un apartamento relativamente cerca de su lugar de trabajo y así  iniciamos un nuevo rumbo en esta nueva ciudad donde su mayor atractivo era el mar por  los  cuatro costados.

Los sábados lo pasábamos en la playa y los domingos en casa, los primeros meses fueron de adaptación, realmente fuertes diría yo, extrañaba  mis actividades en la oficina, mi gente y mi entorno;  comencé a estudiar las posibilidades de empleos para mí en la zona pero podría decirse que  eran pocas y solo se limitaban a  áreas como  hoteles y Resort.

David mencionó la posibilidad de prescindir de los servicios de alguna de las empleadas que laboraban con él para incluirme a mí dentro de la sede pero yo me negué rotundamente, no sé si estaba en lo correcto pero mis intenciones y mis valores no me permitían despojar a otros para acomodarme yo y toda mi vida luché contra ese tipo de privilegios.

 

Durante el primer año trabajé  en dos hoteles famosos de la región pero nunca logré adaptarme porque en su totalidad el personal eran chicos y chicas pasantes de una institución educativa en mi país, estos muchachos por regla general no llegaban a culminar sus estudios de bachilleratos abandonando los mismos y esta institución los rescataba ofreciéndoles cursos rápidos, llamados talleres, que iban  desde mecánica, electricidad, plomería hasta oficinistas y asistentes administrativos.

Este no era el mejor escenario para mí, yo quería seguir creciendo a nivel profesional, aprender de los más experimentados, seguir nutriéndome en conocimientos y obtener promociones y ascensos, así que no me quedó de otra que tomármelo a la ligera,  bajarle a la intensidad y por como observaba el panorama y el día a día estaba casi segura de que pronto retornaríamos a nuestro verdadero hogar en la capital y tal vez el viento volvería a soplar a mi favor.

Un domingo mientras hojeaba la prensa me percaté de una oferta de trabajo en una aseguradora e inmediatamente resalté el teléfono, al otro día lo primero que hice luego de dejar a Alejandro en el pre-escolar fue marcar el número que había resaltado; luego que la persona que me atendió me realizó unas breves preguntas de descarte me ofreció la dirección y me pautó una cita para entrevistarme.

El lugar era  un local en un  centro  comercial que acondicionaron como oficina, realmente pequeño pero funcionaba como agencia o filial de la aseguradora.




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