Eran las tres en punto, había llegado justo a la hora que dijo. Abrí la puerta más perfecto no podría ser; se veía hermoso e indiscutible, irresistiblemente tentador, con su cabello negro mojado bien peinado, alto con su cuerpo bien ejercitado, su tono de piel café siendo muy provocadora, su camisa entre abierta que dejaba al descubierto su pecho despertando el más ardiente deseo, llevándolo a desnudarlo con la mirada era extremadamente sensual y perfecto, la luz que brillaba atreves de sus ojos era hipnotizante.
Me saludo con un dulce beso en mi mejilla, me tomo de la mano, olvidando todo lo que había recordado ya eso era un pasado sin ocurrir. Caminamos por un rato hablando de todo lo que se nos ocurría, aun no tocábamos el tema principal creo que esperaba hallar un lugar donde pudiéramos hablar.
Me llevó a un parque en el centro de la ciudad; era muy bonito con árboles grandes llenos de flores de diversos colores, habían bancas en diferentes puntos, nos sentamos en una de ellas. Sentados allí mirábamos los caminos que conducían a la banca, callábamos por unos minutos, el decidido a romper el hielo
¿te gusta el lugar? -
Asenté primero – si está muy bonito-
- si -
No hablamos más, pensé en ese momento que volvía a repetirse lo errores de antes en este caso que cometí en el futuro. El silencio no duro mucho pues él lo termino con las más dulces y tiernas de las palabras. Se sentó frente a mí, abrió muy lentamente sus labios para salir las más anheladas de las confesiones
- sabes me acuerdo de muchas cosas que vivimos, que hoy puedo remediar; siendo la principal que te perdí, sé que fue mi culpa - yo solo lo miraba – tengo la oportunidad de hacer las cosas bien y realmente quiero hacerlo porque no te imaginas lo mucho que lamento haber sido un tonto y haberte perdido - lo interrumpí
- porque estamos hablando de algo que ya no importa que ya paso o que no ha pasado -
- porque no ha pasado es que te voy a decir esto - callo por un momento mientras respiro profundamente, y continuo – Elizabeth yo te amo y siempre te amado, quiero estar contigo, quiero que me des la oportunidad de ser quien te ame y a quien tu amas, quien te dé el primer beso en el día, el último en las noches, quiero ser quien te robe cada suspiro, quien te haga reír, quiero estar contigo, porque sé que es vivir sin ti, sin tu amor. Quiero sentir tu calor, tus abrazos, tus besos, durante todos estos años he besado a quien no quiero besar, no eras tú, tu no eras a quien abrazaba, no eras quien me acariciaba, solo quiero el roce de tu piel, el calor de tu cuerpo, la suavidad de tus manos, solo quiero besar tus labios, solo quiero escuchar un te amo de tu boca. Solo eres tu quien llena mi vida, no quiero volver a sentirte lejos, saber que es a otro hombre quien le das tu amor, tu compañía, mientras yo aquí amándote cada minuto e instante de mi vida; por más que intente sacarte de mi corazón no pude, sobre todo no quise, porque eres tú solo a la que quiero amar -.
Una lagrima rodo por mi mejilla, más que simple palabras eran vida para mi corazón, no podía creer escucharle decir todo esto, a quien yo pudiera amar, ¡no! Yo ya lo amaba, lo amaba con todas las fuerzas que tenía, lo amaba por la eternidad.
Paso suavemente su mano por mi rostro, limpiando las lágrimas que brotaban, con su otra mano paso suavemente mi cabello detrás de mí oreja, despejando mi rostro, estaba tan cerca de mi podía sentir su corazón latiendo tan fuerte, su respiración era rápida y recortada, me miraba dulcemente, podía sentir su dulce aliento en mi boca, casi rosaba nuestros labios; pasaba su lengua por sus labios muy suavemente tratando de humedecerlos sin dejar de mirarme por un instante, estaba a escasos centímetros de mis labios
- déjame ser a quien tu amas - dijo acercándose aún mas
- tú ya eres…. a quien yo más amo -
Se fundieron nuestros labios en uno, cerramos los ojos dejándonos guiar por ese instante de erotismo y amor, en el vaivén de nuestros labios, era dulce, fresco, la respiración aumentaba mientras seguían moviéndose nuestros labios extremadamente deliciosos sabían dulces muy dulces. Inmortalizando ese momento, no podía haber beso más perfecto aumentaba más cuando se ha esperado por tanto tiempo. Me tomo del rostro, acercándome al suyo, llenándome de besos, estaba feliz lo irradiaba su ojos, su sonrisa, su rostro, al igual que yo
¡te amo!- me susurro muy suave, mientras yo acariciaba su rostro, no podía ser más perfecto el momento.
Pasaban las horas, sus manos entrelazadas con las mías mientras caminábamos por las calles de esta ciudad que ya dormía. El camino había terminado, a escasos pasos de mi casa nos detuvimos, era hora del adiós, no lo queríamos era tan mágico el momento que deseábamos que fuese eterno. Me abrazo dándome un sutil beso, sonrió y se alejó, antes de perderse en la larga calle giro para darme un te amo con el susurro más dulce, se alejó. Parada enfrente de mi puerta viendo alejarse a mi encantador príncipe.
Solo quedaba la insertidumbre de saber cómo era posible que estuviera una vez más allí y ya tenía la acerteza de que David tenía la respuesta, porque sabía que él era el motivo de todo.
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Editado: 09.05.2019