Había pasado la graduación, el baile y el año nuevo comenzaba; todos listos para la excursión, habíamos acordado realizarla en principios de enero cuando las fiestas navideñas hubieran terminado, empacaba maletas para el último viaje junto a mis compañeros, pasaría una semana en la playa en compañía de David.
Mientras llegaba el día de partir, las horas las pasaba en compañía de David, me gusta salir a caminar junto a él, ver caer la noche y llegar cada nuevo día a su lado, siempre estábamos juntos quizás por eso no extrañábamos esos días del colegio, aunque la nostalgia era inevitable, pero se hacía más fácil cuando él siempre tenía una sonrisa para mí.
Pasaban los días y los desmayos de David se hacían más frecuentes y cada vez era más sus pérdidas de fuerzas, le roge muchas veces ir a un doctor, pero nunca accedió.
10 de enero
Eran las 4 de la tarde, todo el día había sentido una nostalgia y tristeza que no podía describir, lloraba y me sentía muy deprimida sin conocer los motivos, había sentido que los minutos se volvían eternos sintiéndome estancada en el mismo día, con un nudo en la garganta sin poder entender la razón de encontrarme así aquel día; decidí no seguir acostada atormentándome por algo que ni yo entendía.
Salí daban casi las 5 de la tarde, mientras recorría las calles de la ciudad con el cielo nublado totalmente gris, recuerdo que hacia demasiado frío, el día estaba triste y opaco como yo, observaba las personas que transitaban por mi lado, en cada una de ellas imaginaba una vida dura, felices con momentos bonitos y tristes, pero al final vida, en esos instantes que imaginaba eso, mis ojos se cubrieron de lágrimas, tenía la extraña sensación de que fuera un día diferente, único, último, sonreí con un gesto de negación limpie mi rostro me sentí tonta por conmoverme y llorar por ello, continúe caminando.
Al paso de unas horas llegue a casa de David, su madre me atendió él no se encontraba en casa, lo espere.
Me senté en una banca que estaba situada a un lado de la casa, habían trascurrido más de una hora, estaba impaciente había tardado demasiado, a lo lejos lo logro verlo aproximándose, estaba enojada ya preparaba el discurso que le iba lanzar, al acercarse todo lo que había preparado se fue esfumando, su cara de desesperación, de preocupación, se veía realmente constipado, era evidente que había llorado.
¿Dónde estabas? Dijo con enojo, casi gritándome – porque no contestabas el celular - continuo sin que pudiera decirle algo - estuve llamando toda la tarde.
Lo deje en casa – intentaba explicarle. Pero estaba segado por su enojo, que solo ocultaba una gran preocupación – estuve caminando toda la tarde, estaba algo deprimida- no alcance a terminar, me interrumpió con desespero
Porque, que tienes , que paso, te sientes mal, algo te duele-
No ha pasado nada, no te preocupes – intentado tranquilizarlo – solo no sé, me sentía triste, solo es eso-
Sus ojos cambiaron había una extraña sensación de tristeza; se abalanzó sobre mí, me abrazo tan fuertemente que podía sentir como tráqueaban mis huesos, comenzó a llorar desconsoladamente, me partía el corazón verlo así, pero sabía que algo me ocultaba. Luego de un rato mientras esperaba que se tranquilizara, el cielo comenzaba a dar fuertes señales de que llovería
Debo irme- dije mientras lo miraba
Aun no mencionaba nada, no sabía si su silencio me enojaba o me frustraba por no saber qué le sucedía, me levante el no diría nada, con voz tosca y seca solo dije adiós.
El enojo ya no podía evitarlo, solo alcance a dar unos pasos cuando me sostuvo del brazo, gire mirándolo
No te vayas – su petición era conmovedora, la dulzura en su voz, la tristeza en su mirada que nunca opacaba la belleza con que me miraba
Me dirás que tienes – respire, sintiéndose más como un suspiro profundo e intenso que se salió de lo más profundo de mi.
Solo me preocupe por ti – lo dijo mientras agachaba su cabeza; había algo más por ello no podía sostenerme la mirada mientras me decía eso
¿por eso lloras? –
Si –
Mentiroso – Le arrebate mi brazo para continuar caminando
¡Elizabeth! No te vayas – el cielo soltó las gotas con furia, aflojándose una gran tormenta
Estaba totalmente mojada, mi ropa escurría mi rostro está totalmente cubierto por el agua; David seguía gritando, cuando dejo de hacerlo gire, corrí hacia él, él estaba arrodillado en el suelo totalmente mojado, sus fuerzas se habían escapado por ese instante como en las últimas semanas siendo cada vez más frecuente
Que te sucede – estaba demasiado asustada viéndolo ahí sin poder moverse.
Él no decía nada solo giraba su cabeza negando cuando le pedía que llamáramos a alguien, lo ayude a levantarse llevándolo con dificultada hasta su casa, su madre al vernos nos pasó inmediatamente unas toallas y ropa seca, lo lleve hasta su cama lo seque mientras lo ayudaba a quitarse la ropa mojada, sentado en su cama solo me miraba mientras yo despacio lo secaba
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Editado: 09.05.2019