La Historia de un Zombi

Preparación

Saliendo por la puerta de atrás del edificio se encontraba un amplio patio  con una pista  de carrera; demarcada con carriles esta tenia algunos obstáculos y encerraba todo dentro de un ovalo, en el centro  áreas cuadradas demarcados por líneas blancas donde se les enseñaba múltiples disciplinas en sus clases de entrenamiento físico las cuales tenían una vez a la semana.

Durante estas clases se obligaba a los estudiantes a realizar ejercicios de destreza y resistencia al igual que aprender combate cuerpo a cuerpo con el fin de preparar a los hombres para el servicio.

Al usar este mismo lugar durante dos años podían ver claramente las modificaciones que había sufrido, significativamente había sido ampliado colocando un Polígono de tiro con diez carriles y sus respectivas cabinas y dinas.

— ¿pero qué es eso? —pregunto Mashu asombrado.

—Al parecer practicaremos  con armas —comento Willem mientras observaba a la única mujer que se movió con los hombres, él podía ver claramente el nerviosismo manifestarse con pequeñas acciones que su vista no omitía: podía ver sus puños apretados, la rigidez en su andar entre otras cosas.

Al darse cuenta de lo que observaba Willem, Mashu comento.

— ¿ella en verdad piensa aplicar al grupo de avanzada?

—eso parece…

— ¡que están viendo como idiotas!... Vengan a formarse de una vez —repentinamente fueron reprendidos por un hombre desconocido, esté tenía un pantalón camuflado con tonalidades de verdes y una polera blanca, su cabello era extremadamente bajo y usaba botas por zapatos.

— ¿quién es ese? —pregunto Mashu.

—Vamos de una vez… —respondió Willem.

—quiero que formen una línea y se acomoden por numero de asiento continuando la formación.

Su rostro tenía mal gesto y hablaba gritando lo que hacía que se marcaran sus venas.

Todos obedecieron diligentemente al ver el rostro malhumorado del hombre, para ellos era simple la orden; todos sabían de memoria su número de asiento en el salón de clase. Los asientos eran numerados y repartidos el primer dia y este le pertenecía al estudiante todo el año, además tenían un ejemplo, sus compañeros de año en otras aulas ya estaban formados.

—Bienvenidos al primer curso práctico, soy el Teniente Primero Melchor Alcaceres, se dirigirán a mí como Teniente… desde ahora ¡yo soy su Dios!, ¡el Diablo! y ¡su peor pesadilla!

Caminando de lado a lado miro a cada uno de los jóvenes que acababan de alinearse mientras atrás de él se encontraban numerosas mesas con objetos sobre estas y podía ver a su profesor de actividad física revisando el contenido sobre estas mientras las inventariaba en una planilla.

—mi trabajo es separar a las niñas de los hombres de verdad y entrenarlos para que conserven ¡sus patéticas vidas!... quiero que entiendan que los presionare, los maltratare y los ultrajare hasta que se quiebren en mil pedazos para poder forjarlos como hombres de verdad, hombres que no se cagaran en sus pantalones al ver el primer Z, ¿entendieron malditos gusanos?!

Desconcertados por el trato injustificado que recibían, solo algunos respondieron “Sí Señor”; era evidente que ellos estaban mejor preparados.

A lo lejos se podía ver otros grupos que pasaban la misma rutina, al parecer se trata de los de tercer y cuarto año; los cuales estaban separados en otras partes de la escuela.

—Maldita sea no los escucho, ¿Entendieron malditos gusanos?!

— ¡Sí señor! —gritaron todos pero les faltaba coordinación.

— ¡con un demonio sigo sin escucharlos!, mis oídos no escuchan sus voces de niñas… ¿entendieron malditos gusanos?

— ¡SÍ SEÑOR! —gritaron tan fuerte que sus rostros se desfiguraron.

—durante esta semana yo me encargare de enseñares todo lo básico que deben saber en cuanto a su equipo táctico y las armas que se usaran durante la misión, delante de ustedes están sus mesas de suministros, cada mesa tiene los mismos suministros para cada uno y no hay reemplazos ¡así que cuídenlos!

Caminando llego hasta Anna la cual estaba casi al final junto con Willem y Mashu ya que ellos eran los últimos del salón.

Este la miro detenidamente de pies a cabezas, tal vez le parecía raro que hubiera una mujer.

—ahora ¡muevan sus inútiles traseros hasta su mesa de suministro! — volvió a gritar mientras seguía su camino llegando al final.




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