Desperté en un lugar donde había mucha luz, intente mover mis manos, pero no pude, las tenia atadas con una camisa de fuerza, no luche contra eso, porque sabia que no podría sacar mis manos de ahi, pero eso no impedía que sintiera molestia. Me fui a una esquina de aquella habitación que parecía ser acolchada, quería llorar, pero no le demostraría a nadie que todo esto me estaba doliendo, no quería mostrarle a ninguna de estas personas debilidad, esa no soy yo.
Pase días en ese lugar, las enfermeras intentaban hacer que me tomara los medicamentos, yo solo me los escondía debajo de la lengua y luego de que ellas se iban metía mi cabeza entre mis manos, ya tenia varias pastillas que me estaban incomodando, pero era solo cuestión de tiempo para que me sacaran de ahi por buen comportamiento, yo se como todo funciona, ya había leído un libro similar, un hombre que había entrado a un psiquiátrico lo había escrito, pero claro, muchas personas pensaron que era mentira, que el no había vivido el infierno que describió... yo si le creí, y aun le creo, porque lo estoy viviendo personalmente.
La puerta se abrió y una de las enfermeras me saco de mi encierro de días, quizá semanas o tal vez meses... había perdido la cuenta de cuanto tiempo llevaba allí, la enfermera venia sin ningún medicamento como acostumbraba y eso me pareció extraño ya que a ellas no se les pasaba un solo medicamento.
-Hora de que vallas a tu nueva habitación, princesita- dijo con disgusto, lo se, soy un amor demostrando cariño- no te quitare esa cosa hasta que no estés encerrada en tu nueva prisión, mañana podrás comer en el comedor con los demás y podrás salir al jardín un rato.
Agradecí internamente a que no me quitara la camisa de fuerza, pues las pastillas caerían y volverían a encerrarme. Llegamos a la que seria mi habitación, allí habían dos camas, había una chica que se veía un poco mayor que yo, se le notaba que no tenia ningún problema, pero como en este lugar todo el mundo tiene problemas... o por lo menos eso es lo que dicen las enfermeras, lo cual yo no creo, es difícil para mi confiar en las personas después de lo que me hicieron mis padres.
Los días pasan, yo me encierro mas en mi mundo, no me dejo enloquecer por los medicos, no hablo con ninguno de ellos, no dejo que las enfermeras se me acerquen mucho y cada vez que ellas me traen medicamentos los tiro a la basura, ya no tengo compañera de cuarto, pues una noche ellos vinieron diciendo que su familia esperaba por ella, pero yo sabia que no era cierto, si ella me había dicho que a su familia no le importaba nada, yo salí de mi cuarto a escondidas y los seguí, lo que vi que le hacían a mi compañera de cuarto no fue muy lindo, desde entonces no dejo que nadie se me acerque ni que me hable, siempre estoy sola.
Mis padres solo me envían cartas, mi padre pide perdón, pero que lo hizo por mi bien, el solo me visita si se le es autorizado por Katherine, ella sin embargo, ella no se atreve a ocultar su felicidad, ella se alegra de verme en este lugar, su esposo es quien me escribe, y la verdad es que no me importa, en cuanto salga de este lugar voy a estudiar, voy a hacer que Katherine se arrepienta de no haberme abortado cuando aun tenia la oportunidad, porque le voy a quitar lo que mas quiere, a Jake.
Mis días se convirtieron en semanas, las semanas en meses, y los meses en dos años, dos malditos años en este maldito lugar, dos años con la pesadilla que son las enfermeras, dos años que no parecen tener final, me habían dicho que pronto saldría, eso me lo han dicho desde que cumplí tres meses en este lugar y aun no salgo, no me dejan ver a mi hermano, no me dejan enviarle una carta... ni siquiera me dejan comunicarme con mi mejor amiga, y la verdad es que se siente una pesadilla estar incomunicada.
Espero salir pronto de aqui, porque en verdad me volveré loca si continuo en este encierro.