Hace unos 200 años en la aldea de los elfos nació un joven elfo plebeyo, al momento de nacer los médicos se sorprendieron su estructura corporal era diferente a la de los demás, los elfos normalmente tenían una complexión delicada y fina apenas con un poco de musculo al nacer, pero este niño era diferente su cuerpo era robusto y duro como si hubiera nacido para pelear, al pasar los años los demás niños lo evitaban, los adultos le temían lo, creció aislado y solo pero a pesar de todo su madre siempre estuvo ahí cuando se sentía solo o cuando no creía pertenecer a ningún lugar ella estaba para el era su mundo
Pero todo lo bueno acaba un día un grupo de traficantes ataco la aldea, la aldea entro en caos, los elfos trataron de huir pero era inútil no importaban hacia donde corrieran los elfos los traficantes los capturarían o peor aún los matarían.
Temiendo por su madre rengo comenzó a buscarla entre todo el caos, todos los elfos huían desesperadamente, pero a el no le importaba el solo quería encontrarla, pero al encontrarla ya era tarde ahí solo yacía un cadáver y encima de ella un sucio traficante cegado por la ira rengo se abalanzó sobre el gracias a su constitución logro no solo esquivar sus golpes si no también derribarlo, apenas el traficante toco el piso rengo lo comenzó a golpear una y otra vez sin escuchar nada solo quería desahogarse pero cuando lo mato su sed de sangre aún no había sido calmada, comenzó a cazar uno a uno a todos los traficantes hasta que no quedará ni uno, al llegar la guardia real de los elfos se sorprendieron , ante ellos yacía solo un niño, su ropa llena de sangre pero en sus brazos estaba un cadáver el cual se aferraba como si su vida dependiera de eso , cuando por fin pudieron tranquilizarlo viendo su potencian los elfos prometieron entrenarlo, a el ya no le importaba nada, mirando el cadáver de su madre prometió que el se volvería fuerte tan fuerte que nunca volvería a perder nada importante, partiendo junto con los guardias
Pasaron otros 70 años en ese tiempo rengoku se dedicó a entrenar dia y noche entreno hasta que le sangraron las manos, rompió su huesos una y otra vez para volverlos más resistentes, en su tiempo libre era el encargado de cuidar a los nobles era cruel y despiadado con los criminales mientras que con sus seguidores era recto y justo, cuando tuvo la edad de 100 años recibió su clase dada por los dioses, para sorpresa de nadie su clase fue luchador algo que le quedaba como anillo al dedo;
Viendo su poder y diligencia los altos elfos le prometieron ser un noble asi tendría tierras y seguidores, podría dejar de ser un elfo común pero este lo rechazo en todos los años que estuvo en la guardia real lo único que vio era gente despreciable cerdos corruptos que ocuparon diferentes técnicas para alcanzar su estatus y ya estaba harto, ya había aprendido lo suficiente y era momento de irse de ese lugar, los altos elfos trataron de detenerlo pero fue inútil nadie podía compararse con su fuerza.
Rengoku vago durante 5 años ayudando de pueblo en pueblo, pero no importaba que tanto ayudará se sentía vacío, era como si su propósito no fuera suficiente tenía la fuerza y la astucia para poder defender a cualquiera pero de que servía si la única persona que quería defender ya no estaba con el, cierto dia ayudando a una aldea que había sido atacada por un dragón, vio a a una monja curando a los heridos, era una elfa muy hermosa, tenia un pelo rubio como el oro, unas orejas puntiagudas como una flecha, unos ojos azules como el océano, pero su característica más notable era que cargaba un enorme martillo en su espalda, era incluso más alto que ella misma pero lo cargaba como si nada, sorprendido rengo se acercó tímidamente a preguntar quien era.
Ella era una aventurera solitaria llamada maría hace poco había recibido la solicitud de ir a acabar con un grupo de ents, pero al ver a los aldeanos heridos su corazón no podía seguir sin ayudarlos primeros después de todo, no todas las personas no pueden defenderse y era el deber de los aventureros poder ayudar a cualquiera que lo necesite
Intrigado por su respuesta rengo le pidió que si podía acompañarla, talvez si la seguía su propósito volvería.
Durante los próximos 35 años gracias a maría y su insistencia renga acepto volverse aventurero siendo conocido como puño el puño de hierro, mientras que por la apariencia de maría y que siempre volvía con la ropa manchada de los enemigos que hacía explotar con su martillo se le concedió el nombre de maría la sangrienta, poco a poco su relación se fue estrechando mas y mas hasta que se volvieron pareja y unos años después se casaron
Ellos se volvieron una pareja casi invencible, cualquier misión que aceptaban era superada con una facilidad que sorprendía a los altos mandos su nombre, fue reconocido en los 4 estados soberanos
como uno de los pocos en alcanzar el rango de aventureros S, los días felices continuaron; Compraron una casa, visitaban la tumba de la madre de Rengo, incluso los aventureros le guardaban un gran respeto. No había nadie que pudiera meterse con ellos, pero todo lo bueno llega a su fin.
20 años después de su primer viaje juntos la pareja encontró un enemigo sin igual, ellos fueron a una misión sencilla para eliminar unos mounstros que amenazaban una aldea, era algo sencillo ya lo habían echo un montón de veces no había forma de fallar, pero al llegar lo vieron ante ellos se encontraba un dragón anciano un mounstro con una fuerza mínimo necesitaría 5 otros aventureros rango S, este no era un mounstro que pudieran derrotar, tenían que irse de ahí si se quedaban moriría pero aunque ellos 2 lo sabían maria no se movió, si ellos 2 se iban quien defendería la aldea, quien defendería a todos aquellos los que mataría el dragón antes de que pudieran hace run equipo de subyugación no podía dejarlo
Viendo a su imponente esposa con una gran resolución, él tampoco dio un paso atrás. No podía dejar a su esposa; si iba a morir, moriría defendiéndola. Eso era para lo que había entrenado toda su vida. La pelea duró 3 días y 3 noches; ninguno de los 2 bandos podía dar un golpe decisivo, pero a la mañana del 4.° día todo terminó, tal vez por el cansancio o tal vez por la destrucción del terreno. Rengo se resbaló. Sin tiempo que perder, el dragón exudó un aliento de fuego capaz de arrasar montañas. Este era su final, pero como una burla del destino, su esposa se atravesó entre ellos. Mientras recibía el aliento de fuego, ella curó con todas sus fuerzas a Rengo, evitando que muriera.