Eran casi las dos de la madrugada, y en mi humilde hogar reinaba el silencio mientras todos dormían. Sim embargo yo me encontraba en mi cuarto, acostado y disfrutando mis auriculares mientras escuchaba algunas de mis rolas preferidas. A medida que escuchaba las melodías, me cuestionaba el motivo de mi intranquilidad y la imposibilidad de descansar esa noche.
Quizás se debía al reciente adiós al año anterior; una despedida cargada de temor a repetir malas experiencias del pasado. Tal vez era la proximidad del regreso a la escuela, donde volvería a encontrarme con la más hermosa de las chicas que he conocido. Podría ser también el sentido de urgencia por establecer metas y sueños para una vida mejor en el futuro.
Sin importar la razón, sentía una clara necesidad de transformar diversos aspectos de vida.
En ese preciso instante, una idea surgió en mi mente: tomar un bolígrafo y un cuaderno para plasmar una lista de sueños y metas personales. Al principio, enfrente la incertidumbre de que escribir exactamente sobre aquellas hojas en blanco, pero con el paso del tiempo las ideas comenzaron a fluir naturalmente. Mientras la pluma se deslizaba, la noche avanzaba velozmente y, de repente, los bostezos empezaron a hacerse presentes. Cuando el reloj marcaba las seis de la mañana, una pesada somnolencia se apodero de mi cuerpo. Decidí detenerme y cerrar el cuaderno. Guarde el bolígrafo debajo de la almohada y me quite los auriculares. Apague la luz y me acomode en la cama, dejando que el cansancio se apoderara de mí.
Sim embargo, no logre conciliar el sueño de inmediato. Mi mente seguía activa, repasando las ideas que había plasmado en el cuaderno. Me sentía emocionado y motivado por la posibilidad de cumplir mis sueños y metas. Pero al mismo tiempo, sentía una inseguridad acompañada de una duda.
Pensé en todas las veces que había dejado pasar oportunidades por miedo o falta de confianza. Recordé también los momentos en los que había tomado riesgos y había cosechado éxitos. Me prometí a mí mismo que esta ves sería diferente; que no permitirá que el miedo me detuviera.
Finalmente, el sueño me venció y me sumergí en un profundo descanso. A medida que mi mente se apagaba, una sensación de esperanza y determinación se apodero de mí, aquella noche había dado el primer paso hacia la realización de mis sueños.
Al despertar, recordé el cuaderno y las meta que había escrito la noche anterior: me senté en la cama y lo abrí. Las palabras saltaron hacia mi desde las páginas, recordándome mis deseos más profundos y las acciones que debía tomar para lograrlos. Me levante decidido a cumplir con la lista, mi corazón se encontraba lleno de energía y determinación. Sabía que enfrentaría desafíos y obstáculos en el camino, pero también que valdría la pena luchar por mis sueños.
Así comenzó mi viaje hacia una vida llena de realización y plenitud. Un viaje en el que no solo perseguiría mis sueños. Sino que también aprendería y crecería en el proceso. Esa mañana, me miré al espejo y sonreí,
sabiendo que estaba en el camino correcto. Los sueños estaban ahí presentes. Esperando a ser alcanzados, y yo estaba dedicado a hacerlos realidad.
De este modo nace la historia de Jesús; un joven dotado de una personalidad suave y un alma rebosante de amor. Más allá de los contratiempos y obstáculos con los que se puede topar en el camino hacia la concreción de sus más íntimos anhelos, él siempre mantiene la firmeza y la determinación necesarias para luchar por alcanzarlos.
Este es el inicio de las memorias de un muchacho con la capacidad de sonreírle a la existencia, dejando a un lado las tristezas y pesares del pasado.
Es el inicio de la historia de un joven bondadoso, la historia de un soñador.
Es el comienzo de mi propia historia.