La Historia de un Zombi

Una agitada mañana...

Sus ojos se abrieron abruptamente, el reloj biológico en su interior forzó su despertar; como todos los días a la misma hora se levanto de su cama.

El cielo aun estaba oscuro, para muchos la noche aun continuaba; sin el sol alumbrando en el cielo, la oscuridad y el viento frio obligarían a la mayoría a regresar a sus camas.

El joven de blanco cabello golpeteo sus cachetes forzando a sus sentidos a despertar completamente.

Sus mañanas siempre eran tan oscuras; como de costumbre se preparo un desayuno ligero, para luego salir de casa.

Con un buzo deportivo y sus zapatillas para correr listas; punteo con ellas el suelo, para probar si estaban bien puestas.

Con el viento frio de la madrugada golpeando contra su rostro, comenzó su trote. Dia a dia corría alrededor de 5 kilómetros; aunque esa distancia no era suficiente para consumir toda su energía, después seguiría con mil movimientos de desenvainado con su bokuto, Esta era una estada; una katana hecha de madera.

Su rutina diaria no terminaba ahí; seguidamente 500 movimientos de joge-buri y otros 500 movimientos de naname-buri; las cuales eran prácticas básicas de kendo, estos eran corte verticales con pasos.

Su jornada de entrenamiento no terminaba hasta realizar todos estos ejercicios.

La mayoría de los jóvenes empleaban su tiempo en otras actividades, pero aquellos que aspiraban a entrar de manera permanente al grupo de avanzada debían entrenarse físicamente. La gran mayoría de la gente pensaba que con simplemente poder disparar un arma podrían desempeñarse adecuadamente en esa profesión; pero como pocos, él sabía que no era así.

En realidad las armas eran usadas solo en casos extremos, cuando el sigilo quedaba irrelevante; la creencia popular de que la avanzada se abría camino a disparos venia de los que realizaban sus años de servicio sin llegar al verdadero frente. Estos no se arriesgarían a enfrentar a un zombi en cuerpo a cuerpo, todos escogían la seguridad de la distancia; pero durante las misiones de avanzada cuando el ruido era tu peor enemigo, las armar eran desplazadas.

En posiciones donde están rodeados por zombis, el explosivo y estruendoso ruido que producían los disparos te atraparían dentro de una horda de zombis antes de que pudieras darte cuenta.

Era por ello que el combate cuerpo a cuerpo jugaba un papel crucial en los miembro del grupo de avanzada.

Antes de darse cuenta ya se encontraba en la regadera quitándose el sudor del cuerpo, con el agua caliente recorriendo su rostro; por la similitud con la sensación de las lágrimas recorriendo su rostro, recordó los eventos de la noche anterior.

El rostro de Airi con lágrimas en los ojos aparecía en su mente, perturbándolo. Jamás se puso a pensar en lo que pensarían o sentirían los de su alrededor al saber que él quería ir a luchar en el frente. Pensando lógicamente la mayoría tendría miedo, las posibilidades de morir durante una misión eran altas en todo momento y era bien sabido que la gran mayoría no llegaba a jubilarse a menos de que hayan perdido una extremidad del cuerpo; con ello en mente «¿Por qué no tengo miedo?» Se pregunto.

El rostro de Airi volvió a aparecer en su mente y recordando su llanto desesperado apretó su puño, de algún modo el hecho de ser el responsable de esas lagrimar lo molestaba consigo mismo.

—Aun no se lo he dicho…—dijo para sí mismo al recordar que había otra persona a la cual no se había hablado sobre sus futuros planes.

Hoy sería el dia en el que ella regresaría después de su viaje de trabajo y la vería por primera vez después de casi una semana de ausencia. Con los recuerdos de la reacción de Airi se preocupo de cómo ella fuera a reaccionar.

Si bien no tenían relación sanguínea; eran como hermanos, en otras palabras, su hermana mayor.

— ¿debería decirle? —se pregunto, pero por mucho que pensaba no lograba decidirse.

El tiempo volaba, parecía que fuera intencional o simplemente él no lograba darle atención.

Cada que miraba el reloj en la sala este había avanzado casi 10 min y el no los había sentido; pronto el timbre de la entrada sonaría indicando la llegada de esa persona y él un no había tomado una decisión.

—jaah…—suspiro, por alguna razón su mente parecía cansada, de pronto algo lo abrazo por la espalda.

Willem estuvo a punto de dar un brinco, en ese instante una sensación esponjosa y voluminosa apareció envolviendo su nuca, no, debería mejor decir que  su cuello fue tragado; quedando atrapado entre dos masas suaves. Era una sensación muy familiar.

— ¿porque tan cansado? Willem…




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