La historia de un mago promedio

Capítulo 2: La limpieza de la alcantarilla

Es un nuevo día los pájaros cantan, el cielo tiene un perfecto y hermoso azul celeste, un cálido sol mañanero inunda cada parte de la ciudad y entra en la casa de nuestro joven aventurero, dándole en su cara para levantarlo y continuar su jornada.

—AGH, no me quiero levantar. Después de todo lo que pasó ayer, solo me quiero dormir, pero tengo que conseguir dinero. AGH, ni siquiera he podido y todo por ese maldito ladrón. Si no fuera por él, no estaría así. Si tan solo tuviera mi dinero... Aun cuando cierro mis ojos, lo veo: dos hermosas monedas de oro brillante saludándome.

Mientras Argen se lamentaba patéticamente, comenzó su rutina diaria: un pan duro, agua y, de camino al gremio, saludaba a la gente del mercado y a sus vecinos.

[Me pregunto si hoy habrá mucha gente en el gremio. Tal vez pueda colarme en un grupo de rango alto. Si traigo conmigo al ladrón, podríamos ganar más plata. Eso de no subir de rango durante todos estos años me pasó factura, pero bueno, tampoco es como que hubiera podido ver el futuro de que mi método de vivir se estropearía, pero bueno, ya veré qué hago llegando].

Al entrar al gremio, me encontré con la sorpresa que, en lugar de que estuviera vacío el gremio, como es regular a esta hora, en una de las sillas estaba sentada la payasa como si esperara algo. Era extraño, pero no era de mi incumbencia, por lo que me dirigí a mi objetivo: conseguir una misión.

—Buenos días, Hikari, ¿cómo estás?

—No habías dicho que ya no vendrías en un buen tiempo.

—Pues pensé en visitarte, ver cómo te va, tal vez aceptar una misión o dos.

—Perdiste tu dinero, ¿verdad?

—Noooooo, ¿cómo crees? Ahí lo tengo, pero es que tengo que subir mi rango, digo, no puedo seguir igual.

—Ajá, claro, como no.

—Está bien, lo perdí, se cayó en una alcantarilla y necesito comer. ¿Hay una misión que pueda aceptar como grupo? O en solitario.

—Tú en un grupo, JAJAJAJAJAJ, no me hagas reír, todos los aventureros saben que eres un caso perdido.

—Sí, pero ya cambié, soy una nueva persona; aparte, conseguí un ayudante. Vendrá en un rato, así que ya sabes, ahora sí tengo equipo.

Hikari se me quedó viendo fijamente como si esperaba que dijera que estaba mintiendo o que era alguna clase de chiste.

—Si vas a mentir así, mejor ni vengas.

—Pero es en serio.

[mientras yo seguía hablando con Hikari, una voz estruendosa comienza a resonar en todo el gremio].

¡QUE CÓMO QUE NO PUEDO ACEPTAR MISIONES DE MAYOR RANGO!

—Espera, esa voz la reconozco.

[Volteando mi cabeza hacia la otra recepcionista, me di cuenta de que quien hablaba era la payasa de ayer, Rubi. No sé por qué se está peleando, pero será mejor observar desde lo lejos y escuchar el chisme, ya que si hay una regla en este lugar es jamás entres en conflicto con una secretaria, jamás.]

—Señorita, le pido hablamente que no grite en el gremio.

—¡PERO ES QUE ES UNA ESTUPIDEZ! YO, LA GRAN PAYASA, NO PUEDO SEGUIR HACIENDO MISIONES DE RANGO BAJO, ¡TENGO QUE SUPERAR MIS LÍMITES!

—Señorita, le recuerdo que ayer regresó de recoger hierbas, que es una misión que hasta un niño puede hacer. No solo le tomó 2 días, sino que también se perdió y hubiera seguido perdida si no la hubieran rescatado.

—O sea, sí, pero ese fue un caso especial; digo, eran hierbas muy escurridizas y quería traerles las mejores, es por eso que me tardé.

[Cada vez que Rubi hablaba, la secretaría se enojaba más y más; incluso se le podía ver una vena en la frente. En cualquier momento podía explotar, pero aun así siguió manteniendo su profesionalidad.]

—Okey, suponiendo que ese hubiera sido el caso, aun así no puede tener una misión de mayor rango a menos que esté en un grupo y no creo que ellos acepten una payasa que se perdió por 2 días, así que escoja una misión de rango F y váyase.

—¡¡NO, NO, NO, ES INACEPTABLE!! Soy una de las mejores aventureras del mundo; que me traten así es injusto.

—Oye, Hikari, no deberías ayudar a tu compañera; si esto sigue así, puede pasar algo feo.

—Shhh, tú solo observa y verás, se pondrá buenísimo.

La secretaria, después de ese último comentario, se levantó de su silla y se puso enfrente de Rubi; obviamente, ya harta de todo el espectáculo que estaba ocasionando, solo la miró a los ojos y, con una voz fuerte y con mucha autoridad, respondió:

—A ver, maldita payasa inútil, si por mí fuera, ni siquiera la aceptaría como aventurera. O sea, es en serio, unas hierbas la hicieron perderse; he visto niños de 6 años que hacen esas misiones y tú no puedes, que eres una clase de inútil. No te voy a dar nada a menos que estés en un equipo o subas de rango como una persona normal y, si sigues molestando, te quitaré tu licencia, así que o tomas una misión o te vas de aquí.

-pe pero

—¡NADA DE PEROS, O TOMAS ALGO DE TU NIVEL O TE VAS, ¡DIJE!

Rubi, con claras ganas de llorar por lo que le había dicho la secretaria, pudo ser capaz de responder.

—Está bien, me voy a buscar un equipo, pero no porque tú me lo digas.

—Sí, sí, adiós.

Rubi solo dio media vuelta y se comenzó a alejar de la secretaria; se podía ver cómo unas cuantas lágrimas caían al piso. Volvió hacia el comedor del gremio, a una esquina; ahí se sentó sola, esperando a que la gente comenzara a venir. Parecía que sí era serio lo de encontrar un grupo. Viendo la escena, Argen solo fue expreso: una palabra.

—Wow.

—Sí, verdad, tuviste suerte que yo te atendiera la primera vez que llegaste aquí; si ella te hubiera atendido, ya hasta no tendrías licencia.

-yo siempre pensé que era alguien tranquila.

—Naaa, ella ha estado en este empleo más que cualquiera; ya sabe cómo tratar con aventureros así y, como el maestro del gremio la aprecia, no la pueden despedir, así que siempre dice lo que piensa cuando la sacan de quicio.

Mientras Argen seguía hablando con Hikari, la otra secretaria los volteó a ver. Aún molesta, comenzó a gritar en su dirección.



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En el texto hay: fantacia, comedia humor, combates epicos

Editado: 09.06.2025

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