La historia de un amor jamás vívido

“TOCAR A UN ANGEL”.

Todo el día fue inquieto no había momento que se nos escapara para aprovecharlo a lo grande, todos cantábamos, reíamos, parecía que en ese instante no existiera nada más, que no existía ningún inconveniente para integrarnos y actuar como equipo; casi se podría olvidar todos los inconvenientes en el pasado entre los dos salones, olvidamos que éramos rivales en todos los años de estudiantes, quizás habíamos madurado o simplemente ya no existían rencores a pocos pasos del final de la etapa más importante para cada uno de nosotros, más que nadie sabía  lo mucho que los extrañaría, incluso las tontas peleas con luisa, todo lo echaría de menos en unos años, así que solo sentada ahí observándolos reír pensando lo mucho que tenía que disfrutar el momento que vivía, cada instante allí con ellos, porque aunque sonara irónico jamás volverían, aunque por extrañas circunstancias que aún seguía intentado descifrar, todo regreso una vez más a mí.

Caía la tarde, todos estaban dispersos observando el increíble panorama que se veía mientras hablaban y reían. David se acercó, me tomo de la mano con una dulce sonrisa, me obligo a seguirlo, dejamos el campamento atrás, me llevaba a lo profundo del bosque, lo seguía mientras el caminaba en silencio; su silencio era perturbarte, él lo sabía, por ello sonreía en mi insistencia por sacarme de la duda hacia donde nos dirigíamos. Cuando al fin termino con mi tortura respondiéndome.

Ya vamos a llegar - giro y me miro con una leve sonrisa – no te impacientes.

Su sonrisa me podía desarmar, me alcance a sonrojar un poco, ese destello en sus ojos siempre lo tenía cuando planeaba algo, continúe caminando sin bombardearlo con mis preguntas y solo camine en silencio ansiosa de descubrir sus planes y esperar su sorpresa.

Llegamos – dijo mientras me daba paso para que pudiera ver;

Una laguna con el agua más cristalina que se hubiera podido imaginar, caía una cascada formando unas hermosas ondas, el frio era aterrador, podía sentir como mis huesos se congelaban mientras mis dientes no dejaban de traquear, pero era soportable por tener el privilegio de vivir tan hermosa experiencia, el reflejo del sol cayendo el agua se tornaba de un color anaranjado, ese sol que daba en sus últimas muestras del día para despedirse y salir una luna grande y hechizante.

Lo tome de su mano fuertemente, no quería saber que ese instante se perdería al despertar, quería continuar allí en ese fantástico lugar, haciendo lo aún más perfecto por mi acompañante, al cual no quería soltar era ese ¡mi amor eterno!.

Es hermoso – dije mientras mis ojos brillaban al reflejo de ese inmenso cielo, donde la luna ya era la dueña del firmamento.

El acento afirmando que realmente lo era. Giro, se colocó ante mi obstruyendo cualquier vista que no fuese hacia él, pero no importaba, el seguía siendo lo más perfecto que mis ojos pudieran observar.

Quería que lo vieras, sabría que te gustaría – le sonreí, confirmando con ello que tenía toda la razón.

Coloque mis manos sobre su rostro, acariciándolo suavemente su mejilla sin dejar de mirarlo por unos largos segundos, el corto el silencio con un dulce te amo me acerque y lo bese, deje que mis labios se fundieran con los suyos, sin espacios de dudas, de miedos, ni de pasados, ni de futuros que ya no estaban resueltos, ya no había nada mas solo ese instante de pasión, erotismo, lo amaba demasiado mucho más de lo que podía recordar de esa vida aún sin resolver.

Ese beso se tornaba cada vez más intenso, sentía como su corazón latía con tanta intensidad que el mismo beso, su respiración ya no era la misma, sus manos cálidas comenzaron a recorrer por toda mi espalda, atrayéndome a él con más fuerza podía sentir como cambia y se despertaba algo en él, me sostenía con tanta fuerza, apretándome aún más sin darme tan siquiera espacio de la duda para negarme a algo que podría ocurrir; siguió recorriéndome con sus manos, mi cuerpo podía sentir su abdomen comprimido, su pantaloneta no ocultaba mucho el deseo que allí se estaba desatando cada vez más, podía sentir su cuerpo húmedo por el agua que empezaba a brotar del cielo. La oscuridad ya jugaba un mal papel en esta historia, así que no era muy conveniente continuar allí, caminábamos rápido, el agua se había soltado con tanta furia que estábamos ya completamente mojados. Todos ya se encontraban en sus carpas pues la tormenta se había desatado, el frio también se hacía presente así que nos apresurábamos queríamos llegar sentíamos que nos congelábamos.

Entramos rápidamente a la carpa, el tomo una toalla se acercó y empezó a secarme, me la pasaba con tanta delicadeza que parecía más una caricia, sus manos temblorosas trataban de quitarme la ropa mojada, me beso, continuo desnudándome, sus manos transcurrían por todo mi cuerpo húmedo, mientras besaba delicadamente mi cuello, mi respiración empezó a cambiar se hacía más fuerte cuando sus dedos rosaban lentamente mi piel recorriendo cada rincón de mí; mis deseos de amarlo aumentaban con el ritmo de sus besos, con la intensidad de sus caricias, totalmente desnudos podía sentir su corazón agitado mientras  tocaba mis pechos, bajaba suavemente sus manos por mi vientre bajando cada vez más, introduciendo sus dedos una y otra vez dentro de mí; lo apretaba fuerte enterrando mis dedos en su espalda, se posó encima de mí, nuestros cuerpos sudorosos unidos en uno; mi respiración se recortaba al sentirlo dentro de mí, me besaba con la misma intensidad con la que me penetraba una y otra vez, con su dulce vaivén de sus caderas suave y rápido con ternura pero con la mayor pasión, tenía lo mejor de ambos dulzura y delicadeza pero furia y agresividad. El clímax del momento estallo dentro mientras el descargaba toda su pasión en mí. El momento que duro sentía tocar el cielo era tocar a un ángel por primera vez fue hermoso y perfecto.




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