La Historia de un Zombi

Cita

Luego de caminar mucho llegaron a su destino, pero como era de esperarse el letrero de cerrado había sido puesto sobre la puerta de la librería.

—que lastima… ya está cerrado —dijo decepcionada Airi.

—Bueno considerando la hora que es; era algo obvio de esperar… —contesto Willem.

Al escuchar el suspiro de decepción escaparse de los labios de Airi, Willem  volcó a verla.

— ¿y qué quieres hacer?

Airi lo miro confundida por la pregunta y este continúo diciendo.

—después de todo vinimos hasta el centro, sería un desperdicio solo volver… ¡vamos a divertirnos un poco! —propuso estirando su mano para que Airi la tomara.

Airi se lleno de felicidad agarrando con fuerza la mano de Willem mientras sonreía, entonces este acelero el paso.

La ciudad tenía muchos lugares inhabitados y en malas condiciones, pero las zonas que habían sido restauradas eran completamente funcionales, de entre todas las áreas restauradas de la ciudad el centro de esta era en la que más tiempo y esfuerzo se había invertido devolviéndole su esplendor de hace cientos de años atrás.

Si alguien quería divertirse; sin dudarlo se dirigiría al centro de la ciudad, ya que como todos los ciudadanos tenían que servir a la sociedad trabajando de algún modo, había muchos diferentes tipos de trabajo entre los cuales se encontraban brindar entretenimiento y otros tipos de servicio, a diferencia de hace cientos de años cuando la humanidad estaba en su máximo esplendor; el dia de hoy incluso tener un puesto de comida en carrito sobre la acera era un trabajo respetado.

Las luces iluminaban plazas, fuentes y las calles principales, no se escatimaba la energía en esta parte de la ciudad.

Durante el dia si uno transitaba podía estar algo desolada ya que todos estarían trabajando y muy pocas personas salvo los ancianos y los niños se encontrarían deambulando por las calles, pero de noche… la historia era otra, el ciclo laboral para la gran mayoría terminaba con el sol en el horizonte alrededor de las 5 a 6 de la tarde y por ende en la noche las calles se llenaban de transeúntes.

Mientras Willem dirigía a Airi a través del centro, muchos tipos de olores llegaban a sus narices  provenientes de locales de comida y puestos de ambulantes.

Primeramente miraron un puesto en la calle, era un hombre que vendía alitas de pollo asadas y mojadas en salsa de varios sabores.

Mientras soplaban para enfriar y no quemarse con el calor de las alitas de pollo recién preparadas; comían y reían, como estudiantes tal vez no podían ir a un lugar lujoso pero comer en la calle de los puestos tenia cierto encanto y más si se estaba bien acompañado.

En el centro se encontraban diferentes tipos de personas, entre ella estaban los llamados artistas que tocaban instrumentos en las esquinas para ser escuchados, aunque el gobierno no aprobaba el arte como una profesión y esas personas durante el dia debían desempeñar un trabajo apropiado; durante la noche eran libres de hacer lo que quisieran y muchos salían a que otros escuchen sus canciones.

Esto era otra de las cosas que solo se podía apreciar en el centro de la ciudad, también estaban las aguas danzantes que encendían sus luces y bailaban al ritmo de la música de los parlantes durante minutos cada hora y no faltaban las parejas que se detenían a deleitarse con ellas cada que el acto comenzaba.

Airi estaba encantada, muy pocas veces tenía la oportunidad de venir y cada que lo hacía no dejaba de divertirse con cada cosa.

A pesar de su personalidad reservada y serena; Willem siempre terminaba siendo arrastrado por las emociones de Airi, sacándole más de una sonrisa.

Mientras caminaban cerca de los bancos de una plaza Willem noto que su alrededor solo habían parejas, hombres caminaban junto con mujeres tomados de la mano o del brazo y noto que desde el comienzo su mano no se había separado de la de Airi, por lo que se sintió avergonzado y miro a un costado para ocultar el rubor e su rostro.

— ¡mira! —de pronto dijo Airi emocionada apuntado hacia un hombre sentado sobre una sabana negra en el suelo.

El hombre tenía a su alrededor un gran número de bisuterías, anillos, collares, manillas entre otras cosas.

Airi se hinco para ver de más cerca la bisutería.

— ¿encontraste algo que te guste? —pregunto Willem acercándose por detrás.

— ¿qué tal me queda? —pregunto Airi colocando un arete sobre su oreja, era pequeño con una piedrita color verde esmeralda.

—sí, te queda bien




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